Parte de la Semana Santa, el Viernes Santo es una festividad del cristianismo que se celebra el viernes anterior al Domingo de Pascua y es una conmemoración de la muerte y la crucifixión de Jesucristo, que se cree que ocurrieron en este día hace más de 2000 años, que abrieron la puerta a la salvación y la vida eterna.

Se trata del segundo día del llamado Triduo Pascual, que se extiende hasta el Domingo de Resurrección, y supone un ayuno eclesiástico para los católicos como signo de penitencia por los pecados cometidos. 

El relato bíblico de la crucifixión de Jesús se encuentra en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan; y, según estos, Jesús fue arrestado, sometido a un juicio injusto y sentenciado a la crucifixión porque su mensaje y su presencia eran considerados una amenaza tanto para los líderes religiosos como para el poder político de la época.

Por su parte, los cristianos ven la crucifixión de Jesús como un sacrificio redentor y una muestra del amor de Dios por la humanidad, por lo que es considerado un día de luto y reflexión y es común asistir a servicios religiosos especiales en las iglesias.