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Durante los últimos años las películas de Adam Sandler son sinónimo de basura, pero el público y el éxito lo siguen acompañando.
“No me metí en las películas para satisfacer a los críticos,” dijo Adam Sandler en una entrevista con el portal Independent en 2013 poco después del estreno de Son Como Niños 2 (“Grown Ups 2”), la película en la que comparte elenco con Chris Rock, Kevin James y David Spade que goza de un promedio de 13 en rojo brillante en el portal Metacritic.
Se podrá decir mucho del actor que saltó a la fama en Saturday Night Live a comienzos de la década del noventa, pero es innegable que ha sido fiel a sus principios. “Me metí para hacer reír a la gente y divertirme con mis amigos,” confesó el actor y guionista, que desde su productora Happy Gilmore se aseguró de tener un papel para sus colegas más cercanos (la gran mayoría en la ruina creativa) en cada una de sus películas.
Como la gran mayoría de los comediantes de su generación, Sandler comenzó como en el stand-up y se sumó al elenco de Saturday Night Live en 1991 después de ser descubierto por Dennis Miller. Aunque inició su carrera en el show como guionista, rápidamente saltó delante de cámara con populares personajes como Opera Man y Sleepyhead que le valieron tres nominaciones a los premios Emmy.
A diferencia de muchos de sus colegas, sin embargo, abandonó el programa en su mejor momento para volcarse al cine cuando su carrera había comenzado a despegar luego del sorpresivo éxito de Billy Madison en 1995. Un año después estrenaría Happy Gilmore, otro clásico de culto, y confirmaría su estatus de estrella
Durante las siguientes dos décadas Sandler continuó alimentando esa imagen de comediante, guionista y productor que no debe rendir cuentas y lo disfruta. Por cada “clásico” como La mejor de mis bodas (“The Wedding Singer”, 1998), Un papá genial (“Big Daddy”, 1999) o Como si fuera la primera vez (“50 First Dates”, 2004), hay dos o tres bodrios inmirables como Jack & Jill (2011), La peor semana (“The Week Of”, 2018), Son como niños 1 y 2 (“Grown Ups”, 2010) o (sí, es malísima, reconozcámoslo) El hijo del diablo (“Little Nicky”, 2000).
Lo más llamativo es que Sandler es un actor capaz de mucho más que historias y chistes que apelen al menor denominador común. Para el público fue una agradable sorpresa su interpretación de Barry Egan en la bella y melancólica comedia dramática Embriagado de amor (“Punch-Drunk Love”, 2003) de Paul Thomas Anderson como contraparte de una Emily Watson intocable. Roger Ebert lo definió de manera perfecta cuando dijo que “Sandler, liberado de las limitaciones de la fórmula, revela una inesperada profundidad como actor.”
Es profundidad volvió a salir a la luz en el dramón La esperanza vive en mí (“Reign Over Me”, 2007) junto a Don Cheadle, en "The Meyrowitz Stories (New and Selected)" del guionista y director Noah Baumbach, y en la subestimada Hazme reír (“Funny People”, 2010) en la que encontró un balance perfecto de humor y drama interpretando a un comediante al que le diagnostican una enfermedad terminal y repentinamente se da cuenta lo solo que lo ha dejado su popularidad.
Pero Sandler sigue su propio camino y le va muy bien: según la revista Forbes en 2011 fue el tercer actor mejor pago de Hollywood detrás de Johnny Depp y Leonardo Di Caprio porque sus películas son baratas (para los estándares de Hollywood) y suelen triplicar el presupuesto (incluso la abominable Jack and Jill, que costó unos 80 millones de dólares, recaudó 150 millones en todo el mundo). Su cine no es para paladares finos sino para las masas, razón por la cual Netflix, en 2014, firmó un acuerdo para distribuir de manera exclusiva en el servicio las próximas cuatro películas de la productora Happy Gilmore.
The Ridiculous 6 (2015), The Do-Over (2016), Sandy Wexler (2017) y la reciente Murder Mystery (2019) son el resultado de ese acuerdo, que fue renovado en 2017 después que The Ridiculous 6 rompiera récords de audiencia en la plataforma. De todas ellas es Sandy Wexler la mejor calificada, con un promedio de 40 puntos en el portal Metacritic, mientras el resto oscila entre los 18 y los 28 puntos.
Hoy Sandler cumple 53 años después de dedicarle casi tres décadas a hacer lo que más le gusta, sin compromisos, y en compañía de sus amigos. Quizá sea la anécdota del director Dennis Dugan la que describa perfectamente cómo sus relaciones profesionales se convierten de inmediato en vínculos personales:
“Conocí a Adam hace mucho. No era Adam Sandler por ese entonces, era sólo un pibe, y yo lo quería para mi película. Lo llamé cuatro veces pero los productores se negaban. Algunos años después el tipo es enorme. Yo quería dirigir Happy Gilmore con él. Entré en la habitación y él dice: ‘Vos sos el tipo que me quería para ese papel. No necesito saber nada más, quiero trabajar con vos’. Eso es Adam.”
La noticia fue confirmada por el portavoz militar hutí Yahya Saree.
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