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Despedida sin gloria. Las razones que llevaron a este triste y solitario final para el seleccionado argentino

La selección se marcha de Bronnitsy, un predio que escondió una convivencia cargada tensión y sospechas
Despedida sin gloria. Las razones que llevaron a este triste y solitario final para el seleccionado argentino

BRONNITSY.- Los distintos futbolistas que conformaron esta generación que dice adiós en Rusia 2018 venían dando material para el elogio y hasta la admiración en algunos casos. También para la ilusión tanto como la desilusión. Sorprendieron con sus cualidades técnicas e impulsaron las proyecciones que se tenían desde sus participaciones en los juveniles argentinos. Tuvieron la virtud de marcar una era. De ser distintos y comprometidos ante cada llamado, sin desconocer otras facetas del juego y la convivencia; de ser serios en su mayoría, sin dejar de ser auténticos. Parecía que habían aprendido casi todo sobre la cuestión de las oportunidades perdidas. Que habían aprendido de las enseñanzas o las lecciones que dejan las finales perdidas. Parecía... Porque así como en sus trayectorias hicieron cosas meritorias, una vez más cayeron en una serie de errores que los llevarán por siempre en sus espaldas ahora que parte del plantel dejó la concentración de Bronnitsy. 

Siempre tuvieron encima la espada de que la Argentina sólo podía volver conforme y feliz de un torneo de selecciones mayores si lo hacía con la copa bajo el brazo. Cualquier otro resultado refrescaba las frustraciones que ellos mismos habían protagonizado, alargaba una deuda que ya es bastante pesada y molesta para el fútbol argentino. Esa sería la visión gruesa, ya que hay diferentes formas de perder, a pesar de que la cultura del éxito a cualquier precio está rebajando el valor de las caídas dignas. La despedida de esta generación estuvo lejos de lo que se pretendía en el rubro del juego y de una convivencia tranquila. 

En el rubro de las presiones, su motivación y personalidad no les permitió asumir equilibradamente esta Copa del Mundo. Por mucha confusión interna, reuniones cumbres, pulseadas conceptuales, operaciones, audios virales y desestabilizadores, se confundió la mirada y se perdió la serenidad. Tanto en el cuerpo técnico como en los jugadores. Hasta hubo espacios para pronunciamientos públicos. Las frases destilaron sospechas y los gestos daban cuenta de cuestiones que jamás habían quedado tan expuestas como en esta Copa del Mundo. 

Podrán entenderse como temas secundarios, aunque directamente relacionados con el fin de ciclo de esta generación. La selección pretendió hacer equilibrio en el límite de lo emocional, sin antes estar preparado para no dejarse atrapar por el abismo. Jugó con fuego, interno y externo, y terminó a lo bonzo. Lo asumen en la intimidad los jugadores: se perdió el eje en poco tiempo. Tampoco el técnico Jorge Sampaoli, como conductor, contribuyó para apagar las chispas. Es más, las atizó inconvenientemente con sus formas desmedidas y expresiones -públicas y privadas- no del todo claras. Y si alguien pensó que los inconvenientes no incluyen a la AFA, se equivocó. Los últimos cuatro años que derivaron en la elección del presidente Claudio Tapia se cobraron la factura y los intereses políticos también jugaron su partido durante el Mundial. 

Estos futbolistas no están exentos de responsabilidades. No pudieron sostener con argumentos firmes y concretos la condición de ser una selección temible por el simple hecho de contar con Lionel Messi. A pesar de contar con él, el seleccionado no pudo crecer en su fútbol ni salir de los problemas con buenos rendimientos y resultados. Queda la sensación de que su mejor versión quedó en Brasil 2014 y que cuatro años fue mucho para el físico de muchos referentes, quienes esta vez no tuvieron el reconocimiento por su potencial ofensivo, la diversidad de variantes que supo tener para ganar partidos y mucho menos –pero mucho menos- una solidez defensiva para sostenerlo. 

En el seleccionado argentino hay una generación que agotó su ciclo con la camiseta celeste y blanca. Se verá qué decisión toma Messi. No querían cerrar una etapa de varios años sin adornar su largo y digno camino en la selección sin un título oficial como la Copa del Mundo. Quedó a la vista que no es sencillo acceder a las finales. Esta generación cultivó un sentido de pertenencia con el seleccionado que tuvo más de un anclaje. Rusia 2018 se soñó como un nuevo estímulo, el último… Ni con Messi, Mascherano, Di María, Agüero, Higuaín, Biglia, por citar los más renombrados, fue posible cumplir con esa obsesión llamada gloria.

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