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La película de Alfonso Cuarón es vista como una amenaza por empresarios de la industria del cine - pero por nada que tenga que ver con su contenido
“Roma” es una candidata perfecta al Oscar. Una historia realista pero filmada con impresionante belleza. Premios en festivales internacionales. Un director que ya ha recibido el premio. En cualquier otro año, sería la ganadora cantada. Pero esta vez no es tan así, y es por una sóla razón: Netflix.
El servicio de streaming que revolucionó el mercado de las series está buscando hacer algo parecido con el cine, algo que no gusta nada a las grandes cadenas de salas cinematográficas de Estados Unidos y el resto del mundo. Netflix no tiene problema con que sus películas se estrenen en cines... mientras sea en simultáneo con el servicio de streaming, algo a lo que estas cadenas se niegan sistemáticamente porque la base de su negocio está en la exclusividad.
Netflix empezó su apuesta por las producciones cinematográficas originales de forma cautelosa, concentrándose en financiar documentales y adquirir películas independientes interesantes en el festival de Sundance. Y ni siquiera así se la hicieron fácil en la Academia.
Desde 2014, Netflix ha logrado un nominado anual en la categoría de mejor documental. Cada año llegaba con el favorito, cada año el servicio era derrotado. En 2014 fue “The Square”, en 2015 “Virunga”, en 2016 “What Happened, Miss Simone?” y en 2017 “Enmienda 13”, el devastador documental de Ava DuVernay que fue derrotado por “O.J: Made in America”, una producción televisiva de ESPN de 8 horas que a ojos de varios analistas rompía muchas reglas de participación.
De cualquier manera, en 2017 Netflix se llevó su primer oscar, a mejor corto documental por “Cascos Blancos”, y en 2018 se terminó la mala racha en mejor documental con “Icarus”, una exhaustiva investigación sobre el doping en el ciclismo.
En lo que respecta a cine narrativo, Netflix no ha tenido mucha suerte. El año pasado recibió cuatro nominaciones por “Mudbound” (película que en nuestro país no fue distribuida por este servicio) y no ganó ninguna. Pero “Roma” es imparable.
Envalentonada por el éxito de sus modestas producciones, Netflix empezó a invertir millones en su unidad de producción cinematográfica. Sus estrenos de los últimos años tienen poco que envidiar a cualquier tanque de Hollywood, sean fracasos (“Death Note”), éxitos (“Bird Box”) o algo intermedio (“Bright”).
Además de estos candidatos a tanques, el servicio se volvió el hogar de directores de alto perfil que tenían dificultades para conseguir financiación. Durante 2017 y 2018 se estrenaron películas de luminarias del cine como los hermanos Coen (“La Balada de Buster Scruggs”), Bong joon-ho (“Okja”) y David Mackenzie (“Outlaw King”).
El problema con estas películas de perfil menos comercial es que su camino tradicional empieza en los festivales internacionales, que suelen estar financiados por grupos opuestos a Netflix: las asociaciones de dueños de salas de cine.
En 2017 Netflix presentó dos películas en Cannes, el más prestigioso de todos los festivales, y fueron objeto de la crítica de los dueños de cadenas de cine y de la prensa francesa, que ve el acto de ir al cine como una experiencia casi religiosa - además de ser una industria fuertemente protegida por el estado de ese país. De más está decir que el jurado de Pedro Almodóvar no dio un solo premio a Netflix.
Al año siguiente Cannes se negó a aceptar películas de Netflix a menos que se estrenen en salas tres meses antes, algo que va en contra del modelo de distribución de la compañía que prefiere estrenos mundiales en su servicio. Netflix decidió retirar las dos películas que iban a presentar. Una de ellas, casualmente, era “Roma”.
“Roma” se estrenó - y ganó el premio mayor - en agosto en el Festival de Cine de Venecia, donde Netflix aprovechó para estrenar otras cinco películas. Los distribuidores italianos, asociados en dos sindicatos, repudiaron la decisión de Alberto Barbera, director del festival, que no se preocupó mucho por las protestas.
“Venecia se benefició de toda esa polémica entre Cannes y Netflix porque logramos conseguir un par de películas que iban a ser estrenadas en Cannes. El tema de estrenar antes en salas es una situación particularmente francesa, y en mi opinión no tiene ningún sentido.”
Y aún así, Netflix siguió recibiendo críticas por su modelo de distribución, no sólo de los dueños de las salas, sino de algunos de los directores más importantes del mundo del cine.
Steven Spielberg dijo que “una película que no se estrena en cine es un telefilm”, Christopher Nolan alegó que nunca trabajaría con Netflix (luego pidió disculpas por su poca amabilidad), y hasta el mismo Alfonso Cuarón dijo que la experiencia completa de “Roma” solo puede vivirse en una sala de cine.
“Roma” pasó por las salas, pero sólo en grandes ciudades y sólo en salas especializadas. Ni siquiera en México se pudo ver de la forma masiva que Cuarón quería. Las grandes cadenas Cinemex y Cinépolis se negaron a proyectarla, pidiendo una exclusividad de al menos 90 días. Netflix ofrecía solo tres semanas.
Quiero muchas más funciones en Mexico, tenemos todas las salas que hemos podido conseguir que, tristemente, son 40. Para poner las cosas en perspectiva, en Polonia se exhibirá en 57 salas y en Corea del Sur en 50. ROMA está disponible a todas las salas que la quieran exhibir. https://t.co/V8YsdoJbGi
— Alfonso Cuaron (@alfonsocuaron) 20 de noviembre de 2018
En Estados Unidos el resultado fue parecido. “Roma” fue estrenada en un puñado de cines del circuito independiente, ya que Netflix no pudo llegar a un acuerdo ni siquiera con las cadenas medianas como Alamo Drafthouse. AMC, la cadena más grande del país, se negó a proyectarla en febrero tradicional mes en que proyectan las películas nominadas - a pesar de que films como “Black Panther” o “Infiltrado del Kkklan” salieron en formato hogareño hace meses.
Pero Netflix no se iba a detener ante nada. Quería esas nominaciones y estaba dispuesta a invertir lo que fuera. Y la cifra fue, según proyecciones de entre 25 y 30 millones de dólares. El doble de lo que costó filmar “Roma”.
La campaña, apuntada a los casi 10.000 miembros de la Academia incluyó posters, anuncios en prensa escrita y televisión, fiestas promocionales, y un espectacular libro de fotos que vale 175 dólares y se envió a miles de figuras de la industria del cine. En un acto de puro exceso, hasta se enviaron cajas de chocolates con una nota firmada por Yalitza Aparicio, protagonista de la película.
A pesar de la rebelión de los poderosos dueños de salas de cine, la campaña funcionó y en enero Roma recibió 10 nominaciones al Oscar. Igual, el marketing continúa, ya que la experiencia de años anteriores confirma a Netflix que con las nominaciones no alcanza.
Pero todo podría terminar saliendo bien para “Roma”, porque hace un par de semanas, antes de que se cerrasen las votaciones, la MPAA (Asociación de Cines de Estados Unidos) sumó a Netflix a sus filas. La MPAA es la organización más poderosa de la industria, engloba a los grandes estudios e intercede en la comercialización global de las películas.
¿Qué significa esto? Que Netflix ya no es una invasora, sino parte del club. La membresía en la MPAA permitirá a Netflix establecerse como estudio, y usar a la organización como intermediario para conversar con los dueños de las salas, además de un propósito que tiene poco y nada que ver con los Oscar: entrar al lucrativo mercado chino.
Si existían dudas por el lado de los estudios, ya no las hay. Las salas lentamente se resignan y hasta Cannes está negociando el regreso del servicio de streaming al festival. Si el domingo a eso de nuestras 2 de la mañana Alfonso Cuarón levanta esa estatuilla, el mensaje estará claro: el camino de Netflix ha sido allanado.
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