Después de sus dos series insignia, “House of Cards” (2013-2018) y “Orange Is the New Black” (2013-2019), Netflix se apoyó en la sofisticación y la calidad de “The Crown”, drama biográfico creado por Peter Morgan (“La Reina”) y Edward Hemming, con el que siempre buscaron emular las celebradas producciones de la BBC. Después de dos exitosas y premiadísimas temporadas, Claire Foy le cede la corona a OliviaColman, la madura Elizabeth II que empieza a transitar su segunda década como monarca del Reino Unido.
Esta tercera entrega retoma en 1964 tras el escándalo de John Profumo, un caso que dejó sus cicatrices en el círculo íntimo de la reina y el gobierno del primer ministro Harold Macmillan (Anton Lesser), quien decidió renunciar meses después. Ahora, es tiempo de una nueva elección y el nombre del laborista Harold Wilson (Jason Watkins) suena fuerte en las encuestas, pero no para la monarca que, siendo ‘simpatizante’ conservadora, empieza a dudar de sus lealtades. Las malas lenguas dicen que Wilson anda muy bien conectado con los rusos (o sea, la KGB), algo no muy bien visto en épocas de Guerra Fría, sobre todo para los aliados norteamericanos que van en puntitas de pies cuando se trata de los ingleses.
“Olding”, este primer episodio dirigido por Benjamin Caron (habitué de “The Crown”), hace referencia a cierto nombre clave, pero también al paso de los años que debe afrontar la soberana a los ojos de sus súbditos y del mundo. La ‘vejez’ (apenas 38 años) la vuelve más suspicaz, y lo que empieza como simples oídas, pronto se convierte en férrea sospecha cuando se ve influenciada por su tutor artístico Sir Anthony Blunt (Samuel West) y un moribundo Winston Churchill (John Lithgow).
Dicen que no hay que juzgar al libro por la portada y esta es una de las mejores lecciones que le deparan a Isabel en esta nueva etapa donde su reinado se encamina hacia grandes cambios políticos y económicos. En este arranque, la serie se atreve a mostrar a una protagonista más dubitativa y descolocada, aunque sea por un breve instante, demostrando que tras los protocolos y las apariencias hay seres humanos que pueden cometer errores.
De esta humanización se trata básicamente “The Crown”, aunque pocas veces se corra del melodrama. Esta nueva entrega da en el clavo con las adhesiones de Colman y Tobias Menzies como el príncipe Philip, pero también con Helena BonhamCarter, que toma la posta de la princesa Margaret. “Olding” apenas nos muestra la punta del iceberg en cuanto a su no tan exitoso matrimonio con Antony Armstrong-Jones (Ben Daniels), una relación que tendrá más bajos que altos.
La única crítica que se le puede achacar a “Ther Crown” en el estreno de su nueva temporada es su falta de riesgo narrativo, pero no mucho más. Su fórmula funciona porque la puesta en escena y las actuaciones conforman un todo tan correctísimo como el comportamiento público de estas figuras, pero juega bastante a lo seguro cuando se trata de mostrar los pequeños dramas tras bambalinas.
A pesar de lo avasallante de la impronta de Colman, “Olding” deja lugar para el lucimiento del resto del elenco, sobre todo para Watkins y sus honestas escenas junto a la reina. O un Churchill desgastado que es apenas la sombra de ese hombre poderoso que fue pilar para Elizabeth en los primeros y convulsionados años de su reinado. Esto es “The Crown”, pequeños grandes momentos dentro una historia conocida, donde los realizadores y sus protagonistas intentan mostrarnos esa otra cara de la monarquía más relevante del globo.