La figura de Eva Duarte de Perón trascendió desde la política. Ese fue su área de acción y desde donde 'pasó a la inmortalidad' el 26 de julio de 1952. A pesar de eso, los escritores argentinos se nutrieron de su figura y su historia en diversos cuentos, textos y novelas.
Desde Jorge Luis Borges hasta Rodolfo Walsh, dos escritores notables pero en polos ideológicos opuestos, se utilizó la figura de Evita en la literatura nacional. Aquí, un repaso de algunos de ellos
La señora muerta - David Viñas
En el cuento incluido en el libro Las malas costumbres el escritor argentino, exiliado durante la Revolución Libertadora y la última dictadura cívico-militar, utiliza el funeral de Eva Perón como escenario de una historia que termina mal cuando Moure, el protagonista, insulta a la difunta.
En el cuento publicado en 1963 se puede observar un guiño claro a otro cuento dedicado a la ex esposa de Juan Domingo Perón, Esa mujer, de Rodolfo Walsh, a pesar de que Walsh lo publicó dos años después.
A lo largo de varios párrafos comenzando por el primero, el narrador se refiere a la protagonista como 'esa mujer', que rechaza a Moure cuando éste define como 'yegua' a Eva: "Ah, no... Eso sí que no (...) Eso sí que no se lo permito".
A lo largo de todo el cuento, el protagonista critica y se mofa de quienes hacen largas colas, como las que describe Viñas. Hacen sus necesidades en la calle y empujaban para avanzar, lo que irrita a Moure.
Esa mujer - Rodolfo Walsh
El escritor contó que escribir este cuento le llevó 2 días y 10 años. Escribió gran parte un día, lo agarró 10 después y lo terminó en otro día.
A lo largo de la historia relata la conversación entre un periodista y un coronel que participó del secuestro del cuerpo de una mujer a la cual nunca se nombra, pero se menciona que está embalsamada y 'se le nota la metástasis del cáncer'.
"Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra", dice el narrador -está en primera persona- sobre el cuerpo-.
El coronel está preocupado por las amenazas y críticas que recibe de la gente, que creen que fue él quien participó del robo del cuerpo. "Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted", dice en uno de los tantos diálogos.
Ante el periodista, el coronel intenta mostrarse siempre como quien salvó al cuerpo de esa mujer de vejaciones peores: ser arrojada al río, que 'el gallego' practique la necrofilia.
Al coronel le desean que a la hija 'le agarre la polio', sobre la poliomelitis, que en la primera mitad del siglo XX acechaba al país. Y cierra: "—Es mía —dice simplemente—. Esa mujer es mía".
El simulacro - Jorge Luis Borges
En un breve relato, Borges, ferviente anti-peronista, recrea un velorio falso a una supuesta Eva Perón, pero realizado con "una tabla sobre dos caballetes y encima una caja de cartón con una muñeca de pelo rubio (...) encendieron cuatro velas en candeleros altos y pusieron flores alrededor".
La 'farsa' se realiza a tal punto de que mujeres, chicos y hombres que acudieron al lugar daban el pésame a quien hacía las veces Perón y "alargaba la derecha para estrechar la mano que le tendían".
Y el maestro se pregunta sobre quien llevó a cabo el simulacro, es "¿un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico?".
El único privilegiado - Rodrigo Fresán
El escritor presenta en este texto a un chico extremadamente millonario, que no conoce nada más allá de las rejas de su casa, que no tiene acceso a los diarios ni a "los quehacer nacional".
Este niño se inicia sexualmente a los once años nada más ni nada menos que con el cadáver de Eva Perón, pero que no sabía por su aislamiento nacional.
"Revistas y diarios futuros me harían saber de la abanderada de los pobres, de su eterno y secreto tránsito de reliquia religiosa por diferentes osarios europeos y de la grandeza de mi blasfemia". dice el chico.
Cuando este chico besaba y tenía acceso carnal al cadáver de la mujer lo descubrieron y "cuatro hombres de uniforme que colocaron el cuerpo dentro de un cajón y se lo llevaron para siempre".
Evita vive - Néstor Perlongher
Perlongher hace volver a Evita en la década del 70' como una especie de Jesús argentina que se presenta ante sus descamisados para salvarlos de la represión policial, participar de un trío o ser prostituta.
"Grasitas, grasitas míos, Evita lo vigila todo, Evita va a volver por este barrio y por todos los barrios para que no les hagan nada a sus descamisados", dice la Evita de Perlongher en el segundo relato.
Coloquial y hasta a veces bizarro, el escritor presenta a 'la jefa espiritual de la Nación' de vuelta a la vida y en los aspectos mundanos de la vida.
Evita se droga, se pelea con la Policía, se revuelca por el piso, tiene sexo. Evita vive pero en realidad Evita vuelve.
Estos son solo algunos textos de la literatura argentina donde aparece Eva Perón. Puede leersela también en Santa Evita y La novela de Perón, ambos de Tomás Eloy Martínez; Roberto y Eva: historia de un amor argentino de Guillermo Saccomanno.
En el teatro: Eva Perón de Copi; Eva Perón en la hoguera y Las patas en las fuentes de Leonidas Lamborghini; Eva y Victoria, de Monica Ottino.