Luego del éxito de “Cadáver Exquisito” (ganadora del premio Clarín en 2017), el cual trata sobre una sociedad en la que un virus ha contaminado toda la carne animal y donde el canibalismo se vuelve legal, Agustina Bazterrica presenta su nueva novela distópica.

“Las Indignas” se basa en que después del gran apagón y de varias crisis climáticas, el mundo como lo conocemos ha desaparecido. Apenas hay animales, naturaleza y pocas personas han sobrevivido. Varias mujeres llegaron a una suerte de convento buscando refugio y han sido captadas por una secta religiosa.

Además, Bazterrica escribió dos libros de cuentos: "Antes del encuentro feroz" (2016); "Diecinueve garras y un pájaro oscuro" (2020); y su primera novela “Matar a la niña” (2013).

En diálogo con Filo.News, la escritora argentina confiesa que la idea de la novela surgió a raíz de un viaje: “En Cuzco cuando me invitaron a la Feria del Libro del 2018, estábamos en el monasterio de Santa Catalina, y estaba ambientado como si las monjas siguieran viviendo ahí, era muy siniestro, salí con una sensación de miedo, porque vos entrabas a una sala y veías una monja rezando que era un maniquí, y ahí dije ‘tengo que escribir algo de monjas y monasterios”.

En relación con la publicación de “Las Indignas”, Bazterrica señala que lo vive con “mucha alegría”. Con respecto a la escritura del libro la autora explica: “Me llevó más de dos años, mucho tiempo, mucha dedicación y la gente lo lee en horas o de un día para el otro, pero eso es muy positivo porque quiere decir que se enganchan y quieren seguir leyendo”.

¿A qué se debe el título de la novela?

“Son mujeres que están encerradas en este monasterio de monjas, donde fuera de él está todo arrasado y contaminado. Las mismas tienen distintas categorías: las siervas, las indignas, las elegidas y las iluminadas. La narradora escribe en  papeles que serán encontrados y pertenece al grupo de las indignas, que sería como una novicia, si las emulas con las categorías de la religión católica”.

Hay una frase que se repite mucho en el libro que es: “Sin fe no hay amparo”. ¿Qué quiere decir?

“Ese tipo de frases tiene que ver con la lógica de una secta o grupos coercitivos. Hay un montón de técnicas de manipulación para ir lavando la cabeza de las personas y una es este mantra de repetición. Otra es el tema del miedo, también el castigo corporal, cambiar nombres por la identidad, vestirlas iguales, que no haya unidad. Son personas que llegan vulnerables, con hambre y sed. Siempre me preguntaba, ¿cómo puede ser que en las sectas haya gente inteligente? pero está todo estudiado, si vos estas en un momento vulnerable, sos ideal para ellos. Me puse a investigar sectas de Estados Unidos y no podes creer en las cosas que cree la gente”.

¿Cómo es tu relación con la religión y la fe?

“Tengo una vida espiritual pero no creo ni comulgo en las religiones, pero creo que hay una energía creadora de la cual somos todas, todos y todes desprendimientos de esa energía y que no necesitas un intermediario, no necesitas a la iglesia católica o a una religión para conectarte con esa fuente de energía, simplemente es conectarte con el otro ser humano, con la naturaleza, con los animales; porque conectás con empatía y con amor. No necesito a un señor en el vaticano que me esté diciendo qué hacer con mis genitales, con mi vida o si puedo tener sexo antes de casarme. Como fui a un colegio de monjas, en el libro trabajé un poco con eso, con mi experiencia de vida”. 

“Para mí el libro habla del amor, sin nombrarlo, como una fuerza absoluta, pero también del miedo como una fuerza contraria al amor”, expresa Bazterrica.
 

Al haber ido a un colegio de monjas, ¿en algún momento creíste en la religión y luego algo se rompió?

“Cuando estaba en el colegio yo quería ser una monja, y las propias monjas me dijeron que no. Yo creía absolutamente en el Dios católico, luego empecé a ir a un instituto de inglés y un amigo me dijo “Dios no existe”, y a mí me explotó la cabeza, fue un quiebre porque yo me movía en un círculo cerrado. Después, estudié Artes en la UBA, y cuando estudias el nacimiento del cristianismo, empezás a cuestionar. La Iglesia Católica siempre está en contra de los derechos básicos, está en contra del derecho al divorcio, al matrimonio igualitario, al aborto. Yo no puedo comulgar con una institución donde las mujeres nunca van a llegar al poder máximo, o que no encierran a los sacerdotes pedófilos, por ejemplo”. 

Además en la novela, están presente las catástrofes ambientales, ¿cómo surgió escribir sobre las crisis climáticas?

“Es un tema que yo vengo hablando desde el 2018, cuando escribí ‘Cadáver Exquisito’ hablé de un virus, animales tóxicos, la alimentación y cómo estamos contaminando el mundo. Además, cuando estaba corrigiendo “Las Indignas”, pasó que estábamos en pleno verano y hubo unos días de frío como si fuera invierno, también en el último invierno hubo días de calor extremo, y eso está en el libro. Si googleas desastres naturales, te aparecen un montón de noticias que pasan todo el tiempo en distintas partes del mundo; el planeta está reaccionando. Trato de escribir libros que lleven a la reflexión, que uno se haga preguntas, que te movilicen y desestabilicen pero sin bajar línea o colonizar la mente de la gente”.
 

En algunas entrevistas comentaste que sos bastante autoexigente con tu escritura, ¿cómo convivís con eso?

“La voy manejando porque va a estar siempre la autoexigencia, siempre hay algo para corregir, yo publico el mejor borrador posible. También es soltar, porque sino no publicas nunca, nunca vas a llegar a la perfección, un libro está hecho de errores y está bien que sea así. Sin duda hay disfrute y también dolor, porque estoy horas, semanas, meses pensando una sola palabra. Hay una parte del proceso que me enamoro de lo que escribo, pero después me desenamoro, trabajo con el ego y entiendo que eso lo tienen que leer otros para decirme qué funciona y qué no”.

En “Las Indignas”, la narradora escribe para dejar testimonio, para que alguien los encuentre y sepa que existió la Hermandad Sagrada. ¿Vos para qué escribís?

“Para mí es mi motor, si no escribo o no leo, me enfermo, me afecta físicamente, me empiezo a sentir mal, entonces escribo para sobrevivir, para mantenerme saludable. Sin embargo, no creo en el concepto de eternidad, no creo que mis libros se vayan a leer de acá a cien años. Lo pienso como un proceso vital, como una búsqueda filosófica, porque en realidad es obsesionarte con preguntas que no tienen respuesta o tienen muchas o generan más preguntas. En el caso de ‘Cadáver Exquisito’, era qué pasa si nos comemos los unos a los otros de manera literal, es un comentario al capitalismo, al patriarcado y acá es, ¿por qué creemos en las cosas que creemos?”.

¿Cuáles son tus influencias literarias?

Juan José Saer es uno de mis autores favoritos, también Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Sara Gallardo, Fiódor Dostoyevski, James Joyce, Virginia Woolf, Flannery O'Connor, William Faulkner, Marguerite Duras, Toni Morrison, Lorrie Moore, Clarice Lispector. En cuanto a los contemporáneos, te puedo nombrar a Diego Muzzio, Rafael Pinedo, Ángeles Salvador, a la cual le dediqué “Las Indignas”, Fernanda Melchor, Mónica Ojeda, María Fernanda Ampuero, Juan José Becerra, Layla Martínez. Leo todo el tiempo y toda lectura te va quedando inconscientemente.