Como muchas personas de mi edad, uno de los primeros recuerdo que tengo de Jennifer Lopez es por su papel en Anaconda, la película de ¿terror? en la que comparte cartel con Jon Voight, Owen Wilson, Ice Cube y Eric Stoltz, porque más clase B noventosa no se consigue. Yo era por aquel entonces un joven de quince años y en Anaconda un grupo de documentalistas iban a buscar (y encontraban) una enorme anaconda verde en medio de la selva del Amazonas. ¿Qué más podía pedir?
Un año después J.Lo. volvería a mi vida en una de mis películas preferidas: Un Romance Peligroso (“Out of Sight”), una maravilla de Steven Soderbergh con un irresistible George Clooney, y empezaba a convertirse a mis ojos en un peso pesado de la industria. Sin embargo la actriz nacida en Nueva York ya había trabajado para ese entonces con figuras como Robin Williams, Wesley Snipes, Jack Nicholson y Edward James Olmos, había recibido una nominación al Globo de Oro, y se había convertido en la primera actriz descendiente de latinos (sus padre son puertorriqueños) en recibir más de un millón de dólares por su trabajo en Selena (1997), la biopic de la cantante tejana.
Jennifer Lopez comenzó su carrera como parte del grupo de bailarinas de la serie de sketches In Living Color (de la cual surgieron Jamie Foxx y Jim Carrey entre muchos otros comediantes) pero como ha contado varias veces fue el trabajo de otra puertorriqueña, Rita Moreno en el musical Amor sin barreras (“West Side Story”, 1961), su primera influencia.
“Me cambió la vida,” dijo en 2014 durante la ceremonia de los premios GLAAD en la que recibió el premio Vanguard por su activismo a favor de la comunidad LGBT y la serie “The Fosters”, que produce. “Ver a esa hermosa y fuerte mujer puertorriqueña liderar en pantalla con su talento en un momento en el que las mujeres latinas no tenían todas las puertas abiertas me hizo sentir, siendo una niña mirándola en el living de su casa en el Bronx, que todo era posible.”
"Es una fuerza innegable y un poderoso ejemplo no solo para las mujeres"
Y Lopez lo hizo posible. En junio de 1999 lanzó su primer disco de estudio, On the 6, que debutó en entre los diez primeros álbumes del ránking Billboard 200 y durante las siguientes dos décadas alternó entre giras, grabaciones y filmaciones con resultados dispares en la pantalla pero afirmándose como una de las voces latinas más importantes de la música. En 2018 la revista Time la eligió como una de las figuras más influyentes de ese año, donde el actor Kerry Washington escribió:
“Jennifer Lopez es una artísta icónica. Es la primera latina en ganar más de un millónd de dólares por una película y la primera mujer en tener un disco y una película en el primer puesto de los ránkings en la misma semana [por J.Lo. y The Wedding Planner, en enero de 2001]. Pero también es madre, emprendedora, activista, diseñadora, un ícono de la belleza, filántropa y productora.”
“Es una fuerza innegable y un poderoso ejemplo no solo para las mujeres sino también para cualquiera a quien hayan hecho sentir ‘otro’ y cualquiera que cargue con el peso y el privilegio de ser el primero en algo.”
En su cumpleaños número cincuenta, que celebra en medio de la gira “It’s my Party” por los Estados Unidos, Lopez es reconocida no solo por su fabulosa y exitosa carrera sino también por su extraordinario estado físico, que es el resultado de una estricta rutina de ejercicios, un cuidado extremo de la piel y una dieta llena de vegetales e hidratación que no admite alcohol, cafeína o tabaco; pero también, según ella misma lo define, una actitud positiva.
“Las reafirmaciones son muy importantes,” le ha dicho al portal Well + Good. “Soy juvenil y eterna. Me digo a mí misma eso todos los días, algunas veces al día. Suena como una mierda cliché pero no lo es. Todo está en la mente.”
Aunque estoy seguro que la mente es apenas una pequeña parte de un proceso que incluye muchísimo trabajo y sacrificio, es evidente que le está funcionando, como ella misma le admitió al portal US Weekly hace unos años:
“Miro mis fotos de hace veinte años y digo ‘¡me veo mejor ahora!’”
En esa estamos con vos Jen. En la de largar el alcohol y la cafeína seguí sola, eso sí.