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¿Qué economía nos dejará la pandemia?

La nueva normalidad y sus consecuencias en el trabajo. Las desigualdades sociales que se profundizan con la llegada del virus.

¿Qué economía nos dejará la pandemia?
Repartidores de comida y clientes esperan por sus pedidos en un centro comercial de Pinklao en Bangkok

Hay muchos debates sobre cómo será la “nueva normalidad” una vez que hayamos superado la pandemia del coronavirus. Pese a que el futuro tiene más componentes de incertidumbre que nunca, aparecen algunos consensos sobre lo que se viene. Los cuidados de higiene y distanciamiento social pasarán a ser parte de lo cotidiano en el corto y mediano plazo. Estas precauciones tendrán sus consecuencias en la economía, incluso cuando las cuarentenas se levanten.

Las imágenes de los restaurantes en Holanda con mesas encapsuladas, nuevos protocolos en las fábricas productoras de automóviles, el cada vez más extendido trabajo remoto, la creación de una moneda digital por parte del Gobierno Chino, hasta el distanciamiento social en los parques de Estados Unidos son muestras de lo que se viene. ¿Cómo impactará esto en la economía?

La nueva normalidad

Si hay un sector que se pudo adelantar e inferir rápidamente hacia dónde se dirige la economía mundial en la nueva cotidianeidad que nos deja esta pandemia, estas son las finanzas internacionales. Más precisamente el mercado de valores de Wall Street. Es que, el rápido avance del Covid-19 desde China hacia todo el globo desencadenó un crack en las bolsas mundiales. Las acciones de todas las empresas de todo el mundo se vinieron a pique. Sin excepción. Pero hubo un sector que se recompuso rápidamente: las empresas tecnológicas.

El índice Nasdaq replica las cotizaciones de las principales empresas de este rubro en la Bolsa de Nueva York. Luego de tocar fondo hacia mediados de marzo, voló hacia niveles anteriores a la pandemia. Por ejemplo, la ahora mundialmente famosa plataforma de videoconferencias Zoom acumula un crecimiento de 151% en su valor bursátil. Netflix subió un 33% y las acciones de Amazon escalaron un 32%.

La apuesta de los inversionistas por las compañías “tech” refleja una visión cada vez más extendida sobre el futuro: la forma de relacionarnos será cada vez menos personal, y ahí es donde intervienen las tecnologías. Lo mismo sucede en el plano local. Como consecuencia de la cuarentena decretada para frenar el avance del virus, el negocio de la plataforma Mercado Libre tuvo un ascenso inédito. Desde abril, su valor en bolsa aumentó un 77%.

El boom de la compañía fundada por Marcos Galperín también se explica por la extensión de su plataforma Mercado Pago. Debido a que el Covid-19 también se contagia a través de los billetes, se desaconseja el uso de efectivo para realizar transacciones. La digitalización de los pagos está ocurriendo a niveles internacionales. Por caso, China acaba de lanzar su propia moneda digital a modo de prueba, y espera que esté funcionando plenamente en el año 2022.

Trabajo

Pero no sólo estamos hablando de cambios en la forma de relacionarnos o de efectuar nuestras compras, sino también en la producción. Un informe realizado por la compañía global de servicios de recursos humanos Randstad señala que “en un contexto en el que se extiende el aislamiento preventivo y obligatorio, donde muchas empresas están imposibilitadas de operar o debieron modificar radicalmente sus pautas de funcionamiento, con muchos trabajadores confinados en sus hogares y teniendo que conciliar su vida profesional y laboral en un mismo espacio, y muchos otros sobre-exigidos por prestar servicios en actividades consideradas esenciales, es indiscutible que el mundo del trabajo ya no será el mismo y todo indica que algunos cambios llegaron para quedarse”.

De esta forma, la consultora define cinco tendencias que sentarán las bases de un nuevo escenario laboral. Por un lado, la vigencia de pautas de distanciamiento social en oficinas, plantas y ámbitos laborales, incluso cuando se levanten las cuarentenas. Mamparas divisorias, zonas de seguridad y circulación monitoreada, estaciones de sanitización, kits de elementos de protección personal y estrictos protocolos de ocupación en espacios comunes serán protagonistas de la nueva normalidad en el trabajo.

El trabajo remoto o home office vino para quedarse. La cuarentena “colaboró para derribar barreras culturales, prejuicios y mitos en relación al trabajo remoto y la productividad, la autogestión y el compromiso de los colaboradores. Es altamente probable que después de haber transitado esta experiencia, muchas empresas no quieran volver a tener a todos sus trabajadores en sus oficinas frente al escritorio como antes, e incluso habrá muchos trabajadores que tampoco quieran hacerlo”, advierte el informe. 

El derrumbe de las industrias relacionadas a viajes y turismo impactará directamente en la organización de convenciones, congresos, capacitaciones y otros eventos corporativos que dejarán de ser presenciales y pasarán a entornos virtuales. Lo mismo ocurrirá con los formatos típicos de reuniones cotidianas en las organizaciones, que mutarán a videoconferencias para sostener el distanciamiento. Además, “las empresas deberán adaptar con creatividad y flexibilidad los esquemas de horarios laborales para evitar el traslado de los trabajadores en transporte público en horas pico”, añade la consultora.

Por otro lado, el informe señala que muchas empresas se dieron cuenta que no requieren basarse en el control de horas para asegurar la productividad de su fuerza laboral. Muchas organizaciones que desconfiaban de formatos de trabajo flexibles comprueban con la cuarentena que el presentismo no es garantía de resultados. La confianza en el desempeño a distancia y la productividad sostenida durante el aislamiento han puesto en evidencia que el trabajo por horas está perdiendo terreno frente al trabajo por resultados.

Finalmente, una menor dependencia de la presencialidad, mayores posibilidades de trabajo remoto y la consolidación de la gestión por objetivos, el mundo del trabajo post Covid-19 ofrecerá mayores posibilidades para formatos y experiencias de trabajo más flexibles y la inclusión de los freelancers como parte de las organizaciones, asegura Randstad.

Desempleo y pobreza

Pero todas estas potencialidades en el mundo laboral parecen alejadas a la cotidianeidad de la mayoría de la población. Al momento, casi 40 millones de personas solicitaron el seguro de desempleo en Estados Unidos, la economía más grande del mundo. Las quiebras de empresas se multiplican y amenazan con aumentar el número. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, casi la mitad de la población económicamente activa del mundo podría quedarse sin empleo, unas 1.500 millones de personas. 

La parálisis en la actividad económica en casi todos los países del mundo no sólo tiene efectos en las empresas y sus trabajadores, sino en las capas aún más vulnerables de la población. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU señaló que hacia fines de año, unas 265 millones de personas enfrentarán “niveles de crisis de hambre o peor”. De esta forma, el mundo post pandemia será más desigual, con una pobreza creciente y más difícil para los trabajadores. 

Argentina 

Si la situación no es lo suficientemente grave en los países desarrollados, en América Latina el futuro puede ser más oscuro. Es que la región posee debilidades estructurales que la hacen más vulnerable a los efectos de la coronacrisis. La extensión de la informalidad y la precarización laboral en la región hace que el confinamiento elimine los ingresos de una cantidad importante de personas. 

En Argentina, se calcula que entre un 40% y un 45% de la economía nacional está “en negro”, es decir, en la informalidad. Por caso, un trabajador no registrado queda fuera del alcance del decreto que prohíbe los despidos. La implementación del Ingreso Familiar de Emergencia puede servir como un paliativo para los casi nueve millones de beneficiarios, pero un ingreso de $10.000 será seguramente insuficiente para mantener cierto nivel de vida. Incluso los propios trabajadores formales se enfrentan a reducciones salariales.

El crecimiento en la actividad económica en un escenario post cuarentena debe ser tomado con pinzas. Nuestro país arrastra una crisis desde el año 2018, con la posibilidad de un default y un Estado sin fuentes de financiamiento para intervenir activamente. Es altamente improbable que los comercios e industrias que cerraron sus puertas durante la vigencia del aislamiento obligatorio vuelvan a la actividad una vez que finalicen las medidas preventivas contra la pandemia. 

Como vimos, no habrá vuelta a la normalidad, sino hacia una “nueva normalidad”, donde seguramente la actividad económica será más acotada que en el pasado reciente. Las consecuencias de esto serán mayores niveles de desempleo, recortes salariales y caída en los ingresos. Para mitigar los efectos de este escenario, los Estados deberán intervenir aún más para sostener el nivel de ingreso de la población. Pero para frenar el impacto en nuestra vida cotidiana, será necesario combatir el trabajo informal y la precarización laboral, para avanzar hacia una economía más igualitaria.