El 3 de diciembre se celebra el Día del Médico en conmemoración del nacimiento del científico cubano Carlos Juan Finlay Barrés. Una fecha que nos invita a reflexionar sobre qué es ser médico hoy en Argentina. La palabra del Dr. Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
Cuando decidís ser médico la vocación es algo romántica. Pero no se nace médico, te vas haciendo día a día. Experimentarás un enamoramiento cotidiano, hasta tener una pasión difícil de explicar, que te llevará a vivir para la medicina.
Ser médico es entrega, dedicación y vocación. Conjuga alegrías y tristezas. Momentos complejos, como dar una mala noticia o asistir la muerte de un paciente, y otros gratificantes, que te llenan el alma, al contribuir a que un paciente se sienta mejor, ayudar a nacer o curar una dolencia.
La profesión exige voluntad, sacrificio, interés por la investigacion, humanidad y buscar la excelencia.
Cuando seas médico tendrás enfrente alguien que te mire y te requiera, con el que compartirás una intimidad. Es el encuentro entre dos personas que se necesitan, uno quiere curar y otro quiere que lo curen.
Será común que recibas pacientes con un dolor de pecho, con miedo de sufrir un infarto, o con un dolor de garganta y el temor de tener algo malo. Recibirás a la persona y a su angustia.
Deberás tener en cuenta que se es médico para toda la vida y para ello es imprescindible no perder el contacto con el paciente y su familia. Esta relación especial que otorga la práctica asistencial define a la profesión. Es muy difícil considerarse médico si no existe una relación médico-paciente.
Nunca olvides que la medicina no es inocua, que lleva implícitos ciertos riesgos. Se arriesga mucho en cada acto médico: tenemos en nuestras manos la responsabilidad de una vida humana.
Ser médico hoy implica saber que la práctica ya no es como la que ejercía mi padre, que llegaba al domicilio de su paciente y tenía el agua caliente y la pañoleta. Hoy la medicina dejó de ser paternalista y la tecnología cambió el vínculo entre los médicos y sus pacientes.
Cuando seas médico tendrás que ponerte en el lugar del otro, tener empatía por quien te irá a consultar, saber que esa persona no solamente es un cuerpo biológico, sino también alguien con una historia.
Recordá que nuestra palabra puede ser un remedio, pero también un veneno. La forma de comunicarnos con nuestros pacientes es parte esencial de esa relación imprescindible. Elegir las palabras adecuadas es tan importante como escoger la mejor medicación.
Es bueno evitar adoptar el rol de “opinólogo”, una trampa en la que caen muchos profesionales de la medicina consultados por los medios de comunicación, bajando línea muchas veces sobre cosas que desconocen. También podemos incurrir en ese error cuando las personas nos consultan al paso, sobre un familiar, un amigo o por ellos mismos y nosotros terminamos por dar una respuesta sin fundamento.
Deberás, además, aprender a soportar los embates de un contexto muchas veces adverso, con recortes en ciencia, la falta de recursos en muchas de las instituciones públicas que velan por la salud y la ineludible sobrecarga laboral, acompada por una baja remuneración.
No dudes en buscar inspiración en aquellos hombres y mujeres de la medicina argentina, que han dado todo por otros seres, movidos por la vocación y la pasión. La mayoría de las veces, trabajando en silencio y ajenos al reconocimiento público. Solo algunos, como Bernardo Houssay, Pedro Cossio, René Favaloro, Osvaldo Raffo, Luis Agote, Cecilia Grierson, Enrique Pichón Riviere, Florencio Escardó, Salvador Mazza, Esteban Maradona, Ramón Carrillo y Arturo Illia, han demostrado que la medicina debe ejercerse como un apostolado.
Cada 3 de diciembre celebrarás el Día del Médico, una fecha que recuerda el nacimiento del científico cubano Carlos Juan Finlay Barrés, quien confirmó la teoría de que la propagación de la fiebre amarilla era a través del mosquito Aedes aegypti, un hallazgo de trascendencia mundial que evitó miles de muertes en América latina.
Tu currículum dirá menos de vos que tus pacientes: una sonrisa, un cariño, un agradecimiento, reconfortarán tu espíritu y te animarán a seguir adelante, estudiando y capacitándote de manera continua.
En lo personal, haber combinado la tarea asistencial con la comunicación en los medios me permitió extender el consultorio a la gran comunidad. Tengo claro que no podría hablar de salud sin el contacto con mis pacientes No podría hacer otra cosa que ser médico, la profesión que volvería a elegir.
Por el Dr. Jorge Tartaglione, Presidente de la Fundación Cardiológica Argentina