Hace poco más de una semana Ecuador está paralizado y se encuentra en "Estado de excepción": se trasladó la sede de gobierno, las Fuerzas Armadas están en las calles, se permite la censura a los medios de comunicación que promuevan las protestas sociales y se cerraron puertos, aeropuertos y pasos fronterizos. Este recurso no se usaba desde 2005, cuando lo impusó el Coronel Lució Gutierrez, que terminó derrocado por la insurreción popular.
Las imagenes que se difunden, de fuerte represión entre manifestantes y la fuerzas públicas, pueden rápidamente llevarnos a la propia vivencia que tuvimos en la crisis de 2001, donde casualmente el FMI también tenia presencia en nuestro país.
Pero vayamos un poco para atrás, porque hace no tantos años se hablaba de Ecuador como el "milagro económico", el "jaguar latinoamericano". Incluso se invocaba como un buen ejemplo de dolarización de una economía.
Dolarizar male sal
Desde el 2000, Ecuador oficializó el dolar como moneda oficial. Se despidió del sucre y paso a usar la divisa norteamericana como propia. Esta medida se tomó para reducir la inflación en el país y generar una estabilidad macroeconómica que superará los vaivenes que sufría la moneda que emitian nacionalmente.
¿Les suena el argumento? Debería, porque también aparece cada tanto en Argentina, cuando hay shocks inflacionarios y se pierde la fe en el peso. Lo que no se suele nombrar son los costos de esta decisión.
Perder la soberanía monetaria tiene como correlato perder la posibilidad de hacer política monetaria (ya sea contractiva o expansiva). De esta forma, ante desequilibrios en el desenvolvimiento económico la política fiscal es la única herramienta posible para actuar y quedará supeditada a los ingresos fiscales de ese período.
Las políticas del Fondo y la pesada herencia
Ante los desequilibrios económicos sufridos desde 2013, Ecuador acudió finalmente al Fondo Monetario Internacional para solventar el déficit. De esta forma, en marzo de este año acordaron un préstamo de 10 mil millones de dólares de los cuáles ya recibieron 4.209 millones.
La justificación fue similar a la que se dio en nuestro país: "Gastamos de más y ahora debemos hacernos cargo de la herencia". Lo cual en Ecuador tenia mayor sentido porque necesitaban dólares y no podían resolverlo con política monetaria, sin endeudarse.
Ahora bien, como argentinos sabemos muy bien que los préstamos con el FMI no vienen solos sino que se acompañan de recomendaciones de políticas económicas que se deben cumplir para poder seguir recibiendo dólares. Las medidas recomendadas son las propias del organismo multilateral: reducción del gasto público y reformas estructurales que tiendan a reducir la intervención pública.
Plan Austeridad
La reducción del gasto público ecuatoriano se generó por: reducción salarial del 20% en los contratos públicos temporales, reducción del tiempo de vacaciones a la mitad y los empleados públicos deben "aportar" un día de salario al mes al estado.
Pero no alcanzó, y se avanzó también con la quita de subsidios a los combustibles. Estas fueron las medidas que más rechazó generaron ya que se trata de subsidios de larga data en el país y porque su impacto fue un fuerte aumento en el precio de la nafta y el gasoil. A su vez, esto impactó en el precio de los transportes y de los alimentos, por ende en la reducción en el poder de compra de los ecuatorianos.
¿Por qué nos tiene que importar?
En primer lugar, es difícil no sentir empatía por la situación que está atravesando el país vecino. Sobretodo con nuestra propia historia encima. En segundo lugar, desde un lugar más racional, lo que sucede en Ecuador nos tiene que importar porque se relaciona con quien hoy es nuestro principal acreedor.
Si bien las relaciones entre Argentina y el FMI no están suspendidas sí lo están, por el momento, los desembolsos que faltan ingresar. En este sentido, la renegociación/reestructuración/reperfilamiento (o el nombre que más les guste) será el paso a seguir para definir cúal será la relación con el organismo.
En fin, esto nos importa porque lo que estamos viendo en Ecuador nos puede doler por nuestro pasado pero no tenemos que olvidarnos que nosotros también tenemos encima al mismo FMI, que impone la misma receta.