El mundo por una papa frita, esta frase podría parecer descabellada pero en Japón más de un ciudadano está dispuesto a pagar 25 euros o más, unos 400 pesos argentinos, por comer una pequeña bolsa de este rico snack.
La escasez y las trabas a la importación en Japón hacen que las personas de ese país hoy no tengan este rico manjar. A esto se suma que los tifones que sufrió el norte de este país durante 2016 disminuyó la cosecha de este año.
El 10 de abril el principal productor de ese país, Calbee, anunció la suspensión de venta de papas fritas en el mercado japonés por tiempo indeterminado, ya que no cuenta con lo necesario para ofrecerlas a todo el público nipón.
Japón tiene trabas tan grandes para la importación de productos agropecuarios que generan esta crisis impensada.
Las autoridades niponas consideran que importar papas fritas del extranjero podría causar grandes problemas al país porque ingresarían plagas. ¿Esto pondrá en discusión el proteccionismo japonés?