Los que lo conocieron, los que jugaron con él, los que tuvieron la suerte de verlo dibujar dentro de la cancha, los que aprendieron sobre sus gambetas a través de relatos y videos. Todos. Absolutamente todos los fanáticos y no tan fanáticos del fútbol se sintieron movilizados con la noticia del fallecimiento de René Orlando Houseman, quien peleó y peleó contra un cáncer de lengua que finalmente se lo llevó a los 64 años.
Para dar fe de ello, no solo basta con leer la infinidad de mensajes que se publicaron a través de las redes sociales apenas se conoció la noticia. Sino que, además, alcanza con observar a las cientos de personas que se acercaron al estadio Tomás Adolfo Ducó, el escenario donde el "loco" brilló en todo su esplendor, para darle el último adiós.
La ceremonia de despedida comenzó en la tarde de ayer jueves 22 de marzo y finalizó hoy a las 8.30. En el momento en que el cortejo fúnebre estaba por partir hacia el cementerio de Chacarita -previamente hará una escala en la sede de Excursionistas, la otra casa de René- la gente que estaba en la puerta de la cancha de Huracán despidió a su ídolo al grito de "Dale campeón".
Houseman comenzó su carrera en Defensores de Belgrano, aunque era reconocido hincha de Excursionistas, el rival de toda la vida. Sin embargo, el loco también le hizo un lugar grande en su corazón a Huracán, donde integró uno de los equipos más emblemáticos de la historia del fútbol argentino comandado por César Luis Menotti, que se consagró campeón en 1973.
Y fue el 25 de junio de 1978, cuando el también jugador de River, Independiente, entre otros clubes, se bañó de gloria para siempre: con la camiseta de la Selección Argentina se consagró campeón del mundo en el Mundial de 1978.
El potrero se quedó sin su mejor artista, pero el cielo ahora tiene en su equipo un gambeteador inmortal. Hasta siempre, loco.