Las películas basadas en videojuegos siempre han sido el gran karma de Hollywood. Desde la extrañísima Super Mario Bros. de principios de la década del noventa hasta la correcta adaptación de Tomb Raider con Alicia Vikander en 2018, la industria del cine nos ha regalado desastres para todos los gustos, aunque pocos tan controversiales como Prince of Persia: Las arenas del tiempo (“Prince of Persia: The Sands of Time”, 2010), la película protagonizada por Jake Gyllenhaal.
Para comprender por qué la elección del actor para interpretar al príncipe Dastan fue cuestionada primero es necesario hablar del concepto de whitewashing, como se conoce al acto de utilizar actores blancos para interpretar a personajes de otras etnias. Uno de los casos más recientes fue el de Scarlett Johansson, escogida para ponerse en la cibernética piel de la mayor Mokoto Kusanagi en la película de Ghost in the Shell.
Lentamente la industria ha trabajado para alejarse del whitewashing y mejorar la representación, pero hace casi una década no era la prioridad en Hollywood, y la elección de Gyllenhaal encendió alarmas entre los fanáticos, que hubieran preferido un actor de ascendencia iraní. Esta semana, durante una ronda de prensa de Spider-Man: Lejos de casa (“Spider-Man: Far from Home”), el actor se hizo eco de aquella discusión y aceptó que aceptar el papel fue un error.
“Creo que he aprendido mucho de esa película y ahora paso mucho tiempo pensando en los papeles que acepto y por qué los acepto,” le dijo al portal Yahoo. “Existe la posibilidad de cometer errores y decir: ‘Eso no era lo correcto para mí’ o ‘Ese papel no era la mejor elección’. Han habido algunos roles de ese tipo, y otros en los que sí encajaba a la perfección.”
La película de Prince of Persia fue un ligero desastre como adaptación pero aún así, en lo personal, la disfruté como una sencilla película de acción y aventuras típica de sábado por la tarde. Por lo menos no fue el bodrio pretencioso de Assassin’s Creed.