La historia oficial dice que en 1995 se celebró el primer congreso mundial de pasta, en la ciudad de Roma. En ese entonces, los distintos productores y cocineros participantes decidieron establecer el 25 de octubre como la efeméride dedicada a su plato predilecto. Nuestra interpretación es más realista: los fideos, ñoquis, ravioles, canelones y lasañas despiertan tanto amor alrededor del globo que las empresas vieron la oportunidad de explotar esa pasión en algo bien comercial como el Día Mundial de la Pasta. Ninguna versión es problemática; si hay una excusa más para seguir adorando las harinas, desde ya la vamos a aprovechar.
En Argentina, el consumo de pastas se acerca a los 9 kilos anuales per cápita. Mucho menos de lo que comen los italianos, primeros en el ranking internacional: allá, el consumo medio es de 23,5 kilos por año. Una locura. Es por eso que el chef Donato De Santis, al igual que la mayoría de sus compatriotas, sabe preparar tan bien cualquier variedad fresca o seca, como las que sirve en su restaurante Cucina Paradiso (muy recomendable).
Para sumarse a la celebración, Donato compartió en Instagram cinco claves para ser buen cocinero de pastas en el hogar. Son tips simples pero que a veces generan dudas, sobre todo porque no hay acuerdo social sobre algunos aspectos básicos de la cocción. Estos son sus secretos:
- Siempre poner el agua fría al fuego y llevarla a que rompa hervor.
- La fórmula sagrada es un litro de agua cada 100 gramos de pasta y 10 gramos de sal gruesa.
- La sal se añade una vez que el agua está hirviendo, no antes.
- No hay que poner aceite en el agua: no se mezcla nunca.
- Agregar toda la pasta junta y revolver suavemente solo durante los primeros segundos.
Por supuesto, sus sugerencias terminan con una verdad ya muy conocida: las pastas sí o sí tienen que ser al dente.