Un conocido chef argentino acaba de lanzar un libro con el foco puesto en el grano milenario, sus propiedades y sus formas de cocción. A miles de kilómetros, una heroína japonesa creó su propio programa de suscripción y despacha cuidados paquetitos de diferentes varietales a todo el mundo. ¿Qué pasa con el arroz?
No hay una respuesta concreta, pero podría arriesgarse que, con la reivindicación de los ingredientes frescos y orgánicos, el auge de la cocina de producto y la creciente especialización de los consumidores, el arroz tiende a recuperar su singularidad como alimento, al igual que tantos otros ingredientes que vuelven a brillar por su propia historia, su sabor y sus beneficios para el organismo.
En 2014, el chef Hernán Gipponi ya estaba sirviendo en la Feria Masticar un arroz especial, orgánico y traído de Corrientes. Junto a su colega Juan Pedro Rastellino, comenzaron a prepararlo con carnosos langostinos y a ofrecerlo al malón de comensales que se acercaban a probar la combinación, simple y sabrosa. Ese año vendieron 300 kilos del plato; en 2015, el número ascendió a 720 y, en 2016, por fin alcanzaron el hito de la tonelada. Gracias a eso, en parte, como a su trayectoria en restaurantes españoles con estrellas Michelin y a su camino recorrido como cocinero en un país de inmigrantes europeos y de producción local de granos, Gipponi se volvió un "referente del arroz".
Su talento ahora se ve plasmado en un libro que se llama, en mayúscula, ARROZ. Lanzado este marzo, fue editado en tapa dura por Catapulta y tiene 256 páginas dedicadas a la historia, la relevancia, las cualidades, las variedades y las diversas formas de cocinar este alimento. Entre los datos concretos y el contenido más anecdótico, con fotos de Eduardo Torres, aparecen 69 recetas para seguir los pasos del gurú arrocero argentino, como un tentador Carnaroli con alcauciles. La materia prima corre por cuenta propia: por suerte se consiguen varias marcas de arroz orgánico, como Pampa's Rice (en el que está involucrado el mismo Gipponi), Schatzi o Dos Hermanos. El libro cuesta $1230 y medio kilo de un buen arroz, entre $80 y $200.
Lo que realmente desearíamos tener, sin embargo, es la suscripción de Momoko Nakamura, también apodada "Rice Girl". Productora japonesa de contenidos gastronómicos, invierte todos sus esfuerzos en "conectar Japón con el mundo" y, en esa misión, decidió crear Kiki Musubi ("kiki" significa "temporada" y "recuerdos", y "musubi" refiere a "conexiones" y "bola de arroz"), un servicio de selección y envío de varietales de arroz, que llegan empaquetados de la forma más amorosa posible, luego de ser obtenidos directo de las manos de sus productores. En el país nipón hay 300 variedades diferentes, por lo que Momoko tiene tela para cortar: sus blends personalizados se envían cada 15 días en presentaciones de 500 gramos, 1 o 2 kilos, y van rotando de acuerdo a la estación. Hasta ahora, tiene alrededor de 100 suscriptores distribuidos entre Japón, Estados Unidos, Europa, Singapur y Hong Kong, a los que quiere educar en su amor por uno de los alimentos más nobles de la historia. “Desearía que hubiera más palabras en japonés para describir al arroz", dijo al medio Bon Appétit. "El vino tiene un vocabulario brillante, pero el arroz es algo común a lo que no le prestan mucha atención, desgraciadamente". Bueno, Momoko, eso parece estar empezando a cambiar.