Mientras caía la tarde en el barrio de Colegiales, Christian “Chris” Deimon y Maia “Kidik" se preparaban para salir en el escenario de Berlina Vorterix. Sin embargo, no había muchos detalles que afinar: la pasión estaba lista para salir.
Los músicos forman parte de “Suena Eh!”, el sello discográfico independiente situado en el barrio de La Cava que reúne a diferentes artistas del barrio. Cada uno desde su estilo, ya sea trap, reggaeton cumbia o pop, exponen sus vivencias, historias y experiencias en carne propia.
En el marco de la presentación oficial del sello en Colegiales, Filo.News dialogó con Christian y Maia, dos de los músicos que integran este proyecto, quienes revelaron cómo llegaron a involucrarse con la música, qué representa esta iniciativa y más.
Listos para hacerse escuchar
El proyecto nació con algunos cartones y botellas de plástico, los cuales reciclaron en parlantes. Gracias a este esfuerzo, y con el apoyo de la agencia de publicidad Prójimo, pudieron montar su propio estudio discográfico, el cual en la actualidad cuenta con más de 30 artistas.
“Yo empecé hace diez años en la música. Me hubiese gustado que en ese entonces hubiera un ‘Suena Eh!’ que me apoye y que esté a disposición de lo que quiera hacer o decir”, confiesa Christian, de 23 años, quien reflexiona sobre la importancia de contar con un espacio para poder canalizar todo su trabajo.
Maia, por su parte, comenzó a los ocho años a componer sus primeras canciones. Hoy tiene 14, y planea seguir en el mismo camino: “Yo lo único que hacía en la escuela era escribir. Entonces lo empezaba a tararear, a componer; después me di cuenta que era música lo que estaba haciendo”, recuerda.
“Esto me ayuda como una terapia”, revela Maia.
“Le digo a ella que aproveche este momento, que lo disfrute, porque es re joven y tiene un camino larguísimo, ya la exposición de los medios y todo es algo genial”, confiesa el joven, con respecto a los consejos de un amigo a otro.
“Ahora hago rap en la escuela, en el recreo, antes no era nadie, me daba vergüenza rapear. Ahora me dicen ‘che, vamos a rapear’ y vamos”, cuenta la joven y agrega: “Quiero seguir trabajando y decir: ‘mirá hasta donde llegué’; poder vivir de esto, que la gente me conozca. Que la gente diga: ‘yo también puedo’”.
En barrio en cada melodía
Christian ingresó a la música luego de una paralizante experiencia familiar. Según reveló, a raíz de una pelea de vecinos, un hombre disparó y mató a su hermano, quien tenía solo seis años.
"Tenía que desahogarme y contar lo que sentía en ese momento de alguna forma; quedé a la deriva, me empecé a drogar, estar con armas... no estoy orgulloso, pero fueron experiencias”, cuenta el joven.
Luego, continúa: “Yo no tuve la oportunidad de estudiar si bien porque trabajé toda mi vida. Cuando pasó lo de mi hermano un poco me tuve que hacer cargo, entonces tuve un par de años en los que no pude ir a la escuela, fueron tres años los que mi padrastro estuvo preso. Lo que tienen la calle son dos opciones: terminas preso o terminas muerto”.
En ese momento, se fue a vivir con su papá a Chubut, donde tomó la decisión de canalizar todo ese dolor en arte: “Desde que me pasó empecé a escritor, a utilizarlo como una terapia. Si bien yo no podía hablar con nadie porque sentía que nadie me iba a entender, empecé a expresarlas a través de las canciones”.
“La vida no es ni lo que te venden en la tele ni lo que te venden en el barrio”, opina el joven.
Llevar el barrio en las canciones significa poner en escena todo el contexto que se vive día a día en las calles. “Yo cada vez que tengo la oportunidad de hablar con alguno de los chicos del barrio le digo, que si tienen algun sueño que lo sigan, que sigan para adelante. La vida no es ni lo que te venden en la tele ni lo que te venden en el barrio; la vida es lo que vos quieras vivir, el sueño que vos tengas”, reflexiona Christian.
Luego, añade: “En el barrio te venden que si vos tenes un auto o una casa sos el mejor, como el ganador, a mi me parece que es muy material, una vida muy superficial. Yo tengo una felicidad enorme que no me hace falta tener un auto para ser feliz”.
De cara a futuro, y en el marco del auge del movimiento feminista, ella aspira a transmitir ese sentimiento de empoderamiento a todas las mujeres, en un camino que comenzaron artistas como Cazzu o Dakillah.
“Mi objetivo es llegar a que muchas chicas digan: ‘mira, esta bueno el trap’, que más mujeres hagan trap”, planifica Maia y añade: “Quiero que se sumen aquellas que quieran hacerlo pero no lo pudieron hacer porque son todos hombres en el trap”.
Por su parte, el joven confiesa que en la actualidad puede cosechar los frutos de tanto esfuerzo: “Estoy teniendo lo que yo quería en ese entonces, que me escuchen, que se interesen en lo que yo hago”. Mientras tanto, anhela: “A mi me gustaría ser un ícono, un influencer. Yo me enfoco en crear buena música, lo demás llega solo”, opina.