En medio de un clima de tensión y de conflicto en Brasil, y luego de que se emitiera la orden de detención, Lula da Silva decidió no entregarse, por lo menos hasta poder asistir a la misa en honor a su mujer, Marisa Leticia, quien falleció en 2017.
Luego del encuentro, en el que asistieron millones de personas y varias figuras políticas, el protagonista brindó declaraciones en el que decidió agradecer a todos sus compañeros y a todo el apoyo del pueblo, que entonaba el canto de "Lula guerrero del pueblo brasilero!".
Entre ellos, se mostró emocionado con una persona en particular: "Me gustaría agradecer a Dilma Rousseff, fue la persona que me dio la tranquilidad de hacer casi todo lo que logré hacer", sostuvo y agregó: "Estaré profundamente agradecido contigo".
Luego, se refirió al Sindicato de Metalúrgicos, en donde estuvo encerrado desde el último jueves: "Fue mi escuela, ahí aprendí a hacer política, este sindicato nunca negó nada, viví los mejores momentos políticos ahí".
A su vez, en medio del acto, pidió que auxilien a aquellos que se desmayaron en el público, y solicitó la asistencia del médico.
Inmediatamente, se refirió a su situación judicial: "Soy el único ser humano que está siendo procesado por un departamento que no es mío (...) Creo en la Justicia que tenga pruebas concretas. Si no creyera no hubiese formado un partido político", añadió y afirmó que tiene "convicciones".
"Cuanto más me atacan más crece mi relación con el pueblo", aseguró y sostuvo: "No les tengo miedo. Hasta me gustaría hacer un debate por la denuncia, que el juez me mostrara alguna prueba".
A su vez, frente a la audiencia afirmó que vive su momento de "mayor indignación": "Si fue un crimen ayudar al pueblo, voy a seguir siendo un criminal", expresó.
A su vez, aseguró: que atenderá el mandato de prisión, aunque no se rendirá: "No voy a detenerme. Hay millones de Lulas en el país".
"Yo saldré de esta más fuerte, con inocencia. Porque quiero probar que ellos fueron los que cometieron un crimen político de persecución", finalizó.