Hoy en 1951, las mujeres votaban y eran elegidas por primera vez en Argentina
A 69 años del día en que las argentinas votaron en igualdad de condiciones que los hombres y pudieron ser elegidas para ocupar cargos: qué dicen las especialistas sobre la lucha para conquistar el voto y las repercusiones que obtuvo.
Recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.
Así recibía la primera dama, Eva Duarte, la Ley de Voto Femenino N°13.010, el 23 de septiembre de 1947, junto a Clara Borlenghi, Juan Domingo Perón, Ángel Borlenghi, Juan Hortensio Quijano, entre otrxs.
Cuatro años después, el 11 de noviembre de 1951, las mujeres votaban por primera vez en la Argentina.
Pero, ¿cómo llegó a promulgarse la Ley?
El movimiento feminista en Argentina fue, para la socióloga feminista e investigadora del CONICET, Dora Barrancos, polisémico desde sus inicios. Surgió tempranamente, a fines del siglo XIX, a través de mujeres que en su mayoría provenían del socialismo o del librepensamiento y eran, por lo general, letradas.
Entre sus reivindicaciones se encontraba el sufragio femenino, aunque no siempre hubo concordancia acerca de las circunstancias del voto de las mujeres. Un sector del feminismo predicaba por el voto universal, en igualdad de condiciones con los varones, y otro, exigía el voto, pero a través de etapas sucesivas: primero municipal, luego provincial y, finalmente, nacional.
El mayor impulso del movimiento sufragista fue —aseguran distintas especialistas— sin dudas, durante la década de 1920. Tras finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las diferencias fueron dejadas a un lado y el voto universal las convocaba a la mayoría de las organizaciones feministas por igual.
Sin embargo, en la década siguiente, esta lucha sufrió un desarme. Por un lado, la Argentina vivió el primer golpe militar que derrocó al presidente Hipólito Yirigoyen en 1930. Pese a la avanzada de la derecha en el país, la Cámara Baja logró tratar en 1932 el sufragio femenino y el divorcio vincular. El proyecto obtuvo media sanción pero nunca se debatió en el Senado, donde la mayoría de sus representantes eran conservadores.
En su artículo “Participación política y luchas por el sufragio femenino en Argentina (1900-1947)”, Barrancos explica: “Después del fracaso y durante la década 1930 e inicios de los años 40, las feministas argentinas mitigaron bastante los reclamos por el sufragio, toda vez que sus esfuerzos estuvieron dedicados especialmente a la lucha antifascista y, de modo particular, a apoyar a las fuerzas republicanas cuando se desató la Guerra Civil Española”.
En tanto, un hito histórico ocurrió en la provincia de San Juan. En 1928, luego del golpe militar, se otorgó el voto a las mujeres de la mano del gobernador, Aldo Cantoni, y en 1934, la abogada Emar Acosta accedía por primera vez a una banca representacional.
Las sufragistas
El movimiento sufragista fue muy variado en su interior y, como explica la investigadora del CONICET Adriana Valobra, no todas las mujeres que adherían a él eran feministas. Los argumentos a favor del sufragio universal viraron desde el maternalismo político, hasta la búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres.
Valobra insiste en que se han creado mitos a lo largo de los años con respecto a la lucha por el voto femenino. Algunos de ellos tienen que ver con las críticas que habitualmente se posaron sobre las sufragistas: ser consideradas burguesas y sólo estar preocupadas por los derechos civiles y políticos. Sobre esto, la doctora en Historia explicó a Filo.news que existe una ignorancia sobre la vida de estas referentes.
“La idea de tachar al feminismo de burgués es una idea que ya está estudiado su recorrido, y fue un intento de descalificar a las feministas respecto de las luchas que hacía el socialismo en Europa en ese momento”, dijo la también directora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género.
En esta línea afirmó que la replicación de esta idea “es desconocer que estas mujeres tuvieron una línea muy amplia de intervenciones, que no sólo fueron por los derechos políticos”. “Estas ideas —agregó Valobra— me preocupan. En términos políticos nos hace de una insensibilidad retrospectiva respecto de esos sujetos”.
¿Quiénes fueron estas mujeres?
Julieta Lanteri fue la primera mujer incorporada al padrón electoral en América Latina y se convirtió en la primera mujer en la historia argentina en poder votar y en presentarse como candidata a diputada. Su campo de acción fue amplio: además de fundar la Asociación Universitaria Argentina, junto a Cecilia Grierson, y el Partido Feminista Nacional, también se dedicó a la lucha de los derechos de los niñxs, a la abolición de la pena de muerte, participó de la Liga contra la trata de blancas y fue asesora de las trabajadoras de La Higiénica, entre otras cosas. Su muerte fue a los 58 años, dos días después de ser atropellada por un auto conducido por David Klappenbach, miembro de la Legión Cívica. Si bien nunca se esclareció oficialmente, la historiadora Araceli Bellota y la periodista Ana María de Mena recabaron indicios que apuntan a que pudo haber sido un asesinato político.
Carolina Muzzilli, fue una obrera textil, militante socialista y periodista feminista que luchó por el sufragio universal y la conquista del divorcio. A partir de su profesión, el dictado de conferencias, la presencia en congresos y la publicación de libros aportó a la difusión de los problemas laborales de las mujeres, incluso llegando a convertirse en Inspectora de Higiene ad honorem para dar seguimiento a las condiciones de trabajo de las obreras. En este punto cuestionó a un sector del feminismo que no abordaba la cuestión de clase: “Es hora de que ese feminismo deportivo deje paso al verdadero, que debe encuadrarse en la lucha de clases. De lo contrario será un movimiento elitista”, expresó a la revista PBT. Además, Muzzilli dirigió el peridódico Tribuna Femenina, que financió con su salario de modista.
Otras sufragistas fueron Salvadora Medina Onrubia, maestra rural, periodista, madre soltera y anarquista (un caso excepcional que apoyara el sufragio), que participó de la Semana Trágica y fue encarcelada por el gobierno de Uriburu; Elvira Rawson de Dellepiane, perteneciente a la Unión Cívica Radical, la segunda mujer en recibirse de médica en Argentina y quien, junto a otras sufragistas, realizó un simulacro de voto femenino; Alfonsina Storni, cronista de ese simulacro, escritora, periodista y anarquista; además de Carmela Horne de Burmeister, quien apoyó a Perón cuando prometió el voto y era del sector católico, Victoria Ocampo, María Abella Ramírez, Alicia Moreau, Angélica Barreda, y otras.
A los mitos que nombra Valobra, se suman otras dificultades en la historización de los movimientos de mujeres. Andrea Gigena, politóloga especializada en ciudadanía y participación política de mujeres indígenas, en diálogo con este medio puso en cuestión que el feminismo de entonces haya sido sólo clasemediero y letrado. “Una parte importante del feminismo sí lo fue, la clase era un elemento importante, pero no estaría tan de acuerdo con que no hubo un feminismo popular o que ellas estuvieron desvinculadas del feminismo popular”, sostuvo la investigadora del CONICET.
Además explicó que “la reconstrucción de la memoria sobre el feminismo es un proceso dificultoso, nunca acabado, fragmentado y con muchos silencios. Esto ha sido así históricamente”. La razón tiene que ver “con la construcción androcéntrica de la historia, pero también con la construcción colonizada del conocimiento, que ha hecho que, por ejemplo, la historia de sujetos marcados étnicamente no aparezca o esté invisibilizada en el marco de colectivos más genéricos”.
Finalmente, la conquista del voto
La Ley 13.010, que le otorga a las mujeres el derecho al voto fue sancionada a dos años del principio del gobierno del presidente Domingo Perón, el 9 de septiembre de 1947. Unos días más tarde, el 23 de septiembre fue promulgada por el Poder Ejecutivo, con un discurso famoso de Eva Duarte de Perón y una movilización multitudinaria de mujeres en Plaza de Mayo.
Dora Barrancos explica en su artículo que “había, sin duda, mucha inquietud entre las feministas que recelaban completamente del régimen. Socialistas y liberales sostenían que la medida sería manipulada”.
En este contexto, la participación de Eva en la lucha por el sufragio femenino, desde 1945 e intensamente en 1947, y la asociación de su figura a la conquista alcanzada, es un tema tratado y discutido por distintas investigadoras. Entre ellas, algunas consideran que hubo una “Evitización del voto femenino”, sin considerar la historia del movimiento.
Por su parte, Barrancos, ateniéndose a las distintas interpretaciones sobre la relación entre género y Eva, considera que ésta fue paradójica: “Si por una parte, hubo evidencias sobradas acerca del arraigo de las claves de los estereotipos, por otra, fueron prominentes los sacudones que efectuó”.
En este sentido, Eva visitó sindicatos y fábricas invitando a las mujeres a agitar a favor del sufragio, también las movilizó a la Plaza de los dos Congresos en apoyo de la medida y organizó a mujeres a lo largo de todo el país construyendo el Partido Peronista Femenino y desarrollando la estrategia de las Unidades Básicas Femeninas.
Las mujeres votaron por primera vez el 11 de noviembre de 1951 y, para sorpresa de muchas personas, su participación política fue muy grande, llegando a votar el 90,1% por ciento de las mujeres empadronadas, frente al 85,7%, en el caso de los varones, según datos que Adriana Valobra recabó de distintas fuentes oficiales para su artículo “La ciudadanía política de las mujeres y las elecciones de 1951”.
Además de votar, ese día las mujeres pudieron ser elegidas por primera vez para ocupar cargos representacionales. En este punto, su participación fue alta y en gran parte se debió a la asignación de cuotas dentro del Partido Justicialista. Este estaba conformado por tres partes, la masculina, la femenina y los sindicatos, cada uno con un cupo del 30 por ciento de representación. Así, Argentina, aunque no estuvo entre los primeros países en otorgar el sufragio universal, “a mediados del siglo pasado ostentaba un número de representantes (femenino) que no era igualado en la cuenca regional, ni en la enorme mayoría de los países europeos”, describe Barrancos.
Carolina Barry, investigadora del CONICET e integrante de la Red de Politólogas Feministas trató el tema en publicaciones como Evita capitana: el Partido Peronista Femenino, 1949-1955 (2009). Sobre esta cuestión, afirmó, en diálogo con Filo.news: “Lo que logró el peronismo temprano, de la década del 40 y 50, es estar habituados a ver mujeres en espacios de poder, cosa que no sucedió después y que no había sucedido antes, ni en otros países”.
En esta línea, desarrolló: “Vos tenías una mujer que estaba parangonada con el presidente de la Nación, casi en pie de igualdad, y tenías mujeres en las cámaras, en la vicepresidencia de la cámara y dirigiendo comisiones en los parlamentos”. Entonces, “lo que introduce políticamente el peronismo a la cultura política argentina es que el espacio femenino sea una algo naturalizado”, concluyó.
Hacia dónde vamos
La lucha por el voto femenino es un antecedente de las luchas del movimiento actual. Entenderlo e historizarlo es una cuestión pendiente para pensarnos. A mediados del siglo pasado, la atención estuvo puesta en el derecho político y civil de la mujer a votar. Hoy, nos convocan otros reclamos vinculados a la representación política: el cupo laboral travesti trans y la representación de personas indígenas y afrodescendientes, agentes de la historia que la Historia mantuvo invisibilizades.