El mundo necesita más enfermeras y enfermeros: hay apenas 1 profesional cada 8 médicos
Se la considera una de las profesiones del futuro, ya que el aumento de la expectativa de vida y los avances en materia de ciencia y medicina colocan a las tareas vinculadas a la salud en un lugar central.
La enfermería es una de las profesiones del futuro. El aumento de la expectativa de vida a nivel global, los avances en ciencia y medicina, la importancia que ha cobrado la calidad de vida y el bienestar físico a nivel social y cultural, así como la visibilidad que otorgó la pandemia a la necesidad de fortalecer los sistemas de salud son elementos que otorgan a la enfermería un rol cada vez más importante.
En el mundo hay apenas 1 profesional cada 8 médicos, cuando la proporción debería ser al revés. De acuerdo al más reciente informe del Ministerio de Salud a partir de la Red Federal de Registros de Profesionales de Salud, para 2019 nuestro país contaba con aproximadamente 234.000 trabajadores de la enfermería. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que Argentina posee una de las tasas más bajas de enfermeros por habitante de la región, con 4 cada 10 mil personas (mientras que Chile tiene 22 cada 10.000; Uruguay 18,9; Paraguay 14,6; Brasil 7,1 y Bolivia 5,1). La relación enfermera/médico en Argentina es de 0,56, aproximadamente la mitad del mínimo indicado por la entidad.
“La situación de la enfermería actual es crítica, no solo por la falta de recursos capacitados en el sector, sino además porque cada vez más se solicitan profesionales especializados en distintas áreas y la realidad es que no hay. Entonces se opta por hacer una formación intensiva para cubrir algunas áreas puntuales, como cuidados críticos o pediatría, y se fomenta además la formación en escuelas o tecnicaturas superiores tener más enfermeros al cuidado de de las personas”, explica Teresa Gómez, directora de la Escuela de Enfermería del Hospital Británico.
En este sentido, Gómez advierte que “la formación requiere estudio y responsabilidad. Hoy las personas que siguen una carrera lo hacen a medida que pueden, porque tienen otras responsabilidades. Lo que vemos en la Escuela es que hay estudiantes que tienen a su cargo hijos, padres o hermanos, entonces se hace muy difícil sobrellevar la carga familiar, el trabajo y la carrera, lo que demora la finalización de los estudios o incluso el abandono, que aumentó pos pandemia”.
Teresa vino de Misiones a Buenos Aires para seguir sus estudios en la Escuela de Enfermería, de donde egresó en 1990. “Elegí enfermería porque me enamoré de la profesión. Por supuesto el desarraigo de la familia fue importante, pero no fue superior a mi meta, ya que acá me sentía contenida, no solamente por los docentes sino además por las y los enfermeros en la práctica y por las cien chicas que vivíamos en el hogar del Hospital Británico, que constituía una gran familia. Más allá de todas las responsabilidades que teníamos fue maravilloso y nunca voy a olvidar esa experiencia”, relata.
En tiempos en que los avances tecnológicos y científicos crecen en forma vertiginosa y cambian el mercado de trabajo en todos los sectores, la titular de la Escuela de Enfermería considera que la enfermería es sin dudas uno de los empleos del futuro. “Hoy tenemos, por ejemplo, robots que sirven la medicación, pero ninguna máquina puede reemplazar la relación del profesional con la persona. La enfermería seguirá existiendo, abriéndose a la nueva formación y preparación”, subraya.
En este sentido, Teresa recuerda que el primer consejo que le brinda a sus estudiantes está relacionado con la cercanía: “Les digo que traten a la persona con la que se van a vincular como si fuera un familiar, es la manera de aplicar la empatía y ponernos en el lugar de quien hoy necesita nuestro cuidado y darle lo mejor”.
En esta línea, recalca que “uno de los grandes desafíos está relacionado con toda el área de la prevención y que los pacientes no lleguen a un estado crítico y terminen en una unidad de internación o en terapia intensiva. Tenemos que salir más a la comunidad, hablar y concientizar”.
La herencia de Florence Nightingale
Florence Nightingale fue una enfermera y escritora británica, precursora de la enfermería contemporánea. Alcanzó reconocimiento mundial por su accionar en la guerra de Crimea. Se convirtió en la primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica, y miembro honorario de la American Statistical Association.
Siguiendo su legado en la Argentina, Isabel Eamesfundó en 1890 la Escuela de Enfermería del Hospital Británico, la Institución Educativa en Enfermería más antigua del país, con 129 años de trayectoria ininterrumpida y con alto prestigio académico.
La institución dicta el ciclo de pregrado, totalmente gratuito, como Unidad Docente de la Universidad de Buenos Aires desde 1994, otorgando el título oficial de Enfermero Universitario. En ella se forman año a año los profesionales con los que dotan al Hospital y a parte del sistema de salud del país.
Desde su inicio a la actualidad, la Escuela formó cerca de 2.000 profesionales. “La escuela rescata los más importante del legado de Florence Nightingale y el modelo que ella diseñó y que tiene prestigio en todo el mundo”, destaca Gómez y agrega: “Quienes egresan de esta institución suelen trabajar en posiciones de liderazgo en el país y el mundo, por el enorme reconocimiento que brinda la Escuela”. .
En marzo se realizó la graduación de la 132° camada de enfermeros y enfermeras de la institución, con una ceremonia e impronta tradicionales que se repiten todos los años. Durante el evento las y los graduados llevan uniformes característicos: vestido a rayas celeste y blanco, con delantal y cofia o toca en el caso de las mujeres y ambo y capa en el caso de los varones, que simbolizan la higiene, transparencia en el cuidado, la responsabilidad contraída con la sociedad y la entrega. Además cada uno recibe medallas grabadas con la frase “Pro Aegris”, que significa por el enfermo y el herido.
Además, los egresados portan en sus manos la lámpara, símbolo de la claridad, el conocimiento y de la luz que se requiere en todos los actos de cuidado. Pronuncian finalmente un juramento, la promesa de Florence Nightingale, donde, en uno de sus pasajes, asumen el compromiso de brindar cuidados con “una visión integral del hombre, abarcando por igual su dignidad y derecho de bienestar”, mostrando “respeto por la diversidad de la persona, familia o comunidad”.