Lejos de que se le "abran las puertas del cielo" tal como se había ilusionado en la previa imaginando una posible victoria, Lucas Matthysse quedó bastante más cerca del infierno. Es que en la medianoche del sábado en la Argentina, mediodía del domingo en Malasia, el argentino se desilusionó a él mismo y a todos los que se sentaron frente a la pantalla con el deseo de ver mucho más de lo que se vio.
En la que podría haber sido su pelea de gloria defendiendo el título de campeón welter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) ante el filipino Manny Pacquiao, el oriundo de Trelew cayó sin atenuantes. Pero el sabor a poco no lo dejó la derrota en sí misma, sino la forma en la que se desarrolló el combate.
Matthysse terminó en la lona del Arena Axiata de Kuala Lumpur una, dos y tres veces. Esta última tachó la única vida que le quedaba: en el séptimo round el juez decretó nocaut técnico y final de la historia.
¿Hizo menos de aquello para lo que se había preparado? ¿No estaba totalmente involucrado? Son preguntas que probablemente se hayan formulado más de un espectador defraudado, los jueces, y por qué no el propio Matthysse, que ante todo deberá reflexionar sobre su extraño accionar en la noche de gloria que no fue.