El verano 2021 sin dudas no es un verano normal. Nuestros hábitos vacacionales veraniegos están afectados por la pandemia. Entre protocolos y distanciamiento por el coronavirus, no debemos desatender los recaudos con nuestra piel por el sol. Patricia Dermer, Química, Doctora en Análisis Biológicos y creadora de Lidherma, nos cuenta todo lo que tenemos que saber para cuidarnos del sol.
Tal vez creamos que en la playa o el río el sol “pega más fuerte” o que el cemento levanta temperatura más rápidamente y por eso puede quemarnos más. Lo cierto es que los cuidados en el parque, en la terraza o el balcón, en el río o en la playa son los mismos. Entonces, ¿por qué en la playa tomamos color más rápidamente? Esto sucede porque la arena refleja la radiación y, por lo tanto, los rayos nos llegan desde arriba y desde abajo.
Lo importante a tener en cuenta es que el agua, la arena y el cemento hacen que los rayos del sol se reflejen y resulten más dañinos para nuestra piel, por lo que en estos lugares hay que tener especial cuidado. Por su parte, el césped es el ideal porque el factor de reflejo es mucho menor pero igual siempre hay que exponerse con protección y dentro del rango horario apropiado.
- Emplear un factor de protección solar (FPS) mayor a 30.
- Aplicar el protector 30 minutos antes de la exposición en cantidad generosa y cubriendo todas las zonas del cuerpo. Reponerlo cada 2 horas.
- Respetar los horarios recomendados y evitar exponerse entre las 10 y las 16hs.
- Usar ropa clara, anteojos de sol con filtro UV y sombrero para proteger la zona del rostro y cuello.
- Si te vas a sumergir en el agua porque estás en el río, el mar o una pileta, recordá que tenés que reforzar el protector con mayor frecuencia para mantener tu piel protegida en todo momento.
La exposición al sol no debe estar asociada al típico día de verano soleado y despejado. Según las estadísticas de The Skin Cancer Foundation, hasta el 40% de la radiación ultravioleta llega a la tierra en un día completamente nublado. Las personas sufren quemaduras graves porque pasan jornadas al aire libre sin ninguna protección.
Se recomienda usar protector y cuidar la piel los 365 días del año, tomar conciencia de esta información es la principal fuente de prevención de los daños como envejecimiento prematuro, manchas o cáncer de piel.
En caso de enrojecimiento o irritación después de estar al sol es importante colocar productos descongestivos en la zona, humectar e hidratar con cremas o lociones que tengan antioxidantes.
Teniendo en cuenta que la mayor fuente de vitamina D en humanos es la síntesis cutánea en presencia de luz solar, y teniendo en cuenta que fue un año en el que estuvimos muy guardados en casa, la exposición de 15 minutos diarios en horarios prudentes será muy beneficioso, ya que ayuda a la síntesis de esta vitamina, mejora el sistema inmune, sube las endorfinas que son las encargadas de la sensación de placer y aumenta ácido nítrico que interviene en la regulación de algunos fenómenos metabólicos, como la presión arterial.
Pero, ¿por qué el sol daña nuestra piel?
El sol es fuente de radicales libres, que son los encargados de degradar y de alterar los procesos biológicos en las células de nuestra piel. Este daño puede generar cáncer de piel, envejecimiento cutáneo, manchas, arrugas, deshidratación y flacidez, producto de la degradación de las proteínas como el colágeno y la elastina.
Todo lo que tiene que suceder en forma inexorable por el paso del tiempo es acelerado por el efecto de estos radicales libres que provocan un fotoenvejecimiento prematuro. Por eso, es fundamental que cuidemos la piel durante todo el año con productos que aporten antioxidantes que sean capaces de revertir la acción de esos radicales libres.