En operaciones iniciadas durante la noche del 11 al 12 de julio, Rusia desplegó un ataque aéreo masivo compuesto por 597 drones, especialmente Shahed de origen iraní, y 26 misiles de crucero contra diversas regiones ucranianas. Según las autoridades locales, la ofensiva dejó al menos cuatro muertos y más de veinte heridos, con impactos significativos en zonas consideradas seguras del oeste del país.
Las defensas antiaéreas de Ucrania interceptaron gran parte del ataque: derribaron 25 misiles y 319 drones, adicionalmente se contuvo al menos a 258 de forma electrónica. A pesar de ello, proyectiles alcanzaron las ciudades de Chernivtsi, Leópolis, Járkov y Dnipropetrovsk, ocasionando daños en infraestructura civil, viviendas, universidades y negocios.
El gobernador de Chernivtsi detalló que entre los fallecidos había una mujer de 26 años y un hombre de 43, acompañados por al menos veinte heridos. En Leópolis, se registraron seis lesionados, entre ellos un niño, mientras que en Járkov y Sumy también hubo reportes de heridos y fallecidos.
El Kremlin aseguró que sus armas de precisión atacaron objetivos militares específicos, incluidos complejos industriales y un aeródromo. Sin embargo, Occidente y Kiev denunciaron los impactos en áreas civiles y equipos esenciales, pidiendo mayor severidad contra Moscú.
El presidente Volodímir Zelenski solicitó sanciones inmediatas y contundentes contra quienes facilitan la producción de drones y financian el petróleo ruso. Además, destacó la urgencia de aumentar la capacidad antiaérea y llamó a la comunidad internacional a traducir "señales" en acciones concretas.