"Juana Banana": carcajadas para encarar la adultez a toda demanda y ansiedad
La novena película de Matías Szulanski fue nominada en la Competencia Argentina del Festival Internacional de cine de Mar del Plata. Allí hablamos con el director, junto a la protagonsita, Julieta Raponi, que nos contaron cómo cranearon esta comedia sobre el disparate más grande, que es crecer.
A los 10 años Ringo Star ya era Ringo Star y a sus 24 años, Orson Welles ya había escrito "Citizen Kane" ("Ciudadano Kane", 1941). Pero a sus 28, Juana va de casting en casting buscando o esperando su oportunidad como actriz. Algo de esto le comparte a su profesor de un taller literario, a quien además le confiesa que anduvo escribiendo algunos cuentos. —"Entonces no estás deprimida"—, le contesta él. —"Te dije que no estoy deprimida", insiste ella inquiriendo coherencia.
Y así, la primera imagen con la que arranca esta película, un primer plano de ella hablando con la boca llena, nos presenta sin preámbulos ni sobreexplicaciones a una risueña y atolondrada Juana.
Las conversaciones con Esteban, su profesor del taller, se vuelven algo así como las de un psicólogo pero out of context. O más bien, son la metáfora de esa devolución que él le da, una vez leídos los cuentos: que todos los relatos, parecen partir del mismo, de la discusión de una pareja que tiene con una alfombra.
En el universo de la película, las charlas entre Juana y Esteban (interpretado por el director, Matías Szulanski) podrían funcionar tranquilamente como la columna vertebral de la historia. El clásico: la vida es lo que pasa mientras estos dos personajes se encuentran a comer y Juana cuenta sus desventuras; porque cierto, no se detiene a preguntarle cómo está.
Tranquilamente, todo lo que le va pasando desemboca en estas conversaciones en las que intenta encontrarle el sentido a la vida adulta que se vuelve un círculo vicioso, de expectativa, ansiedad, y las responsabilidad de encontrar un techo bajo el que dormir, o una pareja (Franco Sintoff) con la que lidiar. Un loop que como un perro cuando intenta agarrarse la cola, intenta alcanzarse a ella misma.
Como en la película pero en la realidad, Szulanski citó a Julieta Raponi en un café para contarle que iba a ser Juana. "Me vio en una historia de Instagram y me contactó para un casting", nos cuenta la actriz como en otra coincidencia con la ficción.
"Huce un par de escenas de forma virtual porque era pandemia todavía. Después me llamó para tomar un café, me dijo si quería hacer el personaje. No sabía que era protagónico, me llegó el guion y no podía creer que era eso", expresa en diálogo con Filo.News.
Juana, la loca
El momento de inflexión de la película sucede cuando la protagonista, encuentra en un libro en la bilioteca de una amiga. Una novela arrumbada, a la que su amiga ni parece registrar. Esas páginas comienzan a ser para Juana más que un sitio para trasportarse, la obsesión de que existe un refugio, una tregua para una misma.
"Me inspiro mucho con la literatura", detalla por su parte el director quien asegura componer a partir de experiencias cercanas como el sentir esa "inquietud, ansiedad, preocupación, querer hacer algo, ser alguien".
"Eso sí me pasa un montón. A los 24 años, Orson Welles hizo 'Citizen Kane', y yo ya pasé los 24 y no hice 'Citizen Kane'; esa presión que a veces me la autopongo", reconoce.
"Todos tenemos un poco de Juana y Juana tiene un poco de todos. Porque si bien parece un tiro al aire, le gusta mucho la lectura y sacar chapa de lo que sabe o lee, entonces cita a actores que no son muy conocidos, pero sí que en el ámbito de los lectores son referencia. Siempre mostrándola con cariño, porque yo soy así también. Cuando estoy inseguro, trato de mostrarme a mí mismo que tengo lados que zafan", señala Szulanski.
Con una trayectoria marcada por estrenos anteriores como "Pendeja, payasa y gorda" (2017), "Astrogauchos" (2019), "Flipper" (2021), así como la fundación de Kligger, un estudio dedicado a la promoción y producción, el director define esta novena película como "la más personal".
Retrato risueño y caricaturezco de una joven náufraga en las calles de Villa Crespo, que con una carcajada grotesca -e intencionalmente compuesta para el film- le escapa al convencionalismo, para componer que la mayoría de las veces, detrás de los filtros con los que nos mostramos en redes, nos exponemos al rídiculo de un oasis que es el éxito -pegarla en lo que una hace- cuya letra chica no avisa -y en esto sí traiciona- cuánto se puede desesperar en el intento.
"Me pareció muy justo el momento de mi vida en que me llegó la peli", expresa la protagonista, rememorando el período de cuarentena por el estallido del coronavirus. "Fue como encontrar un poco mi lugar en el mundo, mi Julieta, canalizar el encierro, el miedo, todo ahí", asegura.
"Me parece tan profundo e interesante el personaje"— continúa— "Hay algo que Juana va, viene, corre, pero a su vez esta profundidad que nos pega a todes: a Juana desde la actuación y a cada quien en diferentes situaciones. Va más allá del género, de cómo nos definimos sino por lo que nos pasa, en algún momento de la vida todos pasamos por eso de ver para dónde vamos, cuál es nuestro lugar en el mundo, como funcionamos".
Julieta también se reconoce en Juana. "Actuar es lo que más me interesa; que lo que haga sea de verdad, del corazón, que salga desde mí. Siento que Juana tiene, obvio, cosas mías porque estoy abordando un personaje, pero también armé un montón de cositas que me distancian: su rapidez para hablar, su modo despilfarrado de tirarse a la cama, el desgano,la risa todo el tiempo. Detallitos para distanciarme pero sé que pasa y estoy de acuerdo de que eso suceda", afirma.
La actriz lleva el nombre de uno de los personajes de Shakespeare que nos remontan a poco después del origen de la tragedia y la comedia. Pero que pensándola en términos contemporáneos, estemos ante una mezcla ambivalente lo que en la película se expresa desde la risa torpe de Juana.
"No fue pensado cómo la risa representa esto, sino más bien fuimos dándonos cuenta y viendo la peli muchas veces. Algo de la incomodidad y tristeza está puesto en esa risa y no obligatoriamente en el llanto, como lo que solemos esperar al ver que alguien está triste o frustrado. La idea fue mostrarlo desde otro lugar: corriendose de la solemnidad, y apareció naturalmente", asegura Julieta. Y cuánto pasa de que cuando nos reímos lloramos un poco, y cuando nos agarra angustia, intentamos reírnos.
Rodada en espacios emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires, como el Museo Bellas Artes, el Teatro San Martín, la Reserva Ecológica (que efectivamente es un espacio en discusión para las comunidades originarias), "Juana Banana" es la hipérbole de una generación porteña a los apurones y a los tirones, exigida por alquileres inalcanzables, y algún afecto donde caerse para ahogar las penas cotidianas. Pero ni la compone ni la define, porque su propio mundo pone en el centro del cuestionamiento con personajes como su amiga (Jenni Merla) que sirte como la pared de realidad con la que se choca. Necesaria para tener presente que Juana no representa a la humanidad sub-30, ni mucho menos.
Pero es probable que su frenetismo anide algo de esa ingenuidad irritante como simpática, y de adrenalina que genera la idea de un futuro inminente pero inevitable que a la vez llegue sin estabilidad y pocas cosas claras.
"Juana Banana" se estrena este jueves 17 de noviembre, luego de haber participado de la Competencia Argentina de la 37° edición del Festival de Cine Internacional de Mar del Plata.