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Camila Sosa Villada: “Pienso que la literatura tiene que ser explícita e indecente”

“Tesis sobre una domesticación” es la última novela publicada de la escritora, quien en diálogo con Filo News cuenta cómo fue el proceso de escritura, la reedición del libro y qué la inspiró para escribir.

Camila Sosa Villada: “Pienso que la literatura tiene que ser explícita e indecente”

“Una actriz. Sola en un escenario. En los palcos, en la platea, en el paraíso, el público que la mira. Ninguna butaca vacía. Vemos a las personas de clase media que pueden pagar una entrada para ir al teatro. Asfixia el perfume de las señoras, el olor a fijador que emana de los peinados rígidos como casos. Los hombres se aferran a los apoyabrazos de sus asientos, incómodos y ansiosos por escapar, como si estuvieran ahí contra su voluntad. Alguien hace crujir el envoltorio de unos bombones que engulle sin masticar”.

Así comienza “Tesis sobre una domesticación”, la última novela de Camila Sosa Villada que fue reeditada para ser publicada en septiembre del 2023. Un libro que desde el comienzo hasta el final, no te deja separar los ojos de las páginas, ya que, una tras otra, te introduce en una cotidianidad donde las capas de relaciones familiares van complejizando el mundo de la protagonista.

Ella es actriz, travesti, que vive una vida de lujos, en la intimidad y en la calle. Todos la aman, la aplauden y la desean. ¿Pero ella a quién desea? ¿Cuál es su domesticación? Además, está casada con un hombre gay y adoptaron un hijo. 

¿Cómo fue la experiencia de volver a leer la novela para reeditarla?


- Es la novela que más me gusta, además no siempre los libros tienen esa suerte de poder reescribirlos.  Me gustaría reconocer el trabajo de Paola Lucantis, quien es mi editora, por su aporte al libro. Después, había muchos momentos que era como entrar a una pista de baile, yo ya lo había sentido así cuando lo había escrito. Me provoca muchísima satisfacción lo que recibo de la gente que ya deja de decir “me cambiaste la vida, yo pensaba mal de las trans o cómo sufren ustedes”. Ahora empiezan a hablar de otras cosas, empiezan a hablar de literatura, de gramática, a hablar de pasajes del libro que están que les gustan mucho y eso me pone muy contenta.


“Tesis sobre una domesticación” es la segunda novela de la autora, la primera fue “Las Malas” (2019), la cual recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. También escribió el ensayo “Un viaje inútil” (2018); un libro de poesía “La novia de Sandro" (2015); y el libro de cuentos “Soy una tonta por quererte” (2022).

La palabra “domesticación” resuena todo el tiempo en la novela, en la cotidianidad de la familia y en las imposiciones en las relaciones, pero también en el título está la palabra “tesis”, ¿de quién es la tesis que se escribe?

- En realidad, quien hace la tesis es la que cuenta la historia. Es un personaje que está como detrás de una burka o detrás de las cortinas espiando. Lo pienso como el trabajo que hacen los etólogos, que van a un lugar a ver cómo se comportan cierta especie de lobo en Canadá, por ejemplo. Bueno, de esa misma manera trabaja la narradora, que intenta hacer una tesis, pero no puede evitar criticarla, juzgarla o ponerse de su lado también.

Camila Sosa Villada publicó su última novela "Tesis sobre una domesticación"

¿Creés que la protagonista está atada a la rutina y de esa forma a la domesticación?

- Es claro que la acorralan, y la encierran a tal punto que la domestican. Pero ​ninguna persona está viviendo 24 horas al día una épica, o ninguna persona está en guerra todo el tiempo. En la literatura son otras cosas lo que mueven; en este caso, a la protagonista la mueve despertarse e ir a hacer una función, volver a su casa, dedicarse a su hijo, ocuparse de hacer el amor, ocuparse de su amante y visitar a sus padres. Lo que hacen las personas cuando entran en el corset de esa forma de vida.

¿Y se puede salir de ese corset?


- Por supuesto, claro que sí. Por eso la gente se divorcia, los padres abandonan a las familias, los hijos se van y traicionan a sus padres, claro que se puede. Yo a medida que iba escribiendo el libro, entendí que se podía ir mucho más lejos todavía, sobre todo con ella, sus amantes y el erotismo en el que se relacionan. También me daba la sensación de que había que trabajar un poco más y profundizar algunos bordes que en una primera escritura habían sido pasados por alto, como la clase social de ella. Igual yo siempre trabajo de forma muy instintiva, por eso son muy importantes para mí la figura de los editores porque si no me acompañan, yo puedo estrellarme contra una pared o ahogarme en un remanso. No tengo esa capacidad que tienen otros escritores de ver toda una historia por arriba como si fuera un mapa. 


En la novela hay un lenguaje muy explícito en determinadas escenas, ¿cómo logras construirlo?

- Pienso que la literatura es explícita y es indecente hasta ese punto que hay que poner todo afuera. No creo en esos autores que se guardan la sutilezas para su propio ego. Para mí todo lo que se escribe, hay que ponerlo afuera, para eso está la palabra. Además, yo aprendí a hablar así en mis sesiones de psicoanálisis, entonces no encuentro otra forma de hacerlo. En “Las malas”  también se decía que había un lenguaje crudo, yo la verdad que no encuentro diferencia, encuentro un lenguaje mezquino o un lenguaje, que es como es. Lo que pasa es que está lleno de escritores mezquinos.

¿Qué cosas te inspiran para escribir?
 

- Me inspiran imágenes, en “Tesis sobre una domesticación” había una muy clara: Yo estaba con un amigo desayunando en un bar en San Telmo, un amigo gay, y llegó el dueño del restaurante con su bebé recién nacida y mi amigo la tuvo en los brazos, le empezó a hablar y yo vi cómo se le transformaba la cara al bebé. Y el padre nos dice “¿y ustedes para cuando?”. Y en ese momento el lenguaje empieza a hacer una forma de domesticación frente a dos personas, él no sabía si mi amigo es gay o no, si a mí me gusta o no me gusta. Sólo estábamos desayunando, no sé de dónde se agarró para sospechar que éramos parejas. Entonces pensé, cómo sería un hijo entre una trava y un gay, cómo sería una familia así. Luego, empecé a escribir y dije “bueno, va a ser una novela”.


En una escena de la novela, el hijo de la protagonista le pregunta sobre las travestis. ¿Considerás que hoy en día es una palabra que pierde resistencia y se apropió por otras?

- Es un enorme error lingüístico ignorar todo lo que esconde la palabra travesti, todo lo que no dice y está diciendo al mismo tiempo, y no es igual que decir mujer trans. Cuando decís travesti vos te imaginas la noche, su ropa, las tetas, los clientes, los amantes, la barba, las pelucas, la cirugía. Vos decís mujeres trans y no se me mueve un pelo, me parece completamente anti literario. No porque las mujeres trans sean mejores o peores que las travestis, sino por la singularidad. Hay un montón de gente que es igual a otra gente y hay un montón de gente que se viste de la misma manera que se viste otra gente, pero no justamente las travas.

¿Quién te gustaría que lea esta novela en particular o tus libros en general?

- Me da lo mismo. Pero si pasó algo particular respecto a los lectores. Mi mamá empezó a leer la novela y dijo “no, yo no la puedo leer, me parece muy fuerte, porque además, hija,  no dejo de verte a vos cuando veo a la actriz”. Y hace unos días me dice “hija, como lloré con el final de la novela, me animé y la terminé”, si bien iba salteando algunas escenas que le daban vergüenza, luego pudo continuar y vencer esa indecencia de la que te hablaba antes.


 



 

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