La posibilidad de volver a viajar al exterior mientras la “segunda ola” de coronavirus pone en alerta a Europa, que ensaya nuevas restricciones y el gobierno comienza a habilitar la vuelta de los vuelos para los “no esenciales”, se choca también con las exigencias de los países para dejar entrar a viajeros.
Si bien la posibilidad de viajar en avión hacia el exterior comienza a abrirse con nuevos anuncios, dejando de lado la excepcionalidad de los vuelos especiales, las restricciones para ingresar tanto a Europa como a los países vecinos continúan siendo rígidas y son pocas las excepciones.
Brasil y Chile, por ejemplo, son dos países que suspendieron el ingreso de extranjeros no residentes a los respectivos países.
El artículo 2 del decreto N° 478 del Boletín Oficial del gobierno de Brasil “restringe, por plazo de treinta días, la entrada en el País de extranjeros de cualquier nacionalidad, por rutas, por otros medios terrestres o por transportes acuáticos”.
Solo quedan exentos de esta medida brasileños por nacimiento o naturalizados, inmigrantes con residencia definitiva o por un plazo establecido y extranjeros cónyuge, compañero, hijo, padre o curador de un brasileño.
El consulado de Chile anunció por su parte que desde el 18 de marzo se decidió “la prohibición de ingreso a personas extranjeras no residentes”. Por ese motivo, suspendieron el estampado de visas y visto de turismo para autorizar el ingreso al país trasandino.
En el mismo sentido, fue noticia la semana pasada la decisión del gobierno de Uruguay de restringir el ingreso de turistas en el verano. "Las fronteras van a estar cerradas, salvo excepciones, que ya se conocen y quizás alguna más", dijo Lacalle Pou en conferencia de prensa.
Las “excepciones que se conocen” son hasta el momento similares a las del resto de los vecinos: podrán ingresar al país extranjeros y también lo harán brasileños habitantes de las ciudades fronterizas que así lo acrediten y que solo podrán permanecer en la ciudad fronteriza de Uruguay.
De esta manera, la posibilidad de salir de viaje al extranjero estará reducida a los argentinos que posean residencia en alguno de los países vecinos, como Uruguay y Brasil, que tienen habilitado el ingreso.
¿Y Europa?
Pasada la primera ola de coronavirus, que dejó grandes cantidades de muertos y traumas importantes que atravesaron los países por la debilidad que mostró el sistema de salud ante el avance de la pandemia, las fronteras del espacio Schengen volvieron a abrirse con particularidades de acuerdo al avance de la situación sanitaria, complicada en algunos países durante las últimas semanas.
La Unión Europa habilitó la página Re-open EU para que los ciudadanos europeos conozcan la situación de cada país en particular. Asimismo, habilitó hacia mediados de junio a un grupo de países a volar a la UE. Hasta ahora los países son:
- Australia
- Japón
- Nueva Zelanda
- Ruanda
- Singapur
- Corea del Sur
- Tailandia
- Uruguay
- China -según acuerdo de reciprocidad-
De esta manera, España por ejemplo tiene prohibido el ingreso a cualquier persona que no sea titular “de un visado de larga duración expedido por un Estado miembro o Estado asociado Schengen que se dirijan a ese país”.
Francia, en su caso, solo cursa visas para argentinos que sean cónyuges o padres de franceses o estudiantes.
En estas condiciones y mientras gestoras consultadas para esta nota aseguran que los pedidos para averiguar por el trámite de ciudadanía europea aumentaron durante la pandemia, las posibilidades de viajar hacia Europa o los países vecinos se encuentran altamente reducidas por las consecuencias que todavía genera la pandemia de COVID-19.
En contrapartida, el gobierno argentino anunció que para la temporada de verano sí abrirá las fronteras para el ingreso de extranjeros. La decisión oficial se da en el marco de la imperiosa necesidad argentina de recibir los dólares que los turistas pueden traer al país.
Con la economía todos los días al borde del abismo, Argentina no puede darse el lujo de cerrar el portón y dejar entrar solo a los residentes. Una decisión que conlleva un gran riesgo que se está dispuesto a correr.