El último paso hacia la eternidad. Emanuel David Ginóbili ingresó al Salón de la Fama del básquetbol, el máximo lugar al que un jugador de este deporte puede llegar, para empezar a convivir para siempre con leyendas como Michael Jordan, Kobe Bryant, Magic Johnson, Shaquille O’Neal, entre muchas otras.
Rodeado de su familia (Many Oroño, su mujer, sus hijos, Dante, Nicola y Luca, y su hermano Leandro Ginóbili), y varios de los mejores cómplices que tuvo dentro de las canchas, como Tim Duncan -quien le dio la bienvenida protocolar- y Tony Parker en San Antonio Spurs, y Luis Scola, Fabricio Oberto, Andrés "Chapu" Nocioni, Pepe Sánchez y Gabriel Fernández, en la Selección Argentina, el bahiense se convirtió en el primer argentino en conseguir un lugar en el mítico Salón de la Fama, que está ubicado en la ciudad de Springfield, al sur del estado de Massachusetts, Estados Unidos.
En un discurso emotivo, moderado y en el que habló con el corazón en la mano, Ginóbili, de 45 añso, comenzó resaltando los valores colectivos por sobre los individuales y reconoció a cada uno de los equipos de los que formó parte: Andino de La Rioja, Estudiantes de Bahía Blanca, Reggio Calabria, Kinder Bolonia, San Antonio Spurs y la Generación Dorada.
Manu se emocionó agradeciéndole a Gregg Popovich, su entrenador en los Spurs, que estuvo presente durante la ceremonia, al igual que otros técnicos que lo marcaron como Julio Lamas y Huevo Sánchez. "Pop, que puedo decir de vos. Fuiste tan importante para mí y mi familia, nunca podré agradecerte lo suficiente", dijo el argentino.
Párrafo aparte para el momento en que Ginóbili se tomó para agradecerle a la Generación Dorada. "Lo más increíble de mi carrera es que al mismo tiempo que estaba con los Spurs tuve una fantástica carrera con mi Selección, igual de divertida, igual de exitosa. Siempre lo hicimos todo como equipo. Aprecio cómo estuvimos tanto tiempo juntos, los campeonatos, las conversaciones, los desayunos, el jetlag. Eso es más que amistad, eso es hermandad. Ojalá tengamos más aventuras fuera de la cancha", manifestó.
Sin dudas, el pico más conmovedor de la noche fue cuando Manu pidió unos minutos para hablar en español y dirigirse a sus más íntimos, entre lágrimas y con la voz quebrada. "Sepo y Lea (sus hermanos), gracias por aclarar mi camino, gracias por la inspiración. Me empujaron de chiquitos porque yo quería ser igual que ustedes. Papá, cómo me hubiese gustado que estuvieras acá, que pudieras entender lo que está pasando. Mi primer fiel y más grande seguidor. Te extraño mucho, viejito... Mamá, sé que estas mirando. Me llevó tener tres hijos varones para entender los sacrificios que hiciste por nosotros. Gracias por el amor, la libertad de elegir, gracias".
Claro que también hubo lugar para palabras dedicadas especialmente a los Spurs y para cada club que fue parte de la vida del argentino y de su desarrollo como jugador.
Fue una noche completa, con fanáticos que se acercaron a las inmediaciones de la sala para acompañarlo desde afuera, y con ovaciones que le regalaron desde adentro cada vez que lo nombraron. Fue la noche en la que Manu Ginóbili hizo eterna su leyenda.