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Cine y series #adam sandler#Diamantes en bruto

Análisis | Diamantes en Bruto nos presenta un Adam Sandler muy diferente

Ignorada completamente en la temporada de premios, Netflix se apiada de nosotros y estrena la última película de los hermanos Safdie, protagonizada por Adam Sandler. 

Análisis | Diamantes en Bruto nos presenta un Adam Sandler muy diferente

¿Qué tienen en común el Distrito de los Diamantes de Manhattan, las apuestas deportivas y Adam Sandler? Lo único que se nos ocurre es “Diamantes en Bruto” (Uncut Gems, 2019), el nuevo thriller criminal dirigido por los hermanos Benny y Josh Safdie, los mismos que nos pusieron los pelos de punta con “Good Time: Viviendo al Límite” (Good Time, 2017). Estos jóvenes realizadores independientes, criados en la ciudad de Nueva York, ya demostraron tener un estilo muy particular, desde lo visual y lo narrativo. Historias que nos obligan a conectar con sus alienados personajes (por más desagradables que nos parezcan a simple vista) en medio de un juego donde la tensión marca el pulso de la trama.

“Diamantes en Bruto” arranca en el año 2010, en un yacimiento de Etiopía, donde un grupo de mineros judíos logra recobrar un raro ópalo negro. Dos años después, en la Gran Manzana, Howard Ratner (Sandler) espera este anhelado botín. Esposo, padre de familia, adultero, dueño de una joyería, jugador empedernido y chanta profesional, Howard intenta balancear su caótica vida, esperando que la piedra en cuestión solucione la mayoría de sus problemas económicos, incluyendo una deuda por más de cien mil dólares, los cuales debe a su cuñado Arno (Eric Bogosian) y sus asociados menos pacientes.

Los tiempos de Ratner se están acortando, pero está convencido que la subasta del ópalo le podría reportar la ganancia de un millón de dólares, suficiente para contentar a todos sus acreedores… y seguir bancando su ludopatía. Las cosas se empiezan a complicar cuando Demany (Lakeith Stanfield), asistente que le suele procurar sus mejores clientes, se acerca junto a Kevin Garnett (sí, el jugador de los Boston Celtics), a quien Howard no puede dejar de presumir su nueva adquisición. Por esas cosas de la naturaleza, el basquetbolista encuentra una extraña conexión con la piedra preciosa, la cual quiere comprar inmediatamente.

Ya quedó claro que el ópalo no está a la venta y que la única chance de KG es pujar en la subasta. Igual, Ratner decide prestárselo por una noche como amuleto de buena suerte. Este pequeño acto desinteresado pone en marcha la maquinaria narrativa de este complejo thriller dramático empujado por las ambiciones de un protagonista tan carismático como patético. Como buen vendedor, Howard siempre está pendiente del próximo gran negocio que pueda caer en sus manos, aunque no siempre mida las consecuencias de todos sus actos.

Un mundo de "¿quién da más?"

No estamos ante un villano, sino un hombre que no deja de tomar las peores decisiones. El ópalo negro se convierte en un salvoconducto que pone toda su vida a pender de un finísimo hilo, incluyendo sus negocios, la relación con su amante Julia (Julia Fox) y su matrimonio con Dinah (Idina Menzel), cuyo divorcio ya está programado. ¿Puede este antihéroe salirse con la suya y ganar en todos los frentes? Esta es la propuesta de Josh, Benny y el coguionista Ronald Bronstein, quienes nos ponen junto a Howard en el centro de la escena y una trama vertiginosa que nos mantiene en vilo hasta el último minuto, esperando que el triunfo esté del lado de los “buenos”.

A pesar de que Ratner se merece sus desgracias y una lección que enderece su torcida existencia, “Diamantes en Bruto” nunca pretende ser moralista, ni buscar la redención de sus personajes. La película de los Safdie se mueve entre el drama familiar y el thriller criminal chocando constantemente, creando giros, incomodidades, tensión y momentos tragicómicos que, tenemos que admitirlo, sólo funcionan de la mano de Adam Sandler. El actor se corre de registro habitual (y no tanto) para componer a uno de sus mejores alter egos, uno que nunca logra ser empático (ni pretende serlo), pero cuyo atractivo nos conquista desde el minuto cero.

El hombre en su laberinto

Los realizadores nos pasean por una Nueva York que, a través de su cámara -y la magistral fotografía de Darius Khondji, responsable de cosas como “Pecados Capitales” (Se7en, 1995)-, nunca se nos presenta como la glamorosa metrópoli de otras películas. La intención es clara y guarda alguna relación con la obra de David Fincher, al ubicar a sus personajes en un escenario casi laberíntico de pequeñas oficinas sin ventanas y luces artificiales que lastiman los ojos, ambientes oscuros (incluyendo las viviendas familiares) y joyerías donde la mercancía pocas veces resplandece.

Este es el universo que rodea a Ratner, un Sandler desatado e histriónico que se merecía mucho más reconocimiento durante esta temporada de premios, al igual que muchos de los aspectos artísticos de “Diamantes en Bruto”, como el montaje de Bronstein y Benny Safdie, y la música de Daniel Lopatin. La cuarta irreverencia cinematográfica de estos hermanos neoyorquinos que ya no tienen que demostrar su talento deberá conformarse con el mote de “joyita independiente”, aunque hoy por hoy sea la película más taquillera de A24 con de 47 millones recaudados.

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