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Ciencia #tecnología#Neurociencia#cerebro

Cómo Internet está cambiando la función y estructura de nuestros cerebros

Las evidencias que plantea el estudio, sugieren que nuestro estilo de vida moderno puede estar alterando las regiones del cerebro asociadas con la atención, la memoria y las habilidades sociales.

Cómo Internet está cambiando la función y estructura de nuestros cerebros

Desde la recolección de los alimentos que ingerimos, hasta la búsqueda de un/a compañero/a y la comunicación con otros miembros de la sociedad en general: muchas de las actividades humanas más básicas que antes realizábamos en un panorama más tangible, ahora se llevan a cabo en el ámbito virtual.

No debería sorprender entonces, que las múltiple regiones del cerebro involucradas en la coordinación de estas tareas de todos los días se estén adaptando a este modo de vida ultramoderno. Y aunque la investigación sobre el impacto de Internet en la función cerebral aún está siendo desarrollada, un equipo internacional de investigadores estuvo recopilado informes de todo lo que aprendimos hasta ahora sobre cómo la vida digital está alterando nuestras mentes y modificando literalmente sus funciones.

El informe publicado en la revista científica World Psychiatry, fue realizada por científicos de la Universidad de Oxford, la Universidad de Harvard, la Universidad de Western Sydney, la Universidad de Kings y la Universidad de Manchester. El paper examina los resultados de una serie de estudios de imágenes cerebrales para evaluar algunas de las principales hipótesis con respecto a cómo internet puede afectar nuestros cerebros. Aunque los hallazgos no pretenden tomarse como evidencia sólida, las demostraciones del estudio sugieren que nuestro estilo de vida online están alterando las regiones del cerebro asociadas con la atención, la memoria y las habilidades sociales, entre otras.

Para dar un ejemplo. Uno de los estudios encontró que las personas que revisan compulsivamente sus teléfonos redujeron la materia gris en ciertas áreas de la corteza prefrontal (que están asociadas con mantener el enfoque frente a las distracciones). Como consecuencia, estas personas tendían a tener un peor desempeño en trabajos relacionados con mantener la atención o el foco en tareas.

Por otro lado, la familiaridad inconsciente de los motores de búsqueda como Google, también llevan a la teoría de que empezamos a confiar demasiado en Internet como fuente de información, agraviando nuestra propia capacidad de memoria interna.

En apoyo de esta hipótesis, los investigadores apuntan a otro estudio que demuestra que las personas tienden a recordar menos la información que encuentran en linea a que la que leen en una enciclopedia, por ejemplo. Las exploraciones cerebrales mostraron que este efecto se correlacionaba con una activación reducida de la corriente ventral del cerebro, un sistema de recuperación de memoria clave al recopilar información en línea. Este hallazgo plantea la posibilidad de que el aprendizaje online no puede activar suficientemente las regiones clave del cerebro necesarias para el almacenamiento de memoria a largo plazo. 

Las redes sociales son un ámbito clave para este estudio, atribuyéndolo a la modificación de los centros sociales de nuestros cerebros. Por ejemplo, uno de estos estudios encontró que el número de amigos en Facebook que una persona tiene determina el volumen de materia gris en la corteza entorrinal derecha, que antes se asociaba con la capacidad de asociar nombres y caras. 

Como las redes alientan a tener más conexiones con personas pero con vínculos más débiles, se requiere de una mayor capacidad para poner nombres a los rostros. De la forma "tradicional" y sin Internet de por medio, las personas tendían a tener relaciones más profundas pero con una red más pequeña de personas y, por lo tanto, requerían diferentes adaptaciones dentro de las regiones sociales del cerebro.

A fin de cuentas y siendo muy generales, esta información proveída por grandes investigadores no es lo suficientemente concluyente ni detallada como para afirmar que Internet nos está haciendo mal. Lo que sí está claro, sin embargo, es que cuanto más tiempo pasamos online, más alteramos nuestra función cognitiva.

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