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“López López”: la primera novela de Tomás Downey sobre la transformación y la duplicidad

En diálogo con Filo.News, el autor señala cómo fue el proceso de escritura, los desafíos y referencias de este libro. 

“López López”: la primera novela de Tomás Downey sobre la transformación y la duplicidad
(Crédito: Dominique Besanson. )

La primera novela del escritor Tomás Downey, titulada López, López, se desarrolla en el contexto de una guerra, que actúa como un telón de fondo para la exploración distintos temas. La narrativa profundiza en la naturaleza del tiempo y la memoria, mostrando cómo estos conceptos se ven afectados por el conflicto y cómo dan forma a las vidas de los personajes.

López, soldado de infantería del Ejército Negro, logra escapar de un fusilamiento y se calza en su huida el uniforme de un soldado muerto del Ejército Naranja cuyo nombre está cosido en un parche: López.

La asunción de esa nueva identidad trastoca su percepción de la guerra y obliga a López a reescribir su historia. En su fuga por el bosque, se incorpora a un grupo de combatientes de la tropa naranja junto a los cuales se embarca en un derrotero que, nacido del perjurio y del afán de supervivencia, lo lleva a convertirse en un héroe involuntario.

¿Cómo fue el origen de la idea del libro?

-La idea que tenía desde hacía tiempo era sobre un soldado de la guerra civil que cambia de bando y compone un recorrido con el nuevo bloque. Sin embargo, me faltaban elementos para concretarla. Luego me surgió el título que lo anoté en un documento y me ayudó a organizar las ideas. López López me inspiró a que no se tratara solo de un cambio de bando, sino también de una transformación y una duplicación. El título también estableció el tono, que incluye comedia y absurdo. Además, me gustó la musicalidad. Este soldado de repente se transforma en otra cosa, asumiendo otra personalidad, y esa fue una estrategia para seguir escribiendo.

¿Por qué decidiste situarlo en una guerra?


-Hay algo del imaginario que me interesa, especialmente porque accedo al imaginario de la guerra a través de la ficción, tanto del cine como de los libros. La guerra es algo lejano para mí, nunca la viví de cerca. Me interesan estos mundos, tanto la guerra como una distopía post apocalíptica, donde de repente las reglas se reducen a su mínima expresión, la supervivencia es el eje y después se van acomodando las cosas. En la novela hay un grupo medio fraterno que se arma entre los soldados, es una relación desprejuiciada, más libre. Después me divierte la acción, eso da ritmo a la novela, al menos la primera parte podría pensarse como una “road movie”. Hay un viaje, y eso ya es un arco narrativo, un punto de partida y un destino. Eso me da la excusa para introducir la posibilidad del peligro, la posibilidad de escapar, llevar a los personajes al límites y trabajar con emociones más intensas.


¿Cómo trabajaste esta duplicidad del personaje principal?

-Hay como un juego de duplicaciones constante que parece que son totalmente intercambiables. La idea de la guerra, o del conflicto en sí, a menudo se relaciona con lealtades y obligaciones impuestas. Si estas lealtades y obligaciones se desmantelan, uno podría encontrarse fácilmente en el lado opuesto. Claro que cada conflicto específico tiene sus propias complejidades y ramificaciones, pero la idea central sigue siendo válida. Me gusta mucho la imagen de dos perros separados por una tranquera que se ladran, pero al abrirla, dejan de hacerlo. Hay algo en ese enfrentamiento instintivo, ¿no? Es la base, y está claramente presente. Sin embargo, siempre trato de buscar nuevos caminos y enrarecer eso. Me gusta tomar esa idea y jugar con ella; no plantearla de forma obvia y directa, sino de una manera más enrarecida y compleja. Es como si algo de él hubiera muerto, desaparecido, y este nuevo López se inventase a sí mismo en un juego constante con el entorno y con lo que esperan de él. Incluso se inventa un pasado, ya que cuenta muchas anécdotas que a veces son contradictorias.

¿Cómo vivís el momento de publicación y de alguna manera soltar la novela al público?


-La gente siempre pregunta: "¿Estás contento con la novela?". Y yo respondo que sí, pero que "contento" no es la palabra justa, que es mucho más que eso. Siento ansiedad, por supuesto, porque uno quiere que la novela guste, que se lea, que la gente la disfrute. Al fin y al cabo, uno trabaja mucho en algo que es un producto para el lector, para otra persona, y espero que llegue a ese lector y que lo disfrute. Estoy muy satisfecho con el resultado final y con el trabajo que realicé junto a mis amigos y colegas que me brindaron su ayuda, así como con los editores. Creo que el proyecto ha llegado a buen puerto. Ahora se trata de soltarlo, dejarlo ir y permitir que sean los demás quienes lo completen a través de su lectura.

Si bien el libro no habla de ninguna guerra en particular pero a la vez de todas, ¿pensaste alguna vez en lo que sucedió en la guerra de Malvinas para escribir?

-Lo que me interesaba era la idea del conflicto base, que es muy básico: dos ciudades peleando por ser la capital de un país, nada más. Quería evitar las lecturas políticas o ideológicas y quedarme con ese núcleo, con esa reducción. Entonces, sí, establece un diálogo con el concepto de guerra. Luego, lo que nos puede decir en concreto sobre cada guerra en particular, ahí ya es más complejo. Nosotros vemos la guerra desde el tercer mundo, ¿no? Como el perdedor, si quieres, como el débil. Malvinas fue una guerra en la que éramos nada contra un imperio, y así salió. Y supongo que hay algo de Malvinas en nuestra idea de guerra, o al menos en lo que tenemos más cercano a ella. Más allá de toda la tragedia, tiene algo absurdo, hay algo de que nada tiene sentido, es una guerra que claramente no debería haber sucedido. Como sucede probablemente en todas las guerras, pero particularmente en esta, y sobre todo vista desde nuestro lado, me parece que se asemeja a la situación del soldado débil, que está allí a merced de las decisiones de otros. Sin capacidad de tomar sus propias decisiones, va y hace lo que puede para sobrevivir.
 

¿Qué referencias literarias y de películas tuviste para elaborar la novela?


Hay varias, por ejemplo, se lo cita en el epígrafe a J.M. Coetzee con la novela Esperando a los bárbaros. También pensé en El desierto de los tártaros de Dino Buzzati mientras leía. Está la influencia de Claus y Lucas de Agatha Kristof, especialmente al principio de la guerra, y me gusta mucho ese lenguaje descarnado. Por otro lado, el lenguaje aunque el tono es muy diferente, hay algo que tomé de Plop de Pinedo. Otra referencia es Gracias de Pablo Katchadjian, que no hay una guerra, pero hay una especie de rebelión y es una novela de aventura, tiene un tono muy coloquial, divertido con mucho humor. En cuanto a películas, Apocalipsis Now. Un director que me gusta mucho es Aki Kaurismäki. Hay algo del tono, estos personajes que no saben bien dónde están parados y que tratan de hacer lo que pueden dentro de sus circunstancias. Al igual que los ejemplos anteriores, sus películas no tratan sobre guerras y, aunque puede que alguna incluya temas bélicos, no son el foco principal.
 

Sobre Tomás Dawney

Nació en Buenos Aires en 1984. Es escritor, guionista y traductor, autor de tres libros de cuentos: Acá el tiempo es otra cosa (2015), El lugar donde mueren los pájaros (2017) y Flores que se abren de noche (2021). Su obra ha recibido numerosos apoyos y reconocimientos (Fondo Nacional de las Artes, Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, Premios Nacionales, Premio Fundación María Elena Walsh,
Übersetzerhaus Looren, entre otros) y fue traducida al italiano y al inglés.
 

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