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Qué mal qué bien: en Argentina nacen menos bebés

En esta nota las razones por las cuales la densidad demofráfica de nuestro país disminuye. La ESI y los embarazos adolescentes, enemigos de un gobierno que desfinancia planes preventivos y que marca un profundo desinterés por empoderar a las adolescencias.    

Qué mal qué bien: en Argentina nacen menos bebés

En el medio de una de la crisis económica más grande de nuestro país, la caída de la natalidad en Argentina se pronuncia. Nacen 260.000 bebés menos por año que hace una década y esto inquieta a ciertos sectores del Gobierno.

Además, este 28 de mayo se celebra el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, lo cual hablar de natalidad se vuelve imperioso. ¿Qué pasa con las personas gestantes? ¿Por qué ya nadie quiere tener hijos? ¿Cuáles son las consecuencias de que nazca cada vez menos gente?

Para tratar de entenderlo, hablé con Juan Camisassa, coordinador del programa Protección Social de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). El especialista no desconoce los desafíos que traen estos cambios demográficos, pero también destaca oportunidades. 

Hay que aclararlo también, la baja de natalidad excede a la Argentina, esta problemática sucede alrededor de todo el mundo desde hace décadas y tiene que ver, entre muchas variantes, con un sistema capitalista que alienta pero a su vez no permite el crecimiento demográfico.  

Esta pausa en la reproducción sucede con fuerza a partir de los años 70 y se asocia muchas veces a la llegada de la pastilla anticonceptiva. La posibilidad de no quedar embarazada fue y es aún un gran poder con el que cuentan las personas gestantes. Aún así, para el especialista, el decrecimiento no tiene que ver con eso.

“Es un fenómeno que excede ampliamente a la aparición de la pastilla anticonceptiva. Los procesos de urbanización, la expansión del acceso a la educación y la salud, el crecimiento del trabajo asalariado y la mayor autonomía económica y física de las mujeres son factores que se interrelacionan entre sí detrás de la caída que se observa a nivel global a partir de la década del 70”, sostiene.

Esos datos corresponden a nivel global ya que para Argentina, pretend to be shocked, la historia es distinta. “Es preciso marcar que en Argentina no se observa una baja de la fecundidad a partir de la década del 70. La fecundidad en nuestro país presenta una trayectoria particular, diferente a la del resto de la región”.

“Argentina inició su proceso de descenso de la fecundidad tempranamente, entre fines del siglo XIX y principios del XX, y en 1960 tenía un promedio de 3 hijos/as por mujer, la mitad que el promedio de la región. Sin embargo, esta tendencia se estancó desde mediados del siglo pasado, y sólo se reinició, aunque con poca intensidad, a mediados de la década de los 90. De hecho, el país tuvo un pequeño baby boom en la segunda mitad de la década de los 70, en contraposición con las tendencias regionales y globales”, explica Camisassa.

El principial ¿problema?

El Diputado de la Provincia de Buenos Aires, Agustín Romo, subió en su cuenta oficial de X un gráfico que indica que, en nuestro país, la natalidad baja desde el 2014.

Para el especialista de CIPPEC, son tantos los factores que indica apresurado hacer un análisis contundente al respecto. Aún así, acerca a la entrevista una conclusión de lo más lógica: la "culpa", entre tantas cosas, la tiene la Educación Sexual Integral.  

“Si bien no es posible aislar un único factor, la disminución en la fecundidad parece haber sido resultado de cambios de preferencias en la población, sumados a una política activa del Estado, a nivel nacional y provincial, de provisión de variados métodos anticonceptivos (por ejemplo, de larga duración) y mejor acceso a servicios de salud e información sobre educación sexual integral”, sostiene.

Acá el análisis se pone mejor porque si bien es cierto que una densidad demográfica en disminución puede traer problemas a largo plazo, las razones por las cuales sucede este fenómeno trae consigo buenas noticias.

“Es imposible identificar una causa única. Lo que sí es clave mencionar es que lo que más cayó en los últimos 8 años fue la tasa de fecundidad adolescente. La tasa de fecundidad global bajó un 38% entre 2014 y 2022, mientras que la adolescente cayó un 62%”, indica.

Durante la última década, la frase que indica que "la información es poder" se repitió hasta el cansancio y estos números sólo lo confirman. “Su caída constituye una muy buena noticia: la mayoría de los embarazos en edades tempranas son no intencionales y limitan las oportunidades educativas y laborales de las jóvenes madres, condicionando su autonomía económica y afectando negativamente el desarrollo y las perspectivas futuras de sus hijos”. 

El pico más alto de embarazos adolescentes se registró en 2015 con 110 mil, de los cuales 7 de cada 10 eran no intencionales. Fue esa cifra la que creó las bases para el Plan Enia que comenzó a implementarse durante el gobierno de Mauricio Macri en el 2017.

Además del trabajo territorial, el plan tuvo un consejo asesor conformado por 25 organizaciones de la sociedad civil, seis expertas y organismos del sistema de Naciones Unidas. A su vez UNICEF y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) colaboraron desde sus inicios. Hasta diciembre de 2023, la aplicación del plan se realizaba a través de los ministerios nacionales de Salud, Desarrollo Social y Educación. En la actualidad estos dos exministerios forman parte del Ministerio de Capital Humano que hace un mes decidió de forma intespestiva desmantelar el Plan Enia y eliminar consigo todos sus avances.

La contradicción es total ya que el tuit de Romo llega después de que Milei sostuviera que la agenda de derechos sexuales y reproductivos no tenía ninguna importancia. Al parecer y según estos números, cómo nos vinculamos con la reproducción tiene algunas implicancias relevantes. 

Es un tema complejo, La Libertad Avanza estuvo y está explícitamente en contra de la Educación Sexual Integral y, al parecer, el objetivo de crecer demográficamente existe por sobre cualquier problemática mayor como lo son, por ejemplo, los embarazos en la adolescencia.

La jubilación, la clave

¿Cuáles son las consecuencias de una población con baja natalidad? Para el especialista en el corto plazo, la caída de los embarazos adolescentes es una oportunidad para potenciar las trayectorias educativas y laborales de miles de jóvenes. 

"La caída en la fecundidad global tiene un impacto directo en las políticas educativas de corto plazo: el número de niños/as que ingresará en los años venideros a la educación obligatoria será significativamente menor al que lo hacía hace apenas 5 años. Esta diferencia se mantendrá a lo largo del tiempo e irá, progresivamente, afectando a los distintos niveles educativos, liberando recursos y permitiendo concentrar esfuerzos en menos estudiantes", explica.

Para la CIPPEC la clave para evitar un colapso social tiene que ver con la aplicación de políticas públicas que cuiden y mejoren las condiciones de las personas de la tercera edad. "En el mediano plazo, la caída en la fecundidad y el esperable aumento de la esperanza de vida acelerarán el envejecimiento poblacional. A modo de ejemplo: en 2020, el número de personas mayores de 65 años era equivalente a un 18% de la población en edad de trabajar; dentro de 35 años, esta porcentaje se duplicará: habrá 36 mayores de 65 años por cada 100 habitantes en edad activa (Proyecciones de población de Naciones Unidas, 2022)", sostiene.

Contrario a cómo debería ser, la situación del sistema previsional atraviesa una fuerte crisis y son las personas de la tercera edad las más perjudicadas en la ecuación libertaria. De hecho, el especialista advierte que es el momento de revertir esa realidad para que luego no sea demasiado tarde. 

"En este escenario, para poder sostener y mejorar el Estado de Bienestar, es preciso realizar inversiones en el presente que garanticen los derechos de niños/as y den lugar a un aumento de productividad de los/as trabajadores/as del futuro. Al mismo tiempo, abordar la sostenibilidad del sistema previsional lo antes posible: las reformas en este punto comienzan a tener efecto solamente sobre las nuevas jubilaciones, por lo que el impacto fiscal y distributivo empieza a verse muchos años después", finaliza.