Ir al contenido
Logo
Actualidad

Homer El Mero Mero: "Yo soy Lucas, un pibe normal; Homer es el personaje bandido"

Lucas Darío Giménez es el nuevo invitado de Caja Negra, el ciclo de entrevistas de Filo.News conducido por Julio Leiva.

Homer El Mero Mero: "Yo soy Lucas, un pibe normal; Homer es el personaje bandido"

De Cutral Có, Neuquén directo al sillón de Caja Negra. Lucas Darío Giménez, más conocido como Homer El Mero Mero, es el nuevo invitado del ciclo de entrevistas de Filo.News conducido por Julio Leiva.

"Yo soy Lucas, un pibe normal. Homer es el personaje bandido. Soy la voz de los cachivaches", lanza a modo de presentación.

"Cutral Có es una ciudad histórica, para mí de las ciudades más revolucionarias y más importantes de la Argentina" -cuenta sobre sus orígenes- Somos los creadores del piquete, fue la primera ciudad que dijo ‘guacho, ¿qué está pasando?, nos quitaron el laburo, privatizaron YPF’. Se estaba muriendo de hambre y salieron todas las familias, familias enteras, a luchar y pelear por sus derechos. Mi familia salió, yo salí con ellos, tenía 5 años, y nos robaron en mi casa ese día que salimos, porque había mucho gil, mucha rata que aprovechaba que la gente salía. No me olvido nunca que volvimos ese día de la pueblada y teníamos la ventana rota. Mi vieja llorando, todo malísimo estaba".

"No fui petrolero porque si sos petrolero ganás plata, pero no sos feliz. Vivís en el campo 15 días o 20, para descansar siete, que estás hecho mierda porque laburaste 20 días 12 horas. Cuando llegás no te dan ganas de hacer nada".

Y revela: "Siempre mi vida fue bardo con esto, con lo otro, pero dentro de todo la llevaba bastante bien. Mi viejo siempre bancándome, ayudándome en todo, un crack, le debo todo. Hasta que empiezan a pasar un par de cosas más, los quilombos de la calle se iban agrandando un poco, se iban haciendo cada vez más grandes y complicado y tengo que irme de Cutral Có y me voy a San Martín. Caí un par de veces, no mucho tiempo, unos días. Hice rehabilitación también, siempre tuve muchos problemas con la droga de chico".

"Cuando quedo internado, casi un año, tenía 22 años y dos hijas, y el tratamiento era muy estricto, no te dejaban ni siquiera hablar del pasado enfermo, no podías hablar de la droga, no podías escuchar la música que escuchabas afuera porque te trasladaba. Tenías que estar 100% metido en el tratamiento, ayudando a tus compañeros. El primer tiempo fue un calvario, era peor que la cárcel porque no podías hacer nada, te tenías que portar bien. Sabés la de pozo que cavé, la de platos que tuve que lavar ahí adentro… el que se porta mal, lava los platos. Si te portás mal, te incomunican del resto, ¿sabés cuánto tiempo podés estar así? Tres, cuatro horas, y te desesperás, el ser humano necesita estar en contacto todo el tiempo. Para volver a estar en contacto tenías que lavar todos los platos y portarte bien. El sistema te termina recuperando o te termina echando", agrega.

Y sigue: "Nunca dejé de consumir, pero el tratamiento me sirvió un montón. Ahí adentro empecé a escribir, hice mis primeras letras porque no podía escuchar la música que escuchaba antes, pero podía escribir lo que quiera, entonces me sentaba y escribía. No escribía rimas, pero sí de las cosas que me pasaban. A los 11 meses de tratamiento, me llaman los del tratamiento y me dicen que mi viejo tuvo un accidente grave y que tenía que viajar a Cutral Có. Cuando me dijo así, en el instante pensé que se había muerto. Cargamos todo y nos fuimos al toque. El que me llevaba sabía que mi viejo había muerto, pero no me lo quería decir. Cuando llegamos, estaba mi casa llena, la vereda llena, todos hechos mierda, se había muerto mi papá. Fue el golpe más duro que tuve en mi vida, fue un momento donde algo pasa, yo no sabía si abandonar el tratamiento y quedarme con mi vieja y mi hermano que estaban solos".

Sobre su padre, dice: "Mi viejo me ayudaba con mis nenas, había perdido todo en un segundo, él era todo, mi sostén en todos los sentidos. Vuelvo al tratamiento, quedo dos meses y decido abandonarlo y vuelvo con mi vieja y hermano. Estábamos en la nada porque mi viejo era un tipo que hacía tantas cosas por izquierda, que no nos tenía al tanto de nada, no sabíamos nada. Volví, estuve re bien un tiempo, pero no encontraba la forma de generar buena guita, porque me re costaba laburar por derecha y hacer buena plata. Entonces, vuelvo a delinquir, me pongo a hacer cagadas de vuelta, me junto con otro amigo de antes, me pongo peor que lo que era cuando me fui a internar, pero tres veces peor. Con el dolor de mi viejo, ya no me importaba nada".

Ese fue el momento en el que su vida dio un giro: "Ahí, mi hermano me empieza a mostrar las batallas de freestyle y me empieza a mostrar eso, estaba re enganchado. Empezamos a boludear en casa, a tirar freestyle boludeando, y me doy cuenta que se me hizo fácil aprenderlo. Me puse a practicar y a los 3 o 4 días, me tirabas una pista y te la rapeaba entera, freestyleando. Empecé y estaba todo el día de gira y rapeando. Tres, cuatro, seis días sin dormir rapeando".

"Mi primer encuentro con C.R.O. fue en una batalla, lo enfrenté en una semifinal creo. Me ganó él y me agarró una bronca… porque me puse nervioso, por eso me ganó, él tenía más cancha en el escenario y lo había hecho más veces, rapeaba hacía más tiempo. Era un crack, el uno por lejos. Pegamos onda porque somos muy vagos los dos y tenemos mucho sentimiento. De toque pegamos onda, no nos separamos más, empezamos a rapear todo el tiempo, decidimos no batallar más en contra, y armamos Barderos. Fuimos a batallar a Las Grutas, habíamos ganado una competencia y había que ponerle un nombre para competir y otro de la banda dijo de ponerle 'Barderos'", relata.

Confieso fan de Luca Prodan, Homer se vio un poco decepcionado cuando recibió su primer sueldo con la música: "Cuando gané mi primera plata con la música, sentí que era re poca, me dije ‘¿esto es al final? me conviene seguir haciendo lo otro'. Pero bueno, recién arrancábamos. Antes no importaba la plata, la derrochaba y no importaba. Ahora, cada pesito que se gana, se valora, se cuida, se invierte".

El rap también lo llevó a dar talleres a penitenciarías: "Fui mucho a las cárceles a enseñarle talleres de rap a los pibes y hablar mucho con ellos, me gusta compartir, acompañarlo. Yo creo que la cárcel, estar preso, es la muerte en vida, es lo peor que te puede pasar. Siempre me ponía en esa situación de que yo podía ser el que estaba ahí, trataba siempre de mantener esa distancia de profesor, los chicos me decían profe y me querían hacer hablar de otra cosa que no sea el rap. Me divertía mucho, me hacía muy bien".

Sobre su relación con la muerte, dice: "Todo el tiempo se está jugando con la muerte. Yo digo que a la muerte la desafié tantas veces que hasta ella me tiene miedo. Lo hacía muchas veces por dolor, nosotros salimos del sufrimiento, no hay victoria sin derrota, y yo ya perdí motherfucker, solo puedo ganar".

"Veo todo el tiempo a Dios y el Diablo, tengo acá a uno y acá al otro. Uno me dice ‘Dale Mero, vamos a portarnos mal’, el otro dice ‘no boludo, que tenés mucho por hacer y mucho por vivir’. De lunes a viernes, gana Dios, pero el otro los sábados es imbatible".

En cuanto al momento en que su vida hizo un click, recuerda: "Creo que cuando se me va mi viejo, ahí yo salgo a todo o nada, con los tapones de punta, a matar o morir, pero de verdad. Y en esa me cruzo con todo esto y no lo solté hasta el día de hoy".

"¿Qué me hace feliz? Mi vieja me hace feliz, es una persona que me dice muchas cosas que me hacen tocar la felicidad muchas veces, y me las dijo siempre, en todo momento. Para mi vieja yo podría haber sido el peor de todos, pero no me soltó ni defraudó nunca, siempre estuvo al lado mío para pelear. Mi vieja me hace feliz", cierra.