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Comediante, locutora y actriz. Rompió con el "ser la mujer del grupo", hizo del humor su estilo de vida y así creó un espectáculo dedicado a todas las mujeres. Luego de casi una década sobre el escenario con su unipersonal "Cosa de Minas", lo subió completo a YouTube para disfrutar esta cuarentena. Charla con Filo.News.
"Hay una cosa del querer controlarlo todo que es agotadora. Cuando estás más entregada sabés que hay cosas que te van a pasar, y cuando finalmente suceden, no me dan vergüenza. Hubo un momento de mi vida en que me replanteé pasarla lo mejor posible".
Dice que el cambio de década viene con renovación y cambios pero también con crecimiento, identificar qué cosas no quiere más para su vida, que imposiciones o criterios ajenos dejará a un lado para caminar más liviana.
Dalia Gutmann se "entrega al ridículo" -nombre de su tercer libro, publicado en octubre de 2019- y reconoce que así se vive mejor. Y este es un efecto contagioso. "Cuando una se anima, anima a otra", asegura en diálogo con Filo.News, sobre lo que fue el punto de inflexión para crear "Cosa de Minas" un espectáculo por y para las mujeres y que no casualmente creció en la cartelera teatral con funciones a lo largo de nueve años ininterrumpidos.
Durante esa casi década, el unipersonal pasó de una sala que tenía cupo para cien espectadores, a agotar localidades en el Maipo, en el Liceo Comedy y se despidió con una última fecha en el Ópera. "Este ciclo me dio mucha felicidad. Conocí toda la Argentina y algunas ciudades de Latinoamérica (Perú, Ecuador, Chile y Uruguay) gracias a este show. He actuado con la panza hasta último momento. He sido madre por segunda vez", repasa sobre lo que fueron sus últimos nueve años sobre el escenario.
Además de comediante, es locutora, conductora de La Culpa es de Colón (Comedy Center) y Animadas (por la TV Pública), publicó tres libros por Penguin Random House, Entregada al ridículo (2015), la adaptación de su unipersonal Cosa de Minas (2018) y Tengo algo para decir (2019). En su plano personal, está en pareja con el conductor y humorista, Sebastián Wairaich, y tienen dos hijos: Kiara y Federico.
Dalia es también una precursora del hacer humor en una industria -como sucede en muchas otras- en la que no se desarrollan -una vez más por una cuestión patriarcal- muchas mujeres. Cuenta que de chica le gustaba mucho ser la graciosa de sus amigas pero de adolescente "medio que lo sufrí". "Me volví más tímida, estaba re perdida con mi vocación", recuerda.
Con el correr de los años, y como sucede en la mayoría de los casos en los que identificamos eso que nos apasiona pero que se vuelve un dilema porque no siempre equivale a lo que nos puede dar de comer; así como quien no quiere la cosa, el stand up llegó para quedarse en su vida.
"Empecé en el stand up medio que como un hobbie porque la pasaba muy mal en el trabajo de ese momento que era en un noticiero", menciona. "La maternidad también me ayudó un poco a soltar", añade y se le vuelve inevitable recordar su paso por el programa AM: antes del mediodía, con Vero Lozano y Leo Montero. "Me re contra fogueaban mi lado más ridículo y ahí me terminé de entregar al ridículo", reconoce.
En su primer libro, Dalia se define como "coleccionista de papelones", cuenta experiencias y anécdotas. ¿Cuándo comenzó a entregarse al ridículo?
"Me acuerdo una frase que me dijo una vez una profe de teatro que me parece clave: 'Hay un momento en el que te rendís a ser perfecto, entonces la empezás a pasar mejor', y ahí es donde aparece lo más genuino de cada uno. Esta cosa de que te falten cinco para el peso, de que siempre te falte algo para ser feliz, eso hincha las pelotas (o los ovarios). Está bueno aburrirse y tratar de pasarla lo mejor posible", asegura. Y es justamente el punto de partida para su show.
"Cuando empecé a hacer stand up (2004-2005) siempre actuaba en grupos de varones, donde era la única mujer. Y siempre estaba eso dando vueltas, el 'ser la mujer del grupo', la que dijera las cosas 'más femeninas', esto de 'Ay Dalia, que una mujer diga eso...'", recuerda.
Esto mismo se plasmaba en el modo de representación de las mujeres en medios y revistas, con temas que variaban únicamente de la moda, la cocina y la decoración. "Porque eran los únicos temas que nos interesaban", ironiza. ¿Faltaba que una mujer se anime?
"Todo eso me llevó a hacer un show para mostrar a las mujeres desde un lugar más verdadero y plasmar esas charlas que tengo con mis amigas, que no las veía en ningún otro lado más que en nuestra intimidad. Me interesaba hacer un unipersonal en el que nos podamos reír de todo ese mundo, mundo que por mucho tiempo tuvimos que disimularlo porque 'que asco que te indispongas' (entre otros temas 'tabúes'), no sólo que te pasaba y que no había plan B, sino que no lo podías contar. Todo eso era una bola de nieve que necesitaba descomprimir y lo utilicé como material humorístico para compartir entre nosotras cosas que nos pasan. A veces una tiene la sensación de que te pasa sólo a vos y no es así. Quería trasmitir las cosas que te pasan por ser mujer, sin importar la mirada del otro", expresa.
Sobre el escenario y con una energía que pocos manejan, Dalia se burla de los complejos, cuenta experiencias, parodia situaciones del todos los días y episodios que marcaron momentos de la vida de muchas mujeres. Ah, y te tira unos #DaluTips. "Cosa de Minas" es un espacio para reírnos de nosotras, aceptarnos y querernos con más amor; y si llega el bajón, sobrellevarlo con una buena sonrisa.
Por eso, y para seguir bancando esta cuarentena subió su unipersonal completo a YouTube; fundamentalmente porque "el tiempo pasa más rápido cuando te reís".
A mí me parece que para hacer humor y subir liviano al escenario tenés que manejar un nivel de aceptación importante. Es raro hacer humor y querer disimular cosas de tu personalidad. Creo que el laburo del humor es resaltar esas cosas que los demás quieren ocultar y disimular. Creo que a las mujeres nos cuesta más eso de mostrar todo eso que no es hereronormativo.
Cuando veo a alguien manejar un nivel de aceptación muy alto me agarra entre admiración y envidia pero siento que cada vez hago más cosas por llegar hacia eso.
Lo aprendí con los años. Yo antes no me hacía cargo de la responsabilidad que tenía estar frente a un micrófono, hablar frente al público. Con el tiempo, y con algunos comentarios hechos, también me di cuenta de que no está bueno decir cualquier cosa, te escuchan y sos ejemplo. Aprendí también que no importa que lo diga sea sólo gracioso solamente sino que deje algo.
Como público soy muy copada. Porque como sé lo que es estar ahí arriba siempre trato de alentar al que está haciendo el show. A veces es medio inexplicable lo que te hace reír pero me relaja mucho ver que el que está arriba del escenario la está pasando bomba.
El 90 por ciento de las veces la paso bomba. Como somos seres humanos y no es que uno es un robot ni un holograma y te van pasando cosas en la vida y arriba del escenario puede pasar que no pero en general es un lugar donde me siento muy feliz. Me siento muy viva y a esta altura lo necesito para mi vida.
Es un show que está pensado para que todo el tiempo pasen cosas que te despabilen: si te venís aburriendo con un tema, enseguida va a pasar otro; están las canciones, las pantallas, los cambios de vestuario.
En estos años me fui animando ir cambiando cosas. Algunas quedaron, otras las probé una vez y fueron un papelón. Soy muy cabeza dura, me gusta probar antes de descartar.
Muchas veces pasa, terminás la función, creés que estuvo buenísimo y en realidad la gente no se fue tan contenta o al revés. De todas maneras, es muy importante para los que hacemos humor, estar divertidos arriba del escenario porque eso o si estás repitiendo una letra, generalmente se transmite un montón. Una va percibiendo la energía que hay y qué va cambiando función a función.
Somos seres humanos y es inevitable que te agarre inseguridad, el no saber qué va a pasar esa noche. Pero lo que aprendí con los años es que justamente como no sabés qué te va a pasar esa noche no podés hacer mucho.
Lo manejo sabiendo que es algo que no me tiene que amedrentar y que me la tengo que bancar. No existe el estado de perfección. Ese es un gran error, a veces uno espera el "momento ideal" para hacer las cosas pero pierde mucho tiempo. Aprendí que no hay una situación ideal. 'Quiero salir al escenario cuando esté relajada' y no, nunca va a estar todo perfecto para salir al escenario o hacer lo que quieras hacer.
Creo que en eso tenemos mucho por aprender. Por una cuestión cultural las mujeres siempre cargamos con más exigencias y pocas oportunidades en el mundo laboral.
Me parece que el mayor desafío que tenemos las mujeres es no buscar la perfección. Tirarnos a la pileta sin pensar que todo tiene que estar perfecto; ser más mandadas. Yo todo el tiempo me lo propongo y trato de invitar a las mujeres a eso: a ir por lo que queremos sin enroscarnos tanto, a no ser tan perseguidas con lo físico. No es fácil porque son muchos años de vivir en una cultura en la que la mujer tenía que ser "femenina", "coqueta" pero hay que empezar a animarse.
Me parece raro que alguien no sea feminista porque el feminismo es la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. No soy tanto de la semiótica sino más de los hechos, porque alguien puede decirlo y en los hechos nada que ver.
Soy feminista, quizás no militante pero sí desde mi cotidianidad siempre trato de poner un granito de arena para que haya igualdad.
El feminismo atravesó completamente el show. Un montón de cosas que antes decía, empecé a pensarlas mucho. En la producción del show laburo mucho con Alejandra Bavera, que es súper militante y forma parte de la asociación de Actrices Argentinas. Tenemos varias charlas, en algunas estamos de acuerdo, en otras no pero tenemos mucho para aprender. Todo eso se traslada al escenario, el lugar en el que me paro a hacer humor.
Hay cosas que son difíciles de explicar con palabras pero cuando ves "Cosa de Minas" te das cuenta que es un lugar de empoderamiento, de aceptarse y quererse más.
Cuando estás más entregada sabés que hay cosas que te van a pasar y cuando suceden no me dan vergüenza: voy a una fiesta, se me rompe el vestido y empiezo a chivar... yo ya sabía que me iba a pasar, situaciones que pueden ser desesperantes para otros pero como yo ya sé, me relajo.
Estoy entregada a dar la nota, a decir algo que no había que decir. Es una marca registrada de toda mi vida.
Es un libro en el que más allá de ser humorístico, plasmo un montón de cosas que me tocaron vivir y de las que aprendí. Fui grabando conversaciones que tengo conmigo misma. Me gusta compartir experiencias.
Sí, es un quilombo. Me vuelvo loca. La verdad es que me interesa mucho ser una buena madre para mis hijos pero a veces es difícil querer laburar de lo que te gusta, ponerle todo tu corazón y a su vez cumplir con todas las tareas que los chicos necesitan.
Me vuelvo un poco loca pero también siento que es un buen ejemplo para tus hijos -siempre y cuando estés atenta a lo que necesiten- que ellos vean que te copa tu laburo.
Es una fantasía que creo que tienen todos porque nos dedicamos a esto. Es como imaginar que un arquitecto hace planos todo el día. Somos una familia tradicional pero creo que mis hijos son más graciosos que nosotros.
Cuántas emociones juntas. Es raro, es verdad que hace nueve años que vengo haciendo las funciones ininterrumpidamente (siempre las terminaba en diciembre y en enero volvía). Estoy muy entusiasmada porque aparezca lo nuevo. Tengo ganas de animarme a hacer algo completamente nuevo. Está como la columna vertebral del nuevo show que estoy armando.
A futuro me gustaría escribir y hacer una comedia.
Me costó mucho esfuerzo llegar a un año en el que hice todas cosas que me gustan como conducir un programa en la TV Pública, hacer un espectáculo, sacar un libro, un podcast (también se llama "Tengo algo para decir"). Sueño seguir animándome a hacer las cosas que me gustan hacer, no perder el entusiasmo.
El dirigente social compartió un poema con tono irónico sobre el intendente de General Pueyrredón.
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