La Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó el aspartamo, uno de los edulcorantes más consumidos a nivel mundial, como “posiblemente cancerígeno” (en la categoría Grupo 2B en su sistema de clasificación). Tras la divulgación de diversos estudios que presentan evidencia, los expertos sugieren ejercer moderación en su consumo.

El edulcorante, que carece de valor nutricional, se encuentra en numerosos productos, desde bebidas bajas en calorías etiquetadas como "light" hasta en chicles, gelatinas, yogures, cereales e incluso helados. También se utiliza en la fabricación de medicamentos, como pastillas para la tos, y en productos de higiene bucal, como dentífricos. Puede ser reconocido en etiquetas e información nutricional a través del código E 951, el cual debe ser obligatoriamente indicado.

Según los expertos, el aspartamo es clasificado como un "edulcorante sintético" debido a que se deriva de la combinación de dos aminoácidos: la fenilalanina y el ácido aspártico. Estos son componentes fundamentales de las proteínas, y su combinación confiere al aspartamo su característico sabor dulce.

El Comité Mixto Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) confirmó que no existen fundamentos suficientes para modificar la ingesta diaria admisible previamente establecida para el aspartamo. Según explicaron, no hay motivos para alterar el rango de 0 a 40 mg por kilogramo de peso corporal como nivel seguro para el consumo de este edulcorante artificial.

En 1981, el Comité JECFA realizó la primera evaluación de seguridad del aspartamo como edulcorante. Durante esa evaluación, se estableció que la ingesta diaria admisible podía ser de hasta 40 miligramos de aspartamo por kilogramo de peso corporal. En términos prácticos, esto implica que un adulto que pese 70 kilogramos puede consumir de manera segura hasta 2,8 gramos de aspartamo al día, lo que equivale a 2800 miligramos.