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Latinoamericanos en Israel: “No es una guerra contra Palestina, es contra el terrorismo”

Después de que el ejército israelí anunciara la ruptura de la línea defensiva de Hamás en el norte de Gaza, ciudadanos latinoamericanos comparten sus reflexiones sobre la guerra y las siete décadas de conflicto en Medio Oriente: "Es tu hijo o el del otro. Así de cruel, así de duro".

Latinoamericanos en Israel: “No es una guerra contra Palestina, es contra el terrorismo”
La gente observa los daños a las viviendas de un barrio en Gaza (OMS)

Grande es la culpa de una guerra innecesaria. Desde las profundidades del fanatismo hasta la inmensidad de la barbarie, el conflicto entre Israel y Palestina ha costado vidas, destruido hogares y dejado cicatrices sociales. La retórica incendiaria, los bloqueos y las luchas por el control de territorios disputados crearon una atmósfera en la que la paz parece esquiva, y donde la noción de “ganadores” se pierde en medio de la desolación y el sufrimiento. Los ciclos de coacción, marcados por atentados terroristas, enfrentamientos militares y represalias, alimentaron un círculo vicioso de hostilidad que atrapó a toda una región. Cuando creíamos haber alcanzado un estado de civilización, un inesperado ataque por parte de Hamás, la organización terrorista islámica palestina, sacudió el territorio israelí. Y fue así que, el 7 de octubre de 2023, la tensión alcanzó un nivel crítico y dio inicio a un nuevo capítulo en la batalla de los países hermanos.

Nuevamente, Medio Oriente se convierte en testigo de un conflicto armado y, una vez más, la Franja de Gaza es el escenario del enfrentamiento. Para comprender la raíz del conflicto, es necesario repasar los eventos ocurridos hace tres semanas: Hamás lanzó miles de cohetes y emprendió operaciones terrestres en el sur israelí, dejando 1.400 muertos y 222 secuestrados. En respuesta, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró oficialmente que el país estaba en "estado de guerra" y ordenó una serie de bombardeos que, hasta el día de hoy, han cobrado la vida de al menos 10.022 personas y dejado a otras 25.408 en necesidad de atención médica, según fuentes oficiales. Hay quienes se detienen a comparar las cifras, pero este artículo no es ni va a ser el caso. La discusión sobre la naturaleza de los actos y los argumentos políticos quedan en segundo plano, y van más allá de la cuantificación. No hay argumento válido de justificación.

Esta no es una guerra contra Palestina, es una guerra contra el terrorismo que se apoderó de la Franja de Gaza desde el 2007 y ataca en ambas fronteras”, aclara Natalio Steiner, Licenciado en Ciencias Judaicas y Director del periodico Comunidades Plus. Pero, ¿cómo llegó Hamás a tomar el territorio?. En pocas palabras, la lucha se remonta a la creación del Estado de Israel en 1948 y las subsiguientes guerras y tensiones con las naciones árabes. A lo largo de los años, el conflicto llevó a la ocupación de territorios palestinos por parte del Estado Judío, dando lugar a una crisis de refugiados y una serie de enfrentamientos. En la década de 1990, se intentaron acuerdos de paz que lograron la retirada del Gobierno hebreo de ciertas áreas, como Gaza y Cisjordania, y en la concesión de cierta autonomía a los palestinos a través del Gobierno Autónomo Palestino.

Sin embargo, las autoridades palestinas se encontraron con dificultades para controlar al grupo terrorista, fundado en 1987 en Gaza y que estuvo involucrado en ataques contra Israel desde 1994. De hecho, años más tarde, el Gobierno incluso lo calificó como una organización terrorista, condenando sus ataques y deteniendo a cientos de sus miembros. Tras la retirada de Israel de Gaza en 2005, se desató una guerra civil en 2006 entre Hamás y el partido Fatah, liderado por el presidente palestino, Mahmoud Abbas. El enfrentamiento interno llegó a su fin en 2007, con el primero consolidando su control en el territorio. La violencia entre los países comenzó a escalar a partir de 2008, llegando así al 2023: alcanzamos uno de los mayores números de palestinos e israelíes fallecidos en décadas.

75 años de conflicto en Medio Oriente

Por lo tanto, ¿es la guerra la última herramienta política para acabar con el terrorismo?. Y en caso de que así sea, ¿hasta qué punto es legítimo el derecho a la autodefensa?. “Es muy lindo hablar de paz, pero cuando tenés al lado a alguien que te quiere matar, que te quiere asesinar, que no le importa tu existencia, entonces no se puede hablar de paz”, argumenta Steiner, y prosigue: “Es tu hijo o el hijo del otro. Así de cruel, así de duro. Cuando el Hamás sea destruido como guerrilla, como movimiento terrorista por parte del Estado de Israel, si es que esto se logra, y el mundo internacionalmente lo permite de una vez por todas, entonces se podrá hablar de paz con los palestinos”.

El objetivo principal de la agrupación terrorista es la creación de un Estado palestino en toda Palestina histórica, que incluye Israel, Cisjordania y Gaza. La organización rechaza su derecho a existir y busca la destrucción total del Estado judío. “Israel está luchando contra un grupo terrorista que está gobernando una parte que fue cedida a los árabes en son de paz hace muchos años”, explica Mauricio Uscalovsky, periodista argentino en Israel. “Lo que busca el terrorismo no es recuperar territorio o tener mas territorio del que le corresponde, es exterminar Israel, dicho por las autoridades públicamente”, agrega el comunicador y sigue: “Siempre pasamos por esto, siempre pudimos recuperarnos y lo vamos a hacer nuevamente. Hasta el último segundo, hasta la última parte. Cuando nos unimos todos, podemos salir adelante. El único objetivo es terminar con Hamás y que la gente vuelva a vivir en paz”.

La guerra es promovida por los gobiernos y padecida por los ciudadanos que quedan atrapados en medio del conflicto. Las decisiones políticas y militares de las partes involucradas tienen un impacto devastador en la vida de la población civil. “Se nos dio vuelta la vida”, declara Sivan Gobrin, vicepresidenta y vocera de la Comunidad Chilena de Israel. “Tengo mucho miedo, me siento vulnerable. Siento que tengo que proteger a mis hijos constantemente, transmitirles que todo va a estar bien, a pesar de que la incertidumbre es total”, comparte. En esa misma línea, Uscalovsky dice: “En estos momentos tratamos todos de ponernos en los zapatos del otro, abrazarnos, cuidarnos, distraernos con alguna que otra cosa”. “(El conflicto) me alejó de ver a mis nietos, de dos meses y 5 años. Me alejó de mi hijo discapacitado, que vive en un instituto. Estoy tratando de regular la situación, porque sé que todavía lo peor no empezó”, suma Steiner.

Pero en los momentos difíciles, la unión se hace aún más fuerte. “Son muchas las experiencias que uno ha podido vivir. Una de las que más me impactó fue que uno de estos días, a las 21 hs todo el vecindario sacó las banderas de Israel a los balcones y se puso a cantar el himno, a mi se me erizo la piel, nunca vi semejante muestra de amor por la patria, de entrega hacia el otro”, cuenta el director del periódico judío. “Mucha gente saliendo a la calle, en las veredas, gritando con bandera en mano: ‘de aca no nos mueven’, ‘de aca no nos vamos’, ‘no nos van a vencer’, ‘el terrorismo no puede dictaminar que va a ser de nuestras vidas’”, relata.

“Hay un gran apoyo psicológico por parte del gobierno y de los colegios”, asegura Gobrin, y Steiner lo confirma: “Desde la municipalidad me llamaron dos veces, siendo yo un nuevo inmigrante, para ver como estaba, preguntarnos si estábamos bien psicológicamente”. El mismo sostén le brinda el pueblo a los militares. Ya sea a través de ayuda logística, donaciones, o mostrando su respaldo en eventos y ceremonias. “Hay varias campañas de solidaridad, especialmente para los soldados. Se están juntando equipos, ropa, comida”, sostiene Uscalovsky. “Es un país muy solidario, si estás desconcertado en la calle va a haber alguien que se te va a acercar y te va a preguntar que necesitás. Por más diferencias que hayan, como ciudadanos, como pares, como judios y como hermanos, estamos siempre unidos”, añade.

Terrorismo, antisemismo y la involucracion de organismos internacionales

Claro está que el pueblo judio se encuentra luchando contra el terrorismo. Sin embargo, la línea entre Hamás y la población de Gaza es muy delgada. Y no debería confundirse. No deberían irrumpir los suministros de alimentos, electricidad y necesidades básicas a los civiles atrapados en la Franja palestina. Su destrucción no es el objetivo, pero la amenaza es una realidad. Y como Estado constituído, Israel debería respetar los derechos humanos. Los israelíes tienen un Gobierno presente, los palestinos no. “Tenemos una dinámica muy distinta de cómo se llevan a cabo las defensas o ataques, Israel cubre a sus ciudadanos, se trata de minimizar todo tipo de riesgos”, complementa el periodista. “Del otro lado, los ciudadanos de Gaza están sufriendo por culpa de Hamás. Estos individuos llamados personas se esconden debajo de la tierra para no ser encontrados y disparan misiles desde zonas donde hay habitantes, desde zonas pobladas”, agrega.

Las narraciones promovidas por las organizaciones supranacionales y los medios masivos de comunicación a menudo fomentan el conflicto, distorsionando la realidad y, en ocasiones, pecando de antisemitas. La cobertura mediática tiende a resaltar los aspectos más sensacionalistas del conflicto, lo que puede llevar a una visión sesgada de los eventos. “En mi opinión, los medios fueron super irresponsables a la hora de informar los hechos, generando olas de antisemismo bastante fuertes”, alega vocera de la Comunidad Chilena de Israel. La cobertura selectiva alimenta el odio y el malentendido, exacerbando aún más las tensiones en la región. “No obstante, creo que hoy en día la gente logró comprender que tenemos todo el derecho a defendernos”, expone.

Lo mismo sucede con entidades internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que estuvieron involucradas en el conflicto israelí-palestino durante décadas. Si bien tienen como objetivo mediar y encontrar soluciones pacíficas, las divisiones políticas y las luchas de poder dentro de ellas obstaculizaron el progreso y perpetraron la narrativa del conflicto. “En líneas generales, el organismo de las Naciones Unidas ha tenido un papel aberrante en el conflicto. Tanto el Consejo de Seguridad como la Asamblea General de las Naciones Unidas tomaron resoluciones absurdas, contrarias a la existencia de Israel, exigiendo cosas que el Estado no puede dar, siendo un territorio más pequeño que la provincia de Tucumán”, clarifica Steiner. “La ONU debería demostrar un poco de cordura condenando a Hamás, y no sacar más condenas a Israel. La ayuda humanitaria debería llegarle a la gente, no a los terroristas”, apunta Gobrin.

Hamas e Israel: ¿un conflicto sin fin?

En este contexto, donde las tensiones se propagan tanto dentro como fuera de las naciones en conflicto, la búsqueda de una solución se presenta como un desafío de complejo alcance. Sin embargo, como dice el refrán, “la esperanza es lo último que se pierde”. Y ante esta situación, Steiner propone tres alternativas. Una incluye la rendición del grupo Hamás, una opción que, “aunque es difícil de imaginar, podría llevar a un nuevo gobierno en la Franja de Gaza”. “La segunda alternativa es que un organismo internacional actúe y verdaderamente controle de forma autónoma la región, y de esta manera, proceda a su reconstrucción”, convirtiéndola en un lugar atractivo para el turismo y la inversión. La tercera opción, y posiblemente la más complicada pero factible, sería que “Israel ocupe nuevamente la Franja de Gaza y establezca una administración militar”. Aunque no es la preferencia del país, podría ser una respuesta si no se logra una paz duradera de ninguna otra manera.

Siguiendo la línea de pensamiento de Steiner, a principios de noviembre, las fuerzas israelíes bajo el liderazgo del contralmirante Daniel Hagari, ejecutaron una operación militar en la Franja de Gaza, atravesando con éxito las primeras líneas de defensa de Hamás en el norte de la región. En este contexto, el jefe humanitario de Naciones Unidas, Martin Griffiths, instó a los Gobiernos a considerar pausas en los actuales combates. El líder enfatizó en la importancia de estas pausas para facilitar la distribución de ayuda humanitaria en Gaza, una región donde, según su perspectiva, "la lucha ha entrado en una fase aún más terrorífica". "Es imperativo que los bandos combatientes acuerden ceses temporales en las hostilidades, ya que esta es la única forma viable de permitir el suministro de ayuda urgente a Gaza", subrayó tras su reciente visita de dos días a Israel y los territorios palestinos ocupados. Si bien la destrucción de Hamás podría ser un objetivo inmediato, ¿qué sigue después?. La búsqueda de una solución duradera va más allá de la mera destrucción de enemigos; implica la construcción de puentes de entendimiento, el respeto mutuo y la cooperación en un camino hacia una paz que beneficie a todos los habitantes.

Treinta y dos días transcurrieron, treinta y dos días sin respuestas, treinta y dos días marcados por la desolación y la devastación de la guerra. Como planteó recientemente el historiador israelí Yuval Noah Harari en un artículo en el diario Haaretz: “Existe consenso en Israel sobre la necesidad de desarmar a Hamás, pero ¿qué pasa con el futuro del país? Dígannos cuáles son los objetivos a largo plazo de esta guerra, para que sepamos a qué nos arriesgamos y quizá por qué sacrificamos nuestras vidas”. Un futuro digno puede ser un destino alcanzable, pero solo si hay una visión clara y un compromiso genuino con la reconciliación y la convivencia. ¿Qué estamos dispuestos a hacer para convertir nuestro deseo de paz en una realidad?

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