Ir al contenido
Logo
Musica

Los Red Hot Chili Peppers revivieron la vieja fórmula del rock en Buenos Aires

Con un repertorio de diecisiete canciones, la banda californiana ratificó su bestialidad escénica en su primera noche en El Monumental.

Los Red Hot Chili Peppers revivieron la vieja fórmula del rock en Buenos Aires
Anthony Kiedis en Buenos Aires (Marco Oviedo (@marcooviedoprods))

A tres décadas de su debut en la capital argentina, las 75 mil personas que estuvieron presentes ayer en el Estadio River Plate pueden reafirmar que todo sigue igual. Siete veces nos visitaron a lo largo de los años, lapso de tiempo que les permitió llegar a nuevas generaciones y conquistar los corazones de los más jóvenes. Su última aparición fue en el 2018, cuando cerraron el festival Lollapalooza. Sin embargo, anoche, el regreso de los Red Hot Chili Peppers al escenario porteño fue mucho más que un concierto para los amantes del rock n’ roll, sino más bien un testimonio de su grandeza que les otorgó diez años de vigencia extras.

Durante los momentos previos al espectáculo, resultaba fácil reconocer a aquellos que acompañan a la banda desde ese mítico show en el Estadio Obras en 1993. “Maestros del rock” que presenciaron sus épocas de gloria, y que a pesar de sus atuendos de oficina, se reencontraron por una noche con la esencia juvenil que los enamoró años atrás. Pero la escena no se limitó a los fans de la vieja escuela: las nuevas camadas se apoderaron de la multitud. Para los experimentados, canciones como "Californication" no tienen el mismo significado en los más chicos. Lo mismo con “Under The Bridge”. No obstante, una enormidad de adolescente y veinteañeros demostraron estar a la altura, bailando por casi dos horas al ritmo de esos hits que suenan hace ya un largo tiempo en la radio.

Diecisiete fueron las canciones que el cuarteto tocó para desestimar cualquier rumor de monotonía, agotamiento o falta de entusiasmo. El show, parte de su extensa gira mundial que abarcó escenarios en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, llegó a Buenos Aires en forma de presentación de "Unlimited Love" y "Return of the Dream Canteen", álbumes que fueron lanzados con la vuelta del guitarrista John Frusciante en 2019 y celebran los 40 años de trayectoria del grupo. Dicho esto, y aunque era notoria la emoción por interpretar los nuevos temas, los Red Hot demostraron conocer muy bien su caballito de batalla, y dieron inicio al recital con el riff de “Can't Stop”.

Un frenesí colectivo

La voz de Anthony Kiedis inundó el estadio y una marea de personas contra el escenario comenzó a saltar. Desde el comienzo del show, los artistas sabían que estaban frente a uno de sus públicos más fieles. La potente presencia de Frusciante en la guitarra, Flea en el bajo (con un sticker en su instrumento que indicaba una clara consigna: Support Your Local Freak) y Chad Smith en la batería fue evidente. A medida que avanzaba la noche, el público se comprometía cada vez más con la banda, coreando éxitos como "The Zephyr Song", "Dani California" y "Soul to Squeeze”. Los clásicos "Parallel Universe" y "Strip My Mind” transportaron a los espectadores a distintos momentos de la trayectoria del grupo, mientras que las nuevas incorporaciones como "Eddie" y “Heavy Wing” resonaron con una frescura revitalizante. 

La audiencia, entregada por completo a la experiencia, no cesaba de entonar el clásico "olé, olé, olé" entre tema y tema. Momentos en los cuales, la magnitud del estadio más grande de Sudamérica se hacía sentir con fuerza. El sold out era más que evidente. Aunque el público festejó cada una de sus canciones, hubo una que desencadenó un estallido colectivo: "Californication". Fue como si en ese instante la conexión entre la banda y sus seguidores alcanzara su punto máximo. Los acordes del bajo resonaban en armonía con la guitarra. Una simbiosis entre las cuerdas y la lírica. 

La esencia del rock

La puesta en escena, si bien no buscaba el deslumbramiento, tampoco dejó espacio para decepciones. El equipo de producción optó por una estética minimalista, confiando en la potencia de las pantallas LED para ofrecer una experiencia psicodélica. Fue una fusión entre luces y efectos visuales que se convirtió en el acompañamiento perfecto para la energía desbordante del estadio. Cada melodía estuvo acompañada por una explosión de colores y patrones que elevaron la performance. Es que esa simplicidad en el escenario no fue una limitación, sino una declaración de intenciones: el rock, en su forma más pura, era la estrella del espectáculo. No se necesita ostentación para cautivar a un público ávido de autenticidad y talento. Y ellos lo saben perfectamente.

Donde no escatimaron en autenticidad fue en su vestimenta, que se convirtió en un espectáculo aparte. Siguiendo una línea trashy y rebelde, los cuatro músicos se animaron a romper con convencionalismos y lucir prendas que reflejaban su verdadera esencia. Roturas, explosiones de colores, polleras, destellos de strass y bandanas, el escenario fue testigo de un abanico de estilos y expresiones. Sin embargo, fue uno de los integrantes quien acaparó todas las miradas con un peculiar gesto de admiración hacia su equipo de fútbol argentino favorito: Flea llevaba puestas unas medias en tonos azul y amarillo, un tributo sutil que llamó la atención de la audiencia local.

Los atuendos, reflejo de la vitalidad y el dinamismo de los Red Hot Chili Peppers, mantuvieron su energía a lo largo de todo el espectáculo. A pesar de estar en la franja de los 50 y 60 años, la banda cerró el show tan impecablemente como lo inició. La elección de "I Could Have Lied" y "Give it Away" para despedirse de Buenos Aires en esta primera noche, marcó el final con una función llena de alegría y griterío. Un show que demostró por qué los RHCP son leyendas vivientes del rock: combinan a la perfección la esencia pura del género con su propio folklore, excentricidades y maestría musical. Llevan en su ADN la capacidad de mantener al público cautivado, seduciendo con cada acorde, gesto y movimiento. Así es su magnetismo.

    Ultimas Noticias