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La familia más terroríficamente simpática se muda a la pantalla grande en versión animada, con ganas de ganar nuevos adeptos.
Podemos decir que todas las generaciones tienen sus “Locos Addams”. Están los que crecieron viendo la serie en blanco y negro de la década del sesenta, en esas repeticiones infinitas de los mediodías de canal 13. Los que conocieron a Homero (el OTRO Homero), Morticia, Merlina y Pericles gracias a las películas noventeras de Barry Sonnenfeld, o los fans más acérrimos que los siguen desde Cemento, o desde las historietas de Charles Addams publicadas en The New Yorker, medio que vio nacer a esta familia muy normal.
Como el público se renueva y a los pequeñines les encantan las historias ‘terroríficas’, Metro-Goldwyn-Mayer se la juega con esta versión animada que, de alguna manera, nos cuenta los orígenes de esta simpática parentela. Todo arranca, justamente, la noche de bodas de Homero y Morticia, una amigable reunión familiar interrumpida por una turba asesina que quiere echar a sus monstruosos vecinos del lugar. De esta manera, el total de los Addams se dispersa por aquí y por allá, y la joven pareja de recién casados decide huir y hacer rancho donde nadie los pueda encontrar: Nueva Jersey.
En la cima de una colina, reparados tras la bruma de un pantano, encuentran un asilo abandonado (y embrujado), ideal para convertirlo en su nuevo hogar. Doce años después, los Addams ya son una familia tipo, lidiando con una hija adolescente y abúlica que no para de pelear con su mamá y un hijo que debe someterse a un complicado ritual (la Mazurka) para pasar de la niñez a la adultez. Todo muy normal.
Mientras tanto, abajo en la ciudad, Margaux Needler, la anfitriona de un reality show de esos que dejan tu casa como nueva, está creando una comunidad perfecta llamada Asimilación, y necesita que todo marche a las mil maravillas para su final de temporada y la subsiguiente venta de todas las propiedades. Para su fastidio, los Addams y su tétrica mansión se interponen en sus planes y hará lo que sea para deshacerse de ellos.
La trama de “Los Locos Addams” (The Addams Family, 2019) no presenta muchas vueltas ni sorpresas, pero esa eterna lucha por la tolerancia y la aceptación le calza muy bien a estas épocas oscuras. Sabemos que las excéntricas costumbres de la familia no están tan bien vistas por aquellos que no las comparten, pero el cariño y la unidad siempre le ganan a cualquier monstruo.
Los realizadores, Conrad Vernon y Greg Tiernan, tienen la tarea de traer a los Addams a la actualidad donde las redes sociales también juegan un papel fundamental en la vida de los habitantes de Asimilación. Por ahí se van a esparcir las habladurías y los odios que van a repercutir en la relación de los Addams con sus nuevos vecinos. Las relaciones padre-hijo y madre-hija también son un tópico que marcan esta aventura animada, donde los pequeñines se debaten las costumbres familiares y tratan de crear las propias.
Así, Merlina se hace amiga de Parker, la hija de Margaux -que tampoco quiere seguir los lineamientos de mamá- y decide continuar su educación en la secundaria pública, con todo lo que eso implica. Por su parte, Pericles no es muy ducho en eso de la Mazurka, y también se las tendrá que ver con las críticas y la presión de papá Homero.
“Los Locos Addams” se esfuerza por entregar una historia nueva y fresca que conecte con los más chicos a través de sus temas y moralejas, pero con la nostalgia suficiente para enganchar a los más grandes. El combo funciona sin mucho aspamento, aunque con el humor necesario y el entretenimiento justo para convertirse en una comedia familiar hecha y derecha. La película no ostenta muchas pretensiones, pero trastabilla cuando se toma a sí misma un poquito más en serio. Muchos de sus personajes caen en arquetipos demasiado explotados dentro del género infantil, simplificando las cosas y creyendo con los pequeñines no pueden entender.
Igual, lo mejor de todo son los Addams y sus excentricidades, pero lamentablemente acá no nos toca disfrutar de sus voces originales (Oscar Isaac, Charlize Theron, Chloë Grace Moretz y Finn Wolfhard). El doblaje latino (perdón doblajistas) le resta algunos matices a la actuación y refuerza esa noción de caricatura constante de los personajes, que la propia historia trata de subsanar, demostrando que esta parentela no es tan diferente a las otras de Asimilación.
Como ya es común en las películas animadas modernas (o cualquier película en general), acá no faltan las referencias pop, aunque Los Locos Addams tengan su propio universo de guiños (y rarezas) para explotar. Todos están presentes, con cancioncita incluida, porque no vale ver a los Addams sin cantar un poco y chasquear los dedos.
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