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Mundial 2018 | Cuando te hablen de liderazgo, que también te hablen de Messi

El partido con Nigeria dejó otras sensaciones y con el sello del rosarino, un referente con sus códigos y lenguaje
Mundial 2018 | Cuando te hablen de liderazgo, que también te hablen de Messi

BRONNITSY.- Como a vos, que seguramente durante las últimas semanas habrás dedicado muchas horas por seguir a la selección en esta aventura mundialista en una Rusia que no deja de maravillar, me queda una certeza: reconocer la explosión de emociones y sentimientos que es capaz de provocar Lionel Messi. Las mesas de samovares humeantes sobre el río Moscova, ante un contundente sol de verano, constituye la mejor platea para meterse en un debate bien argentino: el liderazgo de Messi.

La escena moscovita muestra rostros pétreos pero extremadamente amables, jóvenes resplandecientes en monopatines de todo tipo, mujeres con niños en super cochecitos, mucho tránsito, mucha historia, personas viviendo con curiosidad esta Copa del Mundo. Alejado de toda la actividad urbana, Lionel Messi seguramente despierta y recuerda con asombro todo lo que le ha tocado vivir en tan poco tiempo en suelo ruso. Su cuarto, compartido con su amigo Sergio Agüero, ahora resulta lleno de luz y otra vez la ilusión lo cosquillea  por dentro. Nuevo sueño, nuevo fuego sagrado.

Guiándonos solo por vivido, la noche de San Petersburgo quedará por siempre en nuestra memoria. Por la magia en estado puro del control de Messi en el primer gol. Por la culpa de Mascherano que lo hizo jugar en sangre. Por el derechazo salvador que aún no sabemos cómo se dio de Marcos Rojo. Pero hay otras imágenes no tan difundidas que también nos llenan de orgullo y tienen que ver con ese Messi encendido desde el lugar de capitán que muchos se niegan a ver o aceptar.  

Guiándonos solo por realidades, ver nuevamente el último partido con Nigeria nos permite mirar con optimismo el desafío de octavos frente a Francia (en Kazán, el sábado, a las 11 hora argentina). Es que después abrir los brazos y mirar la noche estrellada de San Petersburgo, Messi enseguida corrió a hablar con Enzo Pérez para corregir algo que notaba que no funcionaba. La arenga en el entretiempo se vio por todos lados, tomó la voz cantante y fue el único que habló delante de sus compañeros antes de salir al campo de juego. Con convencimiento y vehemencia. En ese final a pura tensión se acercó a Sampaoli, es cierto, hablaron de cambios y de cómo defender, pero no debería sorprender que el líder futbolístico ayude al entrenador desde lo que ve en el campo de juego. Un buen líder también debe saber escuchar.

Guiándonos solo por lo que tenemos por delante, la Argentina recuperó el terreno perdido en el comienzo del Mundial. Hoy, la historia es diferente pese a que las actuaciones de la primera parte no fueron las pretendidas. Esta selección encontró en Messi un liderazgo diferente y comprometido en escribir otra historia. Impone su sello en todos los rubros que el fútbol le reserva a sus figuras: en la geografía del área y sus alrededores muestra categoría, valentía y frialdad que quisieran muchos otros; en el terreno de las presiones, su motivación y personalidad le permiten enfrentar las adversidades; y en el espacio creativo sus arranques siempre despiertan empuje hacia adelante.

Todo el mundo repite sentencias en un mundial… “Desde luego que se podría decir: Pero ¿quién es todo el mundo?...”. La frase no me pertenece.  Y mucho menos a Lionel Messi. Está en el mágico libro “Noches Blancas” de Fiódor Dostoievski. El libro comienza así: “Era una noche perfecta y maravillosa, una de esas noches, querido lector, que tal vez solo existan en nuestra juventud”. Por esos caprichos del destino, la revolución argentina comenzó en San Petersburgo y Messi es el líder. Dentro y fuera de la cancha. Decisivo en lo estético y en lo emocional. El futuro de la selección, que ya es el partido con Francia, está en sus pies y también en su valiente corazón.

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