El ex titular de la Secretaría de Inteligencia, Miguel Ángel Toma, se refirió al Plan de Inteligencia Nacional (PIN) de la SIDE, cuyos detalles se filtraron a la prensa durante los últimos días, y las denuncias por las presuntas maniobras de espionaje sobre periodistas y analistas críticos del Gobierno a las que habilitaría.

Entrevistado por Cable a tierra, el podcast de Filo.news, conducido por Erika Cabrera y Alejandro Segade, Toma afirmó que “perseguir a cualquiera por su opinión, su fe o su pertenencia a organizaciones lícitas es un delito". En ese sentido, resaltó que ninguna actividad lícita "puede ser objeto de inteligencia". De todos modos, advirtió también que la filtración del PIN a la prensa "también es un delito" y que se debe investigar. “Sólo el Presidente, el jefe de inteligencia o la Comisión Bicameral podían haber filtrado el plan”, señaló.

El PIN es un documento secreto que establece los lineamientos del Sistema de Inteligencia para promover los intereses estratégicos de la Argentina. El fin de semana, el periodista de La Nación, Hugo Alconada Mon, publicó que el PIN habilitaba las maniobras de espionaje sobre quienes busquen “erosionar” la confianza de la opinión pública sobre los funcionarios que están a cargo de velar por la seguridad de la Nación. También, a aquellos "actores” que generen o puedan generar una “pérdida de confianza” en las “políticas económicas” del Gobierno. Esto disparó las alarmas, porque el documento no precisa si estos lineamientos aluden a agentes externos que quisieran vulnerar la seguridad local, o a periodistas y analistas críticos de la política oficial. Su filtración, además, provocó un escándalo y el Gobierno debió salir a desmentir esta información. "Este es el primer gobierno en décadas que ha tomado la decisión política de no utilizar la SIDE para perseguir opositores, periodistas o adversarios políticos", aseguró en un comunicado.

Toma explicó que el PIN "no es aprobado por el Congreso", pero que éste, a través de su Comisión de Inteligencia, puede sugerir modificaciones, incorporarle alternativas e incluso objetivos nuevos a través de una comunicación al Poder Ejecutivo. "Si alguna de los partes del texto, la Comisión Bicameral determina, como en este caso, que puede haber algún tipo de desviación, tiene la obligación de llamar al jefe de Inteligencia para que aclare los términos. Y una vez aclarado, si es que puede aclararlo, controlar el mecanismo del funcionamiento, porque la Bicameral puede auditar hasta el último peso del presupuesto, incluidos los gastos reservados".

El ex funcionario, que dirigió a los espías entre julio de 2002 y mayo de 2003, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, le endilgó al kirchnerismo la "destrucción" y "desmantelamiento" de la estructura de Inteligencia. Y advirtió que 100 millones de dólares no alcanzan para revertir este cuadro. "El problema es que nosotros venimos de una historia donde las estructuras, metodologías y presupuesto del Estado fue utilizado no para hacer inteligencia, sino para hacer espionaje interno", opinó.

Respecto de las tareas de espionaje sobre actores internos, Toma diferenció las carpetas que la SIDE guarda como archivos de aquellas que utiliza para difundir información comprometedora de un dirigente político o periodista crítico del signo político que se encuentre en la Casa Rosada. "Si la estructura de inteligencia tiene carpetas y las guarda, porque una estructura de inteligencia vale mucho por los archivos que tiene, las guarda y las utiliza en función de su tarea legítima, es una estructura eficiente. Ahora, cuando las utiliza para otra cosa, entra en un delito", señaló, y advirtió que las nuevas tecnologías dan lugar a maniobras que puede realizar cualquier persona con un dispositivo que vale 100 dólares. "¿Qué mayor carpetazo puede haberse hecho con la Inteligencia Artificial como el que se hizo con Mauricio Macri diciendo el día anterior a la elección que bajaba la lista de Silvia Lospennato?", planteó.

Por último, Toma se refirió al "asesinato" del ex fiscal Alberto Nisman y apuntó a una estructura "ilegal y paralela" de inteligencia que conducía el ex militar César Milani y que tenía en su interior a miembros de la SIDE.