Cada año, el 31 de mayo se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco, una iniciativa impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concienciar sobre los efectos nocivos del consumo de tabaco. 

Según datos de la OMS, el tabaco es responsable de más de 8 millones de muertes anuales, incluidas aquellas causadas por la exposición al humo ajeno.  

La OMS destaca que el tabaquismo es un factor de riesgo clave para enfermedades no transmisibles, como cáncer, cardiopatías y enfermedades respiratorias crónicas. 

En un informe publicado en 2022, la organización señaló que el 22% de la población mundial consume tabaco, con mayores prevalencias en regiones como el Sudeste Asiático y Europa del Este. Además, advierte que los productos derivados del tabaco, incluidos los cigarrillos electrónicos, representan un peligro para la salud pública.  

Este año, la campaña se centra en proteger a los jóvenes de la industria tabacalera, que, según la OMS, emplea estrategias de marketing dirigidas a este grupo. La organización insta a los gobiernos a implementar políticas más estrictas, como prohibiciones de publicidad, aumento de impuestos y advertencias gráficas en los paquetes. "La industria del tabaco necesita reclutar nuevos consumidores para reemplazar a los que mueren, y los jóvenes son su objetivo principal", declaró un portavoz de la OMS.  

Varios países han reportado avances en la reducción del consumo. Un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos mostró que las tasas de fumadores adultos disminuyeron del 20,9% en 2005 al 12,5% en 2020, atribuyendo este logro a las campañas educativas y las restricciones legales. Sin embargo, en naciones de ingresos bajos y medios, el acceso a programas de cesación sigue siendo limitado.  

La Fundación Mundial del Pulmón recomienda incrementar los espacios libres de humo y ofrecer apoyo psicológico a quienes desean dejar de fumar. Mientras tanto, la OMS reitera su llamado a reforzar el Convenio Marco para el Control del Tabaco, ratificado por 182 países, como herramienta clave para reducir su impacto en la salud global.