Los vinos jóvenes son aquellos que nacen para ser tomados apenas se embotellan o al poco tiempo de hacerlo, dado que lo buscado por el enólogo es destacar la frescura y la característica del varietal o varietales elegidos. Lo ideal es tomarlo en el primer o segundo año de vida, de otra manera irían perdiendo las virtudes logradas por su creador.
Estos vinos ganan este nombre ya que no tienen una gran crianza en barrica o envejecimiento en el transcurso del tiempo, haciendo un contrapunto de los vinos que pasan por barrica o tonel como lo hacen por ejemplo los vinos reserva.
Poniéndoles la tapa
Los argentinos tenemos la mala costumbre de creer que si el vino no tiene un corcho natural de primerísima calidad el vino es malo, es un vino de crianza o que busca una larga evolución en el tiempo es lógico.

Pero para los vinos jóvenes no son necesarios ni recomendables los corchos naturales, por eso los sintéticos y la tapa a rosca se utilizan cada vez más en este tipo de vinos, ya que no permiten la entrada de oxígeno y no corren peligro de contraer TCA, una enfermedad que ataca a algunos corchos naturales.

Si te gusta el folklore de la mágica música del descorche, es mejor que busques un efecto sonoro al destapar una tapa a rosca.