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Análisis | Lovecraft Country: mucho más que una serie sobre monstruos “fantásticos”

HBO estrena su gran propuesta fantástica para este 2020, que resulta el escenario ideal para las metáforas y las reflexiones de este relato con contexto racial.  

Análisis | Lovecraft Country: mucho más que una serie sobre monstruos “fantásticos”

HBO quiere seguir expandiendo la frontera de los géneros y conquistar a los espectadores a fuerza de tropos y relecturas de la historia norteamericana, mucho más interesantes y en consonancia con la coyuntura sociopolítica. Nadie podía prever la relevancia de “Lovecraft Country” tras los reclamos de justicia por los abusos policiales después del asesinato de George Floyd, pero tampoco podemos obviar el buen timing que tiene el drama sobrenatural creado por Misha Green, basado en la novela homónima de Matt Ruff, publicada en 2016. ¿Será que el racismo es un tema que nunca pasa de moda?

Tal como lo hiciera “Watchmen” durante la temporada pasada, este relato terrorífico tiene ganas de resignificar varios eventos de la historia de Estados Unidos, en este caso, utilizando de contexto la mitología de H. P. Lovecraft: uno de los autores que delineó el horror cósmico y la ciencia ficción literaria durante el siglo XX -gracias a “Los Mitos de Cthulhu”-, y todo un ‘defensor’ de la pureza de la raza blanca, o sea, un xenófobo de primera. Mientras que sus obras exaltan el intelecto y la civilidad del hombre blanco, dejando el lugar de villano a los de ‘piel oscura’, el texto de Ruff y la serie de Green se ocupan de invertir estos roles mal llevados, porque la realidad es muy diferente.

“Sundown”, el primero de los diez episodios de este show que tiene ganas de convertirse en el nuevo boom televisivo, nos presenta a Atticus Freeman (Jonathan Majors), joven afroamericano recién llegado de la guerra de Corea, quien decide volver al Sur de Chicago -su ciudad natal- tras la desaparición de su papá, Montrose. La relación entre padre e hijo, de pos sí, es bastante conflictiva, pero como bien dice el muchacho: “Las historias son como las personas. Amarlas no las hace perfectas, solo tratas de atesorarlas y obviar sus defectos”. La comparación es más que justa y obvia, porque las obras favoritas de Tic son las de Lovecraft, Edgar Rice Burroughs y HerbertGeorgeWells, relatos de fantasía sobre héroes que salvan el día y viven aventuras en planetas extraños, nada más alejado de su realidad en una Norteamérica dividida y segregada por las Leyes Jim Crow, que lo excluyen de la mayoría de las actividades cotidianas.

Atticus igual decide regresar y averiguar el paradero de su padre, siempre obsesionado con encontrar a los ancestros de su fallecida esposa y un misterio que se esconde detrás de ese legado. Montrose solo deja una críptica carta detrás y la pista de una ciudad donde podría comenzar su búsqueda, Ardham (Massachusetts), nombre que el joven no puede evitar confundir con el clásico de HPL: Arkham.

La familia juega un papel primordial 

Su travesía comienza en casa de su tío George Freeman (Courtney B. Vance), un hombre con mucha literatura encima -como el resto de su familia-, dedicado a delinear y editar “The Negro Motorist Green Book” (El libro verde del conductor negro): una guía de hoteles, restaurantes, bares y estaciones de servicio que sí aceptan a afroestadounidenses, durante esos años tan oscuros de la segregación. Sí, el mismo manual que da título a la ganadora del Oscar protagonizada por Mahershala Alí y Viggo Mortensen. George está a punto de emprender un nuevo viaje para recopilar datos, y tanto Ardham como el condado de Devon, resultan buenos lugares para comenzar.  

Pronto se suma a ellos Letitia "Leti" Lewis (Jurnee Smollett), amiga de la infancia de Tic y oveja descarriada de su propia familia, que resuelve acoplarse al viaje para visitar a su medio hermano. El director francés Yann Demange nos pasea por hermosos paisajes rurales y pueblitos pintorescos de la década del cincuenta, pero detrás de cada sonrisa amable y casitas con cercas blancas se esconde la verdadera cara de una Norteamérica racista. Al trío le toca experimentar el odio en carne propia, huyendo de la violencia exacerbada (y amparada por la ley) de estos monstruos que poco y nada tienen en común con esos relatos que tanto disfrutan los Freeman.

Leti y Tic haciendo buenas migas 

A no confundirse, “Lovecraft Country” es un oscura y dramática historia terrorífica que nos sumerge en los pesadillescos escenarios planteados por el autor, pero nos muestra una realidad que es mucho más incómoda y violenta que el ataque de una feroz criatura con decenas de ojos. Green nos ofrece las dos cosas y sus metáforas son poco sutiles. Tampoco lo es la tensión que nos genera con cada encontronazo de nuestros ‘héroes’ con esos monstruos: los escamosos y los que se amparan en un uniforme policial para llevar a cabo cualquier tipo de atrocidades.

Las relaciones familiares también juegan un papel primordial en la narrativa. Es lo que impulsa a Atticus a meterse en la boca del lobo, pero también lo que empuja el cariño protector de George y la rebeldía de Leti. Los personajes de Ruff, y por ende los de la guionista y creadora, se corren de la norma para mostrarnos figuras complejas, perspicaces e inteligentes, abiertas a entender lo inentendible porque esos fenómenos inundan sus obsesiones literarias. No faltan las referencias a John Carter, Bram Stoker o “La Guerra de los Mundos”, tampoco los discursos políticos, como el fragmento de James Baldwin, escritor y activista por los derechos civiles afroestadounidense.

Una Norteamérica que no es para todos los norteamericanos 

El horror y el comentario social suelen ir de la mano en los mejores exponentes, sobre todo aquellos que dejan de lado a las minorías. Para “LovecraftCountry” esta es su columna vertebral, apuntalada con grandes actuaciones, ya sea el veterano Vance, la efervescente Smollett o el ignoto Majors, quien sorprendió en la reciente “5 Sangres” (Da 5 Bloods, 2020). Juntos crean un trío ideal que continúa muchas de las ideas de Jordan Peele -productor de la serie-, que presentó sus propios monstruos en “¡Huye!” (Get Out, 2017) y “Nosotros” (Us, 2019).   

“Lovecraft Country” conquista desde sus temas, su puesta en escena recreando la década del cincuenta y su imaginería visual. “Sundown” es contundente y se guarda más de una sorpresa, aunque puede caer en ciertas repeticiones a lo largo de esta primera hora. Todo está a su favor para triunfar, de la mano de grandes actuaciones, un guion sagaz y los mejores elementos para los amantes de los géneros y los entusiastas revisionistas de HPL.  

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