“Promising Young Woman”: ¿qué le dice la película a los hombres?
De cara a la próxima edición de los Oscar, hablamos con dos hombres docentes y activistas para reflexionar sobre qué dice la película sobre masculinidades y por qué es necesario repensar y deconstruir paradigmas. Eso sí: contiene spoilers.
Una noche más dentro de un bar. Bajo las luces de neón un grupo de hombres observa a una mujer sentada sola, desorientada y borracha en un sillón rojo, y comentan qué harían con ella en ese estado; “se ponen solas en peligro”, dicen. Uno de ellos se muestra preocupado y se ofrece a ver “si ella está bien”; minutos después la sube a un taxi y la lleva a su casa, específicamente a su cama. Cuando la mujer le pregunta: “¿Qué estás haciendo?”, se hace el desentendido; pero cuando ella se incorpora con total sobriedad y repite la pregunta, el hombre la observa, se detiene, se termina la noche y comienza la película.
“Bajo ese argumento de amabilidad termina ejerciendo el intento de abuso. Es una cáscara. Está buenísimo mostrar eso, porque se suele mostrar a los hombres violentos como monstruos que los hombres ven y dicen ‘ese no soy yo’, pero en este caso era amable”; el que reflexiona es Gustavo, docente, activista e integrante de “Masculinidades del Sur”, quien define a la película como “impactante”.
Según cuenta a este medio, recuerda claramente lo que sintió al terminar de verla: “Con mi compañera estuvimos como dos horas hablando y debatiendo muy fuerte. Lo primero que sentí fue incomodidad”. Su compañero, Lucas, coincide y amplía: “No solamente me generó incomodidad, me costó verla, no porque no esté buena, sino porque la pasaba mal. Esto es por reconocer instancias de la película en el cotidiano”.
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La escena forma parte de la película “Promising Young Woman”, una de las candidatas a “Mejor película” en los premios Oscar, que fue producida, dirigida y escrita por Emerald Fennell, actriz en “The Crown” y showrunner de “Killing Eve”. Junto a Chloe Zhao está nominada a la próxima edición de los Oscar, lo que representa un hecho histórico: por primera vez dos mujeres fueron nominadas a "Mejor dirección" -si, el récord son dos-.
La trama sigue a Cassandra (Carey Mulligan), una mujer de 30 años que vive junto a sus papás y que trabaja todo el día en una cafetería a cargo de su jefa, Gail (Laverne Cox). Pero de noche es otra historia: finge que está borracha para evidenciar cómo los hombres intentan aprovechar su estado de vulnerabilidad en bares y boliches. Las respuestas siempre son las mismas: “Yo soy un buen tipo”, “ustedes siempre arruinan todo”; como plantea la periodista Luciana Peker en su libro “Sexteame” (2020),“las rebeldes no son estéticamente bellas o aceptables para una mirada que plantea a quienes desea como objetos de quedarnos y no como sujetas activas”. Cuando llega a su casa, Cassie enumera en un cuaderno a los hombres que cruza con el mismo comportamiento, y repite la secuencia semana tras semana.
Esta lucha contra la violencia machista de Cassie surge tras la necesidad de exigir justicia por su amiga y ex compañera de facultad de medicina, Nina. Según podemos ver cuando avanza la película, la joven fue víctima de violación por parte de un grupo de compañeros de la carrera, y cuando contó lo que sucedió nadie le creyó; tiempo después se suicidó.
Según contó la directora en La Vanguardia, la intención era “hacer una película que resultara muy auténtica y honesta”: “Me interesa nuestra cultura y cómo el tipo de cosas que eran normales cuando iba la universidad, hace unos diez años, ahora parecen cosas horrendas”, dijo y agregó a Vogue: “Todas las comedias en la tele mostraban que el cuerpo de las mujeres era un premio que había que conseguir costase lo que costase”.
Por momentos la película muestra una comedia negra, por otro es una ironía de los clásicos románticos y también un thriller de suspenso. Ese combo está relatado en una paleta estética de colores pasteles que ilustran las escenas de día, que contrasta con los tonos oscuros de la noche, y con himnos pop como “Toxic” de Britney Spears sonando de fondo, en una versión arreglada a cargo de Anthony Willis; en un ensayo para Maire Claire, la periodista Ilana Kaplan considera que no fue casualidad la elección de la banda sonora, ya que “las artistas femeninas a menudo han usado sus canciones para reclamar el poder que les quitaron los hombres”.
Esta historia llega en plena era #MeToo que en Argentina se palpita con la lucha por #NiUnaMenos: “Siempre ha sido pertinente hablar de esto, pero creo ahora se ha vuelto ahora más fácil, la gente se siente más cómoda ahora poniendo dinero para producir una película sobre este asunto”, dijo la directora a El Español.
Pero todo esto nosotras ya lo sabemos.Quizá sea el momento de empezar a preguntarnos cómo interpela y moviliza todo este escenario a los hombres. ¿Por qué es hora de repensar las masculinidades? ¿cómo se relacionan con la idea de consentimiento? ¿qué significa la culpabilización de la víctima y la falta de responsabilidad de los femicidas? ¿qué tiene la película para decir sobre esto?
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“Es la peor pesadilla de todo hombre, ser acusado de esa manera”
“¿Puedes adivinar cuál es la peor pesadilla de las mujeres?”
La película pone en primer plano un tema tan importante como necesario: consentimiento -lo que explora también la serie “I May Destroy You”-. El ‘no’ es ‘no’ en todos los idiomas, y cualquier relación debe ser acordada por las diferentes partes de forma clara y segura; sin embargo, bajo diferentes excusas como “éramos muy jóvenes” o “pasaba todo el tiempo”, se desdibujan los límites y pasamos a hablar de violencias y abusos.
“Es importante y urgente que los varones hablemos de esto. A mi me tensiona porque estamos todo el tiempo al borde de eso, quienes no lo hacemos nos queda la sensación de decir ¿cuántas veces me hice el boludo?”, opinan los activistas. Esto es lo que se conoce como la “cultura de la violación”, que implica culpabiliza o negar a la víctima y defender al abusador.
Cual venganza feminista, como sabemos Cassie se propone desenmascarar el encubrimiento y la violencia machista a través del caso de su amiga, Nina. Para eso se dirige a los involucrados en el caso, abogados e incluso hasta la directora de universidad, quien le dice que no la defendió porque “no podía arruinarle la vida a un pibe prometedor”.
Esto demuestra que la complicidad y encubrimiento no son casos aislados: son prácticas que responden a un sistema social, judicial y estructural que lo permite, avala y naturaliza. “Privilegian a los varones antes de una piba que denunciaba una situación de abuso. Se busca sostener el buen nombre, de no mancharse, de no tener un costo social, público”, analizan los activistas.
En este punto los activistas cuestionan el hecho de que la protagonista proyecte esta lucha solo desde lo individual: “Es siempre ella contra todo. Eso puede jugar en contra, estar sola cuando hay tantos colectivos de mujeres, agrupaciones feministas, organizaciones barriales, me parece que eso no está laburado”, consideran.
Hacia el final de la película Cassie se encuentra cara a cara con Al Monroe, el abusador de su amiga, durante su despedida de soltero. Cuando lo enfrenta, él la asfixia y la mata. Su amigo lo cubre, y le dice que no pasó nada. Cassie imaginaba la situación y envió un video que evidencia lo ocurrido con Nina a la policía, por lo cual el femicida termina preso. La escena abrió el debate en redes sociales: ¿es una buena decisión el final de la protagonista?
“Me quedó un sabor amargo con el final. Más allá de que se hizo justicia el sistema se volvió a comer otra vida de otra mujer porque él quedó vivo, esa es la sensación que me quedó”, opina Gustavo a lo que Lucas agrega: “No me gustó, me hizo demasiado ruido el mensaje que da, la idea de justicia que termina transmitiendo, entregar la vida por la idea de justicia. ¿Se tenía que morir para que la justicia accione? ¿es el único camino de las mujeres para modificar algo del sistema patriarcal?”.
Esto da cuenta de la (falta de) justicia con perspectiva de género que existe en nuestra sociedad. En diálogo con Filo.News la abogada feminista Sabrina Cartabia habla de “justicia patriarcal” como aquella que “aplica estereotipos": "En las facultades de derecho, no abarcan la perspectiva de género; por lo tanto, estamos un poco condenadas a la mala praxis, porque si no incorporamos las experiencias y necesidades de mujeres, todo análisis que se haga, propuesta, probatoria, procesal va a ser errada", sigue. Podés leer más sobre el tema acá.
Según consignó El Imparcial, el propósito de la directora siempre fue evidenciar esta realidad: “En teoría, había muchas versiones del final que pudieron haber pasado. Lo primero que entregué era mucho más duro, diría yo, y mucho más sombrío. Ciertamente, nunca hubo un final escrito en el que ella le cortara a todos sus partes íntimas y se alejara con un cigarrillo en cámara lenta. El final que QUEREMOS, no es posible. Ese es el objetivo de la película, en realidad”.
Según opinan los activistas, la película no generaliza una sola mirada acerca de los varones, aunque sí deja un mensaje para reflexionar: “Es importante y urgente que nos responsabilizamos los varones de las prácticas abusivas que tenemos”, dicen. ¿Qué se puede hacer en este escenario? ¿por dónde se empieza?
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Primero lo primero: es clave empezar a pensar qué nos dijeron sobre “ser hombre” o “ser macho”. Según explican los activistas en redes, eso significa “repensar el modo en que ejercemos nuestros comportamientos en distintos espacios sociales. Como dice Ariel Sanchez -Promoción de Masculinidades para la Igualdad- hemos sido educados sobre mandatos que reproducen las violencias. Eso requiere arremangarse, trabajar con lo que nos duele, nos molesta, nos incomoda: nuestra masculinidad”.
En esta nota, la periodista Paula Giménez habla de ‘masculinidad hegemónica’ a deconstruir: “La mayoría de los cuentos, películas, dibujos animados y consumos mainstream continúan dando mensajes sexistas y amalgamando con preconceptos al varón violento de mañana. La tarea es desarmar esa masculinidad que es, básicamente, el principal problema y los hijos sanos del patriarcado víctimas y victimarios de sus propias exigencias”, expresa en esta nota.
Para repensar nuevos mundos y nuevos vínculos, lo primero es poder llamar las cosas por su nombre. ¿Sirve hablar de “masculinidades tóxicas”? “Hay una discusión importante con esa palabra. Me parece que termina siendo un término hasta un poco impráctico a veces. Es violencia, manipulación, abuso, habría que poner bien las palabras. En redes, en instagram ‘lo tóxico’ aparece como algo gracioso. Me parece que es un término mal utilizado, que presta a confusión y le quita gravedad”, analizan y siguen: “No somos tóxicos, tenemos prácticas abusivas, violentas y hacemos uso de la desigualdad en el poder todo el tiempo. Estamos criados para eso, es sumamente interesante planteamos esto, en nuestras familias, pareja, amigos, en la organización de una casa, de nuestro día a día".
"Alguna fibra te tiene que mover, en general y en la práctica masculina individual: ¿por casa cómo andamos?”, dicen los activistas.
Tras su estreno la productora de cine Focus Features se unió a RAINN, el grupo contra la violencia sexual, para realizar proyecciones virtuales gratuitas de “Promising Young Woman” para estudiantes universitarios en Campus Circle. “Si hace que sea un poco más fácil tener esta conversación entre chicos, entre hombres, entre hombres y mujeres, maravilloso. Eso es todo lo que puede hacer una película, llevarte a tener una conversación”, aspira la directora, según publicó La Nación.
Es que la película pone la lupa sobre todos estos temas. La violencia machista es una realidad, no somos histéricas ni estamos exagerando: en nuestro país muere una mujer cada 20 horas. En vez de hablar sobre lo que hace o no la protagonista, quizá el debate que tiene que despertar la película también está destinado a ellos.
Como resumen los activistas: “Cualquier varón que la vea o tiene un alto nivel de negación o se va a sentir interpelado. Es clave que no solo llegue a los varones que por ahí estamos intentando cuestionarnos algo, que dejemos de hablarnos entre nosotros, que podamos llegar a ese pibe que ve bien hacer eso. No creo que ningún varón la vea y no sienta nada, alguna fibra te tiene que mover, en general y en la práctica masculina individual: ¿por casa cómo andamos?”.