"Siempre trabajé para comer pero siempre estuve para militar por los derechos de las mujeres indígenas"; así resume en pocas palabras su historia Teresa Zapeta. Con 48 años, en la actualidad ocupa el cargo de Directora Ejecutiva de Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI). Pero llegar hasta ahí, no fue un camino fácil.
Ella pertenece a la comunidad maya de Guatemala, y lleva su identidad con orgullo. En sus venas encarna la lucha de cientos de mujeres de pueblos originarios, de su país y de todo Latinoamérica.
En diálogo con Filo.News, la mujer dio más detalles sobre su recorrido hasta llegar hasta donde se encuentra hoy y cómo, desde su posición de liderazgo, aporta a la visibilización de problemas de las comunidades indígenas.
El caso de Teresa Zapeta
Ella nació en un pueblo de Guatemala, y es la última de cinco hermanos. Su mamá, "una líder comunitaria local", le enseñó a leer: pudo completar la primaria, que era el máximo nivel educativo en la región.
"Mis padres encontraron forma de emprendimiento económico, y generamos una economía familiar", admitió con emoción en su voz.
Sin embargo, con el desarrollo de la Guerra Civil de Guatemala que tuvo lugar entre 1990 y 1996, ella y su familia fueron desplazadas a la fuerza a la ciudad. Allí, gracias al apoyo de sus padres, pudo seguir estudiando -aunque recién a los 32 años-: eligió la carrera de comunicación social, e incluso realizó una maestría.
Cuando vivía en el ambiente rural, ya era víctima del machismo. Pero cuando llegó a la ciudad, se potenció todavía más: "Venía de una comunidad, de una aldea, y venir a la ciudad fue un gran impacto. Pasé rechazo por mis compañeros de estudio, había cierta desconfianza en las capacidades".
"Al llegar a la ciudad me di cuenta de que la educación que había recibido era muy baja y limitada; mis compañeros sabían más que yo obviamente. Sentí ese rechazo, como de un trato a personas de un nivel menor que el de ellos", explicó.
Durante sus estudios, participó de varias organizaciones de pueblos y mujeres, adquirió experiencias y conocimientos en diferentes áreas. En este camino, adquirió una extensa trayectoria: trabajó como funcionaria de gobiernos, en ONU mujeres, hasta llegar a FIMI.
"Creo que esa oportunidad de haber estado en distintos ámbitos me permite también tener una idea general de la vida de la mujer y los pueblos indígenas", reconoció.
Pueblos originarios en Guatemala
Según el informe anual que publicó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2017, la población femenina total es de 8.423.021 mujeres -50,79%-. En este contexto, es uno de los países con mayor presencia de población indígena, con un 40%.
En la actualidad, existen varios organismos que luchan por la defensa de las mujeres dentro de estas comunidades: ya sea la Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI) o la Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM). Sin embargo, sus resultados son paulatinos, y las mujeres guatemaltecas continúan enfrentando problemáticas de desigualdad y discriminación.
¿Cuáles son los principales problemas que viven las mujeres indígenas de ese país? A partir de los datos establecidos por la ONU, los principales problemas que enfrentan son:
- Tasa del 48 por ciento de analfabetismo en mujeres indígenas y del 19 por ciento en mujeres no indígenas (INE, 2016).
- Alta tasa de fertilidad en niñas adolescentes de 13 a 19 años (66,7 por 1,000 nacidos vivos)
- Según datos del INACIF, entre enero y septiembre 2017 hubo 9 evaluaciones médico forenses por delitos sexuales contra niñas lactantes, 348 de niñas de primera infancia, 2,046 contra adolescentes, 705 de jóvenes mujeres y 294 de mujeres adultas.
- Elevada cantidad de femicidios: Entre 2012 y 2016, 254.160 mujeres fueron agraviadas por los delitos contemplados en la ley contra el femicidio y otras formas de violencia y 1.195 mujeres fueron asesinadas.
- La tasa de mortalidad materna (140 por 100 mil nacidos vivos).
- Epidemia de VIH concentrada, en la que las mujeres representan el 38 por ciento de los adultos con VIH (MSPAS, 2017).
- Poca o nula participación en política: La Ley Electoral y de Partidos Políticos no prevé cuotas que atenúen la exclusión de las mujeres de la vida pública y política.
- Elevado índice de pobreza: 79.2 por ciento y del 76.1 por ciento en las áreas rurales.
- En su mayoría, son empleadas en el sector informal, es decir, amas de casa. De esta manera, no tienen acceso al sistema nacional de seguridad social, protección social o programas de compensación.
Discriminación en primera persona
En este contexto, como mujer, como maya, incomodaba: en cada lugar al que asistía, era tratada desde una posición de otredad. "Sufrí la falta de oportunidades en educación y empoderamiento económico", detalló.
"Yo recuerdo cuando crecí, que las personas no indígenas se sentían con el derecho de decir a las otras personas que se pongan de pie en un bus público porque ellas se tenían que sentar", reveló. Esa imposición, según opinó, no es tan explícita pero sigue presente.
La discriminación más fuerte, según confesó, se vive en los ámbitos públicos: "Tantos trabajos, comercios, escuelas, centros de servicios de salud, coincide violencia de genero con violencia por racismo en mujeres indígenas", sostuvo.
Luego, agregó: "La falta de oportunidades, servicios públicos, pobreza, falta de recursos económicos para desarrollar emprendimientos o capacidades, todo eso sufren las mujeres indígenas".
Una lucha que recién comienza
Según la creencia maya, en la vida tenemos una misión. Teresa lo tiene bien en claro, y trata de transmitir esa idea a su pequeño hijo, de 9 años. "Yo le digo que se sienta orgulloso de ser maya, le explicó que puede ser de que en el colegio o en los espacios donde se encuentra puede que sea rechazado por ser indígena", comentó.
Zapeta aseguró que busca transmitir a su hijo la espiritualidad de su comunidad: "La familia, el respeto a los mayores, valorar la comida, que los alimentos son sagrados. Los fines de semana tratamos de ir a lugares verdes, para que él pueda tener experiencias con la naturaleza", afirmó.
"Él tiene una misión la tiene que cumplir conforme vaya creciendo. Aún no sé cuál es, no todos llegamos a saberlo, es una búsqueda constante. Se viene no solo a trabajar, vivir y ya", explicó.
"Es importante avanzar en la lucha por igualdad entre pueblos, géneros, para eso venimos a este mundo", señaló.
Cada tanto vuelve a su pueblo. Reconoce los cambios, ve como avanzó la infraestructura y el número de población. Recuerda sus inicios, y cómo sufrió la falta de oportunidades. Pero también como supo luchar ante las adversidades para imponerse a los estereotipos establecidos por la sociedad.
Luego vuelve a la rutina. Se levanta, disfruta de la compañía de su familia compartiendo un desayuno o alguna actividad física. Luego, toma su computadora y se conecta con todas sus compañeras de FIMI.
¿Cuáles son sus actividades en ese lugar? "Participo de reuniones, eventos, estoy activa en mi país, me considero una persona política, aunque no participo en ningún partido", manifestó. Se encarga de coordinar el fondo de mujeres indígenas, el observatorio de mujeres indígenas contra la violencia, la escuela global de liderazgo de mujeres indígenas, y muchas más. Para ello, se conecta con mujeres de África, Asia, América Latina, del Norte y países del Ártico.
A modo de reflexión, Teresa finaliza: "Es importante avanzar en la lucha por igualdad entre pueblos, géneros, para eso venimos a este mundo, para vivir bien. Y para eso tenemos que colaborar todos"; ella, desde su lugar, aporta su granito de arena, y se extiende de manera valiosa en todo Latinoamérica con su trabajo en la agrupación y su militancia por el respeto a la diversidad.