Cuando el coronavirus golpeó a Wuhan, China, viajó rápido. Para febrero, los hospitales estaban llenos y la lista de espera para conseguir una ambulancia se extendía cada vez más. A nivel globar, en menos de un mes el número de casos confirmados se duplicó, pasando de aproximadamente 75.000 el 20 de febrero a más de 153.000 el 15 de marzo.
Las consecuencias obvias fueron los hospitales llenos, la imposibilidad de atender nuevos pacientes, la necesidad de contratar a cientos de nuevos médicos y el desabastecimiento de suministros médicos, entre otras cosas. Esta falta de recursos es lo que contribuye, en parte, a la enorme tasa de mortalidad que se vio, por ejemplo, en Italia y España.
Y según los organismos de salud, el COVID-19 continuará infectando a millones de personas en todo el mundo durante las próximas semanas y meses, pero la tasa de infección de una población —que refleja la velocidad a la que se propaga una enfermedad— puede marcar la diferencia.
En epidemiología, la idea de reducir la propagación de un virus para que menos personas necesiten buscar tratamiento en un momento dado se conoce como "aplanamiento de la curva". Y para reducir la propagación, muchos países están implementando pautas de "distanciamiento social".
¿Qué es la curva?
La "curva" de la que hablan los investigadoresse refiere al número proyectado de personas que contraerán COVID-19 durante un período de tiempo.
La curva toma diferentes formas, dependiendo de la tasa de infección del virus. Podría ser una curva empinada, en la que el virus se propaga exponencialmente (es decir, la cantidad de casos se duplican a un ritmo constante) y el número total de casos se dispara a su punto máximo en unas pocas semanas. Asimismo, después de que el virus infecta a casi todos los que pueden infectarse, los números de casos también comienzan a disminuir exponencialmente.
Este no es el escenario ideal, ya que cuanto más rápido se eleva esa curva (es decir, mayor cantidad de infectados en un menor tiempo), más rápido se sobrecarga el sistema de salud más allá de su capacidad para tratar a las personas.
Una curva más plana, por otro lado, supone que la misma cantidad de personas finalmente se infecta, pero durante un período de tiempo más largo. Esto se traduce en un sistema de atención médica menos sobrecargado, menos visitas al hospital en un día determinado y menos personas enfermas que no pueden ser atendidas apropiadamente.
¿Cómo se aplana la curva?
Como actualmente no existe una vacuna o medicamento específico para tratar el virus, la única forma de aplanar la curva es a través de la acción colectiva; como el lavado de manos frecuente y, sobre todo, el aislamiento social.