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¿Cuál es la mejor forma de limpiar los hongos frescos?

Claro está, hablamos de los champiñones, portobellos y otros hongos comestibles que solemos incluir en nuestras comidas. Spoiler: no se lavan igual que el resto de los vegetales.

¿Cuál es la mejor forma de limpiar los hongos frescos?

Si acostumbrás a leer nuestras notas, seguramente seas de nuestro club y ames tanto los hongos que ya los comés una vez por semana, tenés clarísimo cómo tratarlos y hasta te gustaría hacerte un tatuaje en su honor. Pero si sos del grupo de personas que recién está dando sus primeros pasos en el mundo fungi, es posible que esta información te sirva bastante: cómo sanitizar champiñones, portobellos y otros hongos frescos para comer crudos o cocidos. 

Lo principal a tener en cuenta es que son tan delicados como se ven y son muy absorbentes. En contacto con el agua se transforman rápidamente, perdiendo consistencia, aroma y hasta sabor. Por eso, es importante evitar ponerlos en remojo o abajo del chorro de la canilla por más tiempo del necesario. A diferencia de otros vegetales, tampoco es recomendable enjuagarlos con lavandina para asegurarse la desinfección absoluta. 

¿Entonces? ¿Cómo se hace para comerlos en paz sin preocuparse por restos de suciedad o insectos? Generalmente, los hongos que llegan a nuestra mesa son cultivados en ambientes controlados (sobre todo aquellos que vienen en bandejita cerrada). Si en apariencia están bien, podés cocinarlos directamente. Ahora, si ves que tienen un poco de tierra o de algún tipo de mugre, podés limpiarlos con un trapito húmedo, servilleta o cepillo. En la cuenta de Instagram @bromatologiaencasa (una especia de biblia de la higiene para los usuarios de redes sociales) aconsejan, en última instancia, recurrir al vinagre: "Si hay dudas sobre la presencia de insectos remojar en vinagre para que sean liberados (recordemos que el vinagre no desinfecta)". 

Una vez hecha la tarea, los hongos se pueden consumir o guardar en la heladera. En este último caso, un tip más: como ya dijimos, la humedad es una gran enemiga, así que conviene envolverlos en papel madera. Y, si la única opción es el plástico (¡ojalá que no!), es fundamental dejar una entrada de aire para impedir la condensación. 

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