Que nuestro país está viviendo una recesión económica no es ninguna novedad. Durante el año 2018, el PBI cayó un 2,5%, mientras que el año pasado lo hizo un 2,2%. Pero la pandemia del coronavirus vino a empeorar el panorama. Los riesgos de pasar de una recesión a una depresión económica son muchos. Por ejemplo, el FMI pronostica una caída del 5,7% del PBI para este 2020. Las próximas semanas son clave para definir la suerte de la economía.

Casi un mes después del anuncio del paquete de rescate por $350.000 millones para paliar los efectos devastadores de la cuarentena en la actividad económica, los resultados no son favorables. El Gobierno tomó nota de la ineficacia de las medidas lanzadas. Por eso, esta semana decidió avanzar en una “fase 2” del rescate económico. Veamos.

Primera Fase

 

La “fase 1” contenía dos ejes: crédito bancario para las empresas que no pudieran pagar salarios y la entrega del Ingreso Familiar de Emergencia. Los créditos deben ser otorgados por los bancos a una tasa máxima del 24% anual. Según los últimos datos del Banco Central, sólo fueron aprobados préstamos por $91.367 millones a MiPymes. Recordemos que el programa mandata otorgar, por lo menos, $220.000 millones por parte de las entidades bancarias hacia las empresas de este segmento.

El BCRA obligó a los bancos a desprenderse de Leliq para tener dinero disponible con el cual efectuar estos préstamos. Recordemos que, mediante este instrumento, las entidades bancarias gozaron de una rentabilidad del 65,36% sobre su patrimonio durante el 2019. Pero, evidentemente, la plata no se movió. Si el dinero no está invertido en las letras de liquidez, ni tampoco circula entre los clientes bancarios, ¿dónde está la plata? Por ahora, guardada en las bóvedas de los bancos. Acá el primer problema del programa del Gobierno: la ayuda no llega a quienes la necesitan. 

La cantidad de registrados para acceder al Ingreso Familiar de Emergencia muestra las crecientes necesidades de la población: más de 11 millones de personas lo solicitaron. Finalmente, unas 7,8 millones recibirán el bono de $10.000. Recordemos que las estimaciones iniciales del Gobierno apuntaban a entregar 3,6 millones de compensaciones. Nuevamente aparece el problema de la velocidad en que llega la ayuda. El operativo de pago comenzó recién esta semana, y se extenderá hasta el 5 de mayo.

 

El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, informó que la cantidad de personas que acuden a comedores y merenderos para alimentarse pasó de 8 a 11 millones. Estas declaraciones corresponden al 6 de abril. Se trata de un número desgarrador que tiende a crecer mientras la plata no llegue, sobre todo a los sectores más postergados. 

Muchos de estos nuevos asistentes a los comedores populares son trabajadores que se han quedado sin ingresos. En su mayoría estaban condenados a la informalidad. Pero la crisis alcanza a todos: según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), más de 300.000 asalariados sufrieron recortes salariales. Pese al decreto antidespidos, más de 5.000 personas perdieron su trabajo y 7.233 fueron suspendidas. Las cifras se quedan cortas, ya que sólo abarcan el período que va del 15 de marzo al 15 de abril. 

Segunda Fase

 

Frente a este escenario, el Gobierno parece poner el pie en el acelerador. Por un lado, lanza un programa para pagar la mitad del salario de los trabajadores de las empresas que están sin actividad. Es una forma de aceptar las urgencias de la economía, cuando el pago de los sueldos de abril están en duda. Pero además, se trata de una resignación frente a la voluntad de los bancos de no soltar el dinero.

Por otro lado, lanza un subsidio a tasa 0 para monotributistas y autónomos que dejaron de facturar con la imposición del aislamiento obligatorio. Así, el Gobierno busca extender el apoyo hacia sectores que no habían sido contemplados en las medidas de la “fase uno”, pero también de acelerar y ampliar el programa de rescate. Además, acordó “flexibilizar” la cuarentena en algunas provincias, con el objetivo de recuperar la actividad en ciertos sectores como la construcción. 

¿Alcanzará con estas medidas? En Argentina hay poco más de 600.000 empresas activas. De este número, más de 400.000 se registraron para recibir el salario complementario y reducir contribuciones patronales. Las proyecciones indican que menos de la mitad de este número recibirá efectivamente la ayuda. Evidentemente, muchísimas empresas manifiestan la incapacidad de pagar a sus trabajadores, y muchas menos recibirán el rescate.

Hay dos variables que nos pueden ayudar a anticipar el desenlace: la velocidad y la densidad de la ayuda estatal. En menos de tres semanas se incrementó en 3 millones la asistencia a merenderos y, según la UCA, la pobreza está llegando al 45% de la población. La velocidad con que el coronavirus golpea en la actividad económica y las condiciones de vida de la población es exasperante. Las medidas del Gobierno deberían actuar con una rapidez similar. Por ahora, la realidad le lleva varias semanas de ventaja. La densidad de la ayuda también resulta ser baja. Mientras los países europeos inyectan el equivalente a más del 20% de su PBI, Estados Unidos el 10%, Perù o Chile el 6%, Argentina no llega al 3%.

En las próximas semanas, cuando deban efectuarse los pagos salariales correspondientes al mes de abril, tendremos las certezas que nos brinda la realidad. Veremos si las empresas pagan los salarios y, si lo hacen, qué porcentaje acreditan en las cuentas sueldo. Si no lo hacen, se multiplicarán los despidos y, en la misma proporción, los números de concurrentes a comedores y merenderos que maneja el ministro Arroyo continuarán creciendo. De esta forma, nuestro país transitará el camino de una recesión a una depresión económica.