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El domingo será el primer debate de candidatos y dos de sus cuatro ejes serán Economía y Género. En esta nota te contamos por qué es importante tomarlos como unidad.
Cuando se habla de la agenda feminista, normalmente se piensa en la lucha contra la violencia de género, y está bien. El tema es que la violencia que sufren las mujeres y disidencias (lesbianas, travestis y trans) es mucho más amplia que la violencia física, su aspecto más visible.
La desigualdad de género se puede medir y nuestra ecofeminita @NatsuSh analizó los datos de la EPH del 3er trimestre de 2018 con lentes violetas https://t.co/VSnk475odw #NosotrasParamos #8M pic.twitter.com/90QMc7GBzh
— Economía Feminista (@EcoFeminita) March 4, 2019
Ahora bien, cuando pasamos al campo económico, la palabra "género" o "mujer" desaparece del análisis. Nos dirán que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Acá desafiamos esa idea, para proponer una visión integral que desemboque en el tan esperado desarrollo económico.
Hay distintas aristas de la violencia de género y en esta nota nos vamos a enfocar en la violencia económica, que tiene varias formas pero que siempre constituye un caldo de cultivo para el resto de las violencias que sistemáticamente sufren las mujeres. Con la falta de refugios existentes en nuestro país, una mujer sin autonomía económica no puede salir del círculo de violencia, o salir le implica enfrentarse a situaciones de extrema marginalidad.
Por lo tanto, para erradicar la violencia de género, como estipula la ley 26.485, hay que garantizar las condiciones para la autonomía económica femenina. En Argentina, las mujeres (y me voy a reducir al análisis binario porque así son nuestras estadísticas oficiales) tienen mayores tasas de desempleo, de no registro (no contar con obra social ni aportes) y obtienen ingresos menores que sus pares varones.
Según el último informe sobre desigualdad del Indec, 7 de cada 10 personas del grupo poblacional de menores ingresos son mujeres. Lejos de ser un fenómeno coyuntural, la feminización de la pobreza se evidencia sistemáticamente y forma parte de nuestra estructura social y económica.
Esta pobreza de ingresos es acompañada por una pobreza de tiempos, ya que deben hacer malabares entre sus trabajos pagos y no pagos, además de cuidarse a ellas mismas. Quienes sean madres o tengan a cargo el cuidado de una persona sabrán de lo que hablo. Quienes no, pueden confiar en el indicador del Indec, que muestra que el 75% del trabajo del hogar es realizado por mujeres.
No es exagerado, entonces, hablar de las pobres. Así, con "a". Esto nos permite pensar estrategias más eficientes a la hora de buscar la famosa "pobreza cero". Ahora bien, las mujeres son un grupo muy amplio y quienes están en peores condiciones son, sin dudas, las trabajadoras de casas particulares.
Un dato no menor es que este sector concentra cerca de un quinto del total de trabajadoras femeninas. Las mujeres de este rubro cobran poco más de $100 la hora y pertenecen a un régimen especial de contratación, por fuera del Contrato de Trabajo, porque al parecer no es como cualquier otro trabajo. Encima quienes están registradas son la minoría: sólo 1 de cada 4 empleadas tiene obra social y aportes. Para el resto no hay derechos laborales.
Este sector requiere especial atención no sólo porque incide directamente en la feminización de la pobreza sino también porque son quienes le ponen precio a un trabajo que tradicionalmente se hace gratis.
Ahora bien: tenemos identificadas quiénes y en qué ocupan el tiempo la mayoría del grupo poblacional que hay que dinamizar. Entonces, ¿qué hacemos?
En este punto es interesante pensar el cuidado como un derecho humano. Las personas somos interdependientes. Sin profundizar, no estaríamos donde estamos sin todos los cuidados que tuvimos en nuestra niñez y no llegaremos muy lejos si no tenemos lo que tradicionalmente se llama "ayuda" en nuestra ancianidad.
La exigencia de intervención estatal en los sectores relacionados al cuidado viene cobrando fuerza dentro del movimiento feminista y desde el Observatorio de Género y Pobreza de la Universidad de San Martín (UNSAM) vienen trabajando en propuestas concretas para el corto y mediano plazo, no sólo para garantizar este derecho sino también para aportar a la discusión de cómo impulsar el desarrollo económico en el actual contexto de crisis.
Cuando duden de que tan urgentes son las política de remuneración al cuidado, recuerden que cuando las mujeres cuidan todavía se las llama 'inactivas' y que cuando buscan otro laburo son las que menos chances tienen de encontrarlo. De la recesión se sale con políticas feministas. pic.twitter.com/V45e543mP8
— Lucía Cirmi �� (@chimi_lco) June 20, 2019
"Lo que planteamos es que la inversión destinada al sector de cuidados tracciona la economía desde abajo, desde quienes mas están sufriendo esta crisis que son las mujeres", plantea Lucía Cirmi Obón, economista y doctoranda en temas de economía feminista, que viene trabajando estas propuestas a la par de sus investigaciones en el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP).
ECONOMÍA DEL CUIDADO “Hay estudios que señalan que tracciona más la economía y la mano de obra el cuidado que la infraestructura” dice @EleonorFaur si bien “Hay un cambio de paradigma.....El debate por el trabajo de cuidado va a ser muy duro”
— IADEPP (@iadepp) October 8, 2019
Según la economista, dinamizar este sector funcionaría como un "multiplicador del cuidado": la plata destinada a este sector "se multiplicaría hacia otros sectores, demandando bienes necesarios que no presionarían sobre la restricción externa". Este punto es importante en este contexto de caída de la demanda y falta de dólares en la economía nacional.
Si bien hay muchas políticas a tomar en este camino de reconocer el cuidado como un derecho, la crisis económica actual obliga a priorizar los problemas más urgentes: la pobreza y el desempleo.
De esta manera, Lucía Cirmi propone cuatro medidas que pueden tomarse en el corto plazo y prometen favorecer estos indicadores:
A mediano plazo, la economista sugiere ampliar la oferta pública de cuidados y enfatiza la necesidad de discutir sobre la seguridad social para las mujeres que destinaron sus vidas al trabajo dentro del hogar. La discusión sobre la ampliación de las licencias por maternidad y paternidad también debe estar sobre la mesa.
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