"¿Qué tan mala madre soy si no puedo 'darle la teta' a Clara?", me preguntó una amiga en una especie de confesión, entre sorbos de café. Me contó que su pediatra “de confianza” le había negado la posibilidad de alimentar a su bebé con biberón, insistiendo en la necesidad de seguir intentando amamantar a pesar del intenso dolor físico y emocional que siente al hacerlo. Lo que no solo la angustió y frustró mucho, sino que también la llenó de dudas sobre la relación y conexión con su propia hija.
Lamentablemente, en un mundo saturado de prejuicios en torno al maternaje, la pregunta de mi amiga es tan triste como común en muchas conversaciones (y silencios). Día a día, quienes eligen ser madres se enfrentan a expectativas, juicios y mandatos sociales que dictan lo que se considera "correcto" o "incorrecto" en relación con la crianza. En este contexto, la decisión de cómo alimentar a los hijos se convierte en un terreno sensible y cargado de proyecciones.
“La maternidad suele estar acompañada de culpa tome la decisión que tome”, afirma Marisa Russomando, Licenciada en Psicología y especialista en Maternidad, Crianza y Familia. El hecho de ser madres y ajustarse a ese nuevo rol “ya es un desafío". Esta adaptación, se ve aún más complicada por la necesidad de tomar decisiones importantes, muchas veces, “sin estar completamente preparadas". En medio de este proceso, están expuestas a "una variedad de opiniones y juicios tanto antes como después de tomar una posición con respecto a la crianza". Lo que incluye, "la controversia en torno a la alimentación, uno de los temas más debatidos en la maternidad contemporánea".
La realidad detrás de la lactancia es mucho más compleja de lo que sugieren las imágenes idealizadas. De acuerdo con los datos revelados en un estudio realizado por Trendsity, una consultora especializada en tendencias y comportamiento humano, 7 de cada 10 mujeres con bebés menores de 9 meses se sienten juzgadas en torno a la alimentación elegida para su hijo y el 86% asegura esta práctica les causa sobrecarga y agotamiento. A pesar de las dificultades, 4 de cada 5 eligen no hablar sobre los desafíos que enfrentan, sintiendo que en nuestra sociedad “existe un estigma al discutir abiertamente del tema”.
Entre la opinión personal y las expectativas sociales
Entre las madres que enfrentan una mayor presión social se encuentran aquellas que optaron por la leche de fórmula como fuente principal de alimentación (60%), así como aquellas que complementaron la leche materna con otras fuentes (50%). Esta falta de comprensión proviene, en gran medida, de otras mujeres que forman parte de su círculo social más cercano, según lo reportado en la investigación. “Los mandatos influyen aun no estando de acuerdo con ellos”, afirma la licenciada y prosigue: “Muchas veces las mamás recientes tienen una opinión personal al respecto, que a veces pronuncian hasta con liviandad y sin embargo en paralelo, sienten un tironeo del lado de mandatos familiares, del entorno o de los medios a los que acceden”.
Aquellos mandatos que se traducen en exigencias autoimpuestas que afectan el bienestar. “Todo esto tiene un impacto directo en la salud emocional, ya que suele generar angustia, baja autoestima e inseguridades que no colaboran con el ejercicio cotidiano del nuevo rol y su adaptación”, detalla Russomando. La lactancia materna, en lugar de ser una experiencia natural y gratificante, se convierte para muchas en una fuente de tristeza y culpa. De hecho, el 73% de las mujeres admitieron compartir estos sentimientos.
La presión por amamantar a cualquier costo, sin tener en cuenta la salud física y emocional, es una manifestación de la toxicidad de los ideales de la "madre perfecta". La psicóloga aboga por un enfoque más compasivo y equilibrado, que reconozca la importancia de la lactancia sin penalizar a quienes eligen otras opciones alimenticias para sus hijos. “Es importante tener la información necesaria y a partir de allí poder conectarnos con las emociones y opiniones para poder llevar adelante la maternidad a nuestra manera”, enfatiza.
“Mi sugerencia es abordar un proceso personal en el que se puedan registrar esas fuentes de influencia que están presentes y, a partir de ahí, revisar nuestra propia opinión al respecto. Es esencial fundamentar las decisiones para desplegar de manera honesta nuestro rol como madres, haciendo lo que consideramos mejor para el niño”, detalla y añade: “Es necesario atender nuestras necesidades como adultas, ya que el bebé necesita del bienestar y la salud emocional de su mamá, para poder estar bien”.
Promoviendo el respeto y la autonomía materna
Las estadísticas incrementan en situaciones donde los padres, parejas o familiares no participan en el proceso de alimentación y cuidado de los bebés, o incluso están ausentes en la vida familiar. Según explica la experta, "la mejor manera de colaborar es acompañar en las decisiones de esa mamá reciente”. En el caso de la alimentación del niño en particular, esto implica dar el apoyo necesario para llevarla adelante. “Si es lactancia brindarle el contexto adecuado para llevarla adelante y si es incorporación de mamadera con leche de fórmula consultando como se puede ayudar: a veces será prepararla, a veces dársela al bebé y otras tantas ayudas como cada mamá pueda solicitar”.
La promoción de opciones de alimentación infantil más inclusivas y respetuosas requiere un cambio cultural y estructural que rompa con los estereotipos y las expectativas poco realistas sobre la maternidad. Esto incluye proporcionar información precisa y equilibrada sobre las opciones de alimentación disponibles, así como apoyo emocional y práctico para las madres que enfrentan dificultades durante la lactancia. “Para poder conocer la opinión de la mamá reciente respecto de éste y otros temas, es sugerible poder tener una conversación abierta y sincera. Esta sinceridad podrá lograrse con una escucha atenta, generosa y desprejuiciada para llegar a la posición que honestamente toma en cada tema de crianza”, concluye Russomando.
Es crucial desmitificar la imagen idealizada de la lactancia materna y reconocer que no todas las mujeres pueden o desean amamantar. La información, el apoyo y el respeto por la autonomía de las madres deben ser los pilares sobre los cuales se construye el camino hacia la maternidad. La promoción de un diálogo abierto y honesto sobre las diversas experiencias y desafíos de la lactancia materna es necesaria para crear un entorno compasivo y solidario para todas las madres.