Roberto Baggio es uno de los jugadores que tiene grabado su nombre entre los grandes de la historia de la Selección italiana. Más allá de sus logros, entre los que llegó a ganarse el Balón de Oro en 1993, su carrera se vio condicionada por varias lesiones graves.
Sin ir más lejos, su primera lesión, que fue en 1985 tras llegar a la Fiorentina procedente del Vicenza, lo dejó marcado para siempre: se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha y recibió 200 puntos de sutura internos.
"En ese momento le pedí a mi madre que me mate. Le digo 'Mamá, si me querés, mátame'", afirmó el ex futbolista que jugó en Juventus, Milán, Inter, entrre otros equipos.
En el marco de su participación en el Festival del Deporte organizado por el diario La Gazzetta dello Sport en Trento, Baggio reconoció que ese momento de su vida fue un calvario, que encima encadenaría más problemas. Es que después sufrió problemas en el menisco y en el tendón de la rodilla derecha y otra rotura de ligamentos cruzados, pero esta vez en la rodilla izquierda.
Este sufrimiento llevó a la leyenda italiana a acercarse a la religión budista. "Buscaba algo que me hiciera entender que todo dependía de mí. Yo antes culpaba a los demás. Yo era la víctima y los demás eran los responsables de mi sufrimiento. El budismo me ayudó a entender que todo empieza por mí", manifestó.